La nueva Comisión Europea y la estabilidad de la gran coalición pende ahora mismo de un hilo. El Partido Popular Europeo (PPE), presionado por la delegación española, mantiene su postura de bloqueo contra la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Ribera, la candidata designada por Ursula von der Leyen —del PPE— para ocupar la vicepresidencia ejecutiva de la Unión Europea para una transición limpia, justa y competitiva, además de la poderosa cartera de Competencia.
Según adelanta El Mundo, los populares establecen dos condiciones para levantar el veto a la candidata española: que comparezca ante el Congreso —lo hará este miércoles a petición propia— y que dimita en caso de ser imputada por la gestión de las inundaciones durante la DANA. El líder del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo, ha logrado introducir el debate político de Madrid en los asuntos europeos, una realidad que pudo verse reflejada durante la bronca audiencia de Ribera este martes pasado. En lo que en teoría debería haber sido un examen sobre cuestiones técnicas acerca de su cartera, el PPE enfocó gran parte de sus preguntas en la gestión de la titular de Transición Ecológica al frente del desastre de la DANA, a quien atribuyen la máxima responsabilidad. “Una mala ministra no puede ser comisaria”, reiteran desde Génova.
La posición del PP español ha sido clara desde un principio: el ‘no’ incondicional a Ribera, a sabiendas de que un choque frontal supone torpedear un Colegio de Comisarios con mayoría del PPE y dinamitar la gran coalición entre populares, socialistas, liberales y verdes. Pero para llevar a cabo sus pretensiones debían convencer antes a sus socios europeos, la primera fuerza en la Eurocámara cuyo apoyo es esencial para que Ribera salga adelante. Y así fue. Contra todo pronóstico, la maniobra del PP nacional consiguió convencer al líder del grupo Manfred Weber, desafiando incluso a la propia von der Leyen —quien se sabe que no mantiene una muy buena relación con el bávaro—. Cabe destacar que Von der Leyen reiteró a través de su portavoz que Ribera cuenta con su confianza para el puesto y que esto no es asunto de la Comisión.
A pesar de ello, en Génova esto se celebró como un victoria, aunque por ahora se queda a medias: No consiguieron suspender Ribera, pero sí pospusieron la evaluación de la socialista a la semana que viene, después de que Ribera comparezca en el Congreso.
Como consecuencia, las evaluaciones al resto de vicepresidencias (Raffaele Fitto, Kaja Kallas, Roxana Minzatu, Stephane Sejourné y Hena Virkkunen) fueron arrastradas, quedando también pospuestas. En circunstancias normales, las evaluaciones se llevan a cabo por orden de audiencias. De haber sido así, la incertidumbre también estaba en si Fitto, del partido de los Conservadores y Reformistas de Meloni, podría ser rechazado por la bancada socialista, un argumentario que el PPE se ha hecho propio para justificar el veto a Ribera, a pesar de que el candidato italiano no forma parte de la gran coalición. Ante el temor de venganzas, canjes y vetos cruzados, los líderes de los grupos europeos acordaron previamente hacer la evaluación en bloque, por lo que retrasar la evaluación de Ribera significa retrasarlas todas. En resumen, no habría acuerdo si no está todo antes bien atado.
El PP español toma de rehén al PPE: ¿Hasta qué punto puede llegar?
Ribera es la piedra angular del acuerdo que mantienen el grupo que preside Iratxe Gracía y el que dirige Manfred Weber, y ante un eventual rechazo, los socialistas podrían votar en contra en la confirmación del resto de comisarios del PPE. La única diferencia es que el PPE lleva la batuta en este Juego de Tronos, ya que la confirmación de los populares puede salir adelante en una segunda votación, esta vez por mayoría simple, con el apoyo de los Conservadores y Reformistas. En cambio, a Ribera no le salen las cuentas y sí o sí depende de ellos.
Después de conseguir paralizar las negociaciones. La estrategia del PP español se basa ahora en el desgaste, a la espera de un caso judicial que añadiese aún más tensión a la cosa. Pero el tiempo corre, de momento este imaginario no ha ocurrido y la gran incógnita sigue siendo: ¿Hasta qué punto va a asumir el PPE la batalla personal del PP español?
Los socialistas se han mostrado tremendamente enfadados con la formación de Weber, y quisieron reflejarlo al día siguiente emitiendo un duro comunicado. En el escrito acusaron al PP español de “tomar de rehén el PPE” para hacer de Ribera “el chivo expiatorio de su mala gestión de las inundaciones más catastróficas de la historia reciente de Europa”. Denuncian que el PPE haya hecho propia la “agenda destructiva” del PP de Feijóo empujando a la Unión Europea al abismo, en medio de un difícil clima geopolítico. Por último, los socialistas lanzan el órdago: Si el PPE sigue enrocado supondrá el fin de la coalición.
Desatado el caos en Bruselas, la presidenta de la Comisión Europea, a petición de los liberales —que se mantienen como mediadores—, trató de apagar el incendio en una reunión que mantuvo con el resto de líderes políticos. Pero de nuevo, agua: el PPE mantiene a Ribera en el aire y presiona al gobierno español para que haga un cambio de candidatura, los socialistas mantienen vetados al resto de comisarios populares, y cada vez quedan menos días.
¿Y si no se llega a un acuerdo?
La semana que viene se llevarán a cabo las evaluaciones pendientes, a la espera de que una vez aprobados todos, el Parlamento Europeo pueda votar al Colegio de Comisarios en su conjunto en el pleno que habrá la semana del 25 de noviembre, lo que permitiría que, en caso de aprobarse, la Comisión eche a andar nada más comience diciembre. En la UE hay mucha prisa por dejar los deberes hechos, especialmente antes de que Donald Trump tome el relevo de Joe Biden en EEUU y comience una más que previsible guerra comercial.
De no salir adelante, toca imaginarnos el peor escenario, el desastre total, un escenario diametralmente opuesto que en todo momento hay que dejar claro que es especulativo: El PPE mantiene su veto a Ribera, además consigue que Sánchez presente otra candidatura al cargo —el PP quiere a Luis Planas— y toca ir a Pleno con una coalición que ha saltado por los aires.
El PP tendría que depender de otra mayoría alternativa claramente inestable, a la que se unirían los Conservadores y Reformistas de Meloni y los Patrioras por Europa de Orbán. En definitiva, una amalgama de partidos abiertamente euroescéopticos. En el caso de los segundos, ya se han mostrado en contra de von der Leyen y resultaría muy difícil que apoyasen ninguna de las grandes medidas que tiene planeadas la germana.