De vez en cuando, se vuelven virales historias de jubilados extranjeros que deciden retirarse y disfrutar de su pensión en España. Muchos de ellos, animados por el clima y las playas, se instalan en las zonas costeras de nuestro país, dispuestos a pasarse todo el día tumbados en la arena y tomar el sol que no hay en sus respectivos países. No obstante, la variedad de ciudades, climas, idiomas, gastronomías o monumentos de las ciudades españolas; en definitiva, la riqueza, en todas sus variantes, de nuestro país permite que, tanto las regiones exteriores como las interiores, se postulen como claras candidatas a ser el destino de jubilación de cualquier pensionista foráneo.
De Hollywood a profesora de español
Marsha Scarbrough, una norteamericana de 77 años, cuenta a Insider la historia que le llevó a mudarse a Madrid, donde vive desde hace siete años. Scarbrough fue asistente de dirección en la industria del cine estadounidense durante más de 20 años. Sin embargo, a los 63 años, esta mujer se encontraba en bancarrota y en un proceso de ejecución hipotecaria. El único dinero del que disponía Scarbrough era el correspondiente a su pensión porque debía una gran cantidad a un amigo. A pesar de la pensión, la jubilada era consciente que ese subsidio no sería suficiente para vivir en Estados Unidos.
La extrabajadora de Hollywood decidió virar bruscamente la dirección de su vida, por lo que se apuntó a un curso por el que obtendría el certificado TESOL —Teaching English to Speakers of Other Languages, consiste en la enseñanza de inglés a hablantes de otros idiomas—. “Cuando completé el curso, me contrataron en la Universidad de Arte y Diseño de Santa Fe (México) para enseñar programas de inmersión en inglés durante el verano a profesores y estudiantes de posgrado de universidades afiliadas en Sudamérica, Centroamérica, México y España”, explicó Scarbrough.
Durante su estancia en Santa Fe, visitó los países de los alumnos a los que enseñaba inglés. Viajó a Brasil, Argentina, Chile, Honduras, Guatemala y Puerto Rico. Pero, en cada uno de ellos, había alguna variable que no le permitía disfrutar completamente la expedición. La falta de seguridad, inestabilidad política y económica, baja calidad de las infraestructuras o la orografía que afectaba a sus maltrechas rodillas fueron los principales inconvenientes que observó ante una posible mudanza.
Visita a España y la inmediata mudanza
Entre sus alumnos, se encontraba un profesor español de Bellas Artes, quien le propuso una visita a Madrid. Marsha Scarbrough llegó a España con la idea preconcebida de que España sería igual de caro que el resto de capitales europeas, pero se llevó una grata sorpresa cuando descubrió que “era más barato que algunos de los países sudamericanos”.
Además del coste de vida, otros factores que inclinaron la balanza en favor de España fueron la calidad de las infraestructuras y del transporte público, el clima soleado y la flora; la comida y los vinos; la posibilidad de visitar museos reconocidos mundialmente y, sobre todo, la sensación de seguridad, de la que carecían la mayoría de los países sudamericanos.
Tras su viaje a España, tuvo que regresar a Estados Unidos y, allí, inició el proceso para mudarse a la capital española. Entre la documentación que tuvo que aportar, resulta llamativo la presentación de una carta médica que acreditase que no tenía enfermedades infecciosas. Una vez superada la barrera burocrática, Marsha Scarbrough pudo dar comienzo a su particular sueño español, calificándolo como “una de las mejores decisiones de mi vida”.