Las tradiciones navideñas son actos de siglos atrás que continúan reforzando y uniendo a las familias. Sin duda, los más mayores son los más conmocionados en estas fiestas, donde toda la familia se reúne y pueden ver cómo, de un poco de amor, ha salido algo tan grande. Esas comidas o cenas familiares un 24 o 31 de diciembre donde hijos, tíos, primos y nietos se juntan en una mesa que parece no tener fin. Y sobre todo, donde se comparten, risas, emociones, historias, anécdotas que sacan carcajadas y por supuesto, también regalos. En especial, a los más pequeños, que están comenzando a ver y sentir qué significa la Navidad.
Sin embargo, para estos pensionistas, tal vez les resulte un gran esfuerzo económico poder regalar algo a sus nietos en esos días tan especiales. Por eso, la paga extra de Navidad cae como un ángel del cielo en las cuentas bancarias de estos jubilados, que corren en busca del regalo perfecto para los últimos de su estirpe. Pero ¿cuál es el origen de este extra?
Breve historia de la paga de Navidad
Aunque sea algo asumido por la gran mayoría de los trabajadores o jubilados, la paga extra de Navidad tiene su origen 69 años atrás. Tras la Guerra Civil (1942-1945) los salarios de los trabajadores españoles estaban bajo mínimos y los precios no paraban de subir debido a la crisis económica causada por la II Guerra Mundial, según recoge OK Diario.
En esta época de pobreza y penumbras, la dictadura de Francisco Franco ideó una prestación el 24 de diciembre de 1944, que apareció en el BOE como una Orden Ministerial en la que el personal de industrias no reglamentadas recibiría una gratificación equivalente al sueldo de una semana.
Un año después, el 9 de diciembre de 1945, esa gratificación se estableció con carácter general e indefinido. De esta manera se institucionalizó el “aguinaldo o paga de Navidad”. Tan popular y bien recibida fue esta medida que se decidió crear una similar para el 18 de julio.
Con la llegada de la democracia, estas dos pagas extraordinarias se mantuvieron y pasaron a llamarse como hoy las conocemos: Paga extra de Verano y Paga Extra de Navidad. Una de las principales causas para que estas prestaciones se mantuvieran era estimular el consumo en la población, yéndose de viaje o comprando regalos, porque como vemos, fueron puestas en fechas estratégicas, según ha dicho National Geographic.
Actualmente, las pagas extras están reguladas por el artículo 31 del Estatuto de los Trabajadores, aunque el truco por parte de las empresas para poder cobrar estas dos gratificaciones es prorratear las pagas mensuales, por lo que para muchos esta tradición navideña ha perdido mucho su sentido.
Cómo surgió: la idea original
Una de las tradiciones perdidas, pero que más se practicaban durante los siglos XIX y XX, era la costumbre que había entre los empleados de las empresas de entregarse una carta en la que se felicitaban las fiestas, esperando una propinilla a cambio.
Vestidos con sus mejores galas, los vecinos y compañeros se presentaban en las casas de los amigos, donde entregaban gustosos la carta y recibían la voluntad. Fue cuando, en 1831, los trabajadores del Diario de Barcelona decidieron que sus repartidores entregaran en mano la prensa a sus suscriptores junto a una correspondencia felicitando las fiestas.
Esta práctica animó a otros a copiar la táctica de la idea original, de modo que, durante esas fechas, muchos repartidores y profesionales se presentaban en las puertas de sus clientes para felicitar la Navidad y recibir la ansiada propina.
Así, se hizo costumbre que los obreros, artesanos, ganaderos..., obtuviesen un pequeño sueldo extra todos los años cuando llegaban las fiestas navideñas, hasta llegar a nuestros días, donde es habitual que los trabajadores de las empresas reciban el aguinaldo, aunque a lo mejor con distintas costumbres, detalles, lotería, regalos...