Un hombre sin hogar pide ayuda en una casa, le dejan entrar y se queda 45 años: “No hubiera vivido mucho más tiempo si no lo hubiéramos acogido”

‘A Knock at the Door’, un libro que se publica la próxima semana, recoge esta extraordinaria historia

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Una llamada a una puerta
Una llamada a una puerta le cambió la vida. (Pexels)

“El golpe en la puerta no fue fuerte —no era el golpe de un policía—, pero tampoco fue suave, no era el tipo de golpe que das cuando esperas que nadie responda. Pero fue persistente. A veces me pregunto cómo habría terminado todo si la persona que estaba afuera hubiera decidido rendirse... Me imagino lo diferentes que habrían sido nuestras vidas si él no hubiera decidido golpear la puerta, o si nosotros simplemente hubiéramos optado por no abrir”. Así arranca el libro A Knock at the Door (Un golpe en la puerta), de Rob Parsons, que cuenta una historia real que comenzó así: con un desconocido llamando a una casa y diciendo “por favor, déjame entrar”.

Era el 23 de diciembre de 1975 a las afueras de Cardiff, en la costa sur de Gales. Rob y su mujer Dianne, entonces una joven pareja recién casada, no esperaban a nadie, pero pensaban que podían ser los niños que circulaban por el barrio pidiendo el aguinaldo. Pero no era así: al abrir la puerta, en el umbral había un hombre sin hogar, también de unos 30 años, con barba descuidada, ropa sucia, un saco en su mano derecha y un pollo congelado en la izquierda. “¿No sabes quién soy?”, preguntó. “Soy Ronnie Lockwood”.

“El nombre evocó de inmediato en Rob y Dianne la imagen de un niño pequeño con problemas en las rodillas y una forma peculiar de ser, que ocasionalmente aparecía en la escuela dominical a la que ellos asistían cuando eran niños. Hoy probablemente se le diagnosticaría con discapacidad intelectual; en aquel entonces, solo se percibía que no era como los demás niños”, cuenta un reportaje del medio The Telegraph con motivo de la publicación del libro.

Ese niño desapareció, y ni Rob ni Dianne habían vuelto a pensar en él hasta aquella noche del día antes de Nochebuena. Rob invitó a Ronnie a entrar, preguntándole de dónde había sacado el pollo. “Alguien me lo dio para Navidad”, dijo. Lo invitaron a cenar y luego lo instalaron frente al televisor. “Dijimos: ‘¿Qué vamos a hacer? Es Navidad, no puede irse’. Así que despejamos el cuarto de invitados y se quedó con nosotros esa noche”, relata el libro.

Ronnie se quedó también la noche siguiente, y la siguiente. De hecho, Ronnie acabaría quedándose durante 45 años.

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Una familia inusual

En su libro, Rob cuenta la inusual historia de Ronnie: los abusos que sufrió en su infancia en varias casas de acogida, su vida como sin techo y su segunda vida como ‘hijo adoptivo’ de los Parsons. “Durante los primeros días, se dijeron a sí mismos que encontrarían un alojamiento temporal para él después de Navidad. Luego pensaron que Ronnie podría quedarse hasta que le consiguieran un trabajo. Finalmente, le encontraron un puesto como basurero (un trabajo que adoraba), pero nunca pudieron soportar la idea de pedirle que se fuera”, cuenta el reportaje.

Y así se convirtió en un miembro más de la familia, alguien que compartió todos sus momentos, los buenos —el nacimiento de su hija Katie—, los duros —una larga enfermedad de Dianne— y, sobre todo, los ordinarios. Ronnie falleció en 2020 tras sufrir varios derrames cerebrales, acompañado por la pareja a la que visitó un día para ofrecerles un pollo. ”Los 45 años que pasaron con Ronnie rara vez fueron fáciles, pero las paredes de la casa de los Parsons están marcadas por todo menos por el dolor” —finaliza The Telegraph—. “‘Si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos ahora, ¿lo haríamos de nuevo? Sí, lo haríamos,’” dice Rob.

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