La gran pérdida de la clase trabajadora: sus salarios rozan el poder adquisitivo de 2019, pero ni se acercan al de hace 15 años

El sueldo medio ha crecido un 5,3% en 2023, más que los precios, pero todavía es 7,6 puntos inferior al de 2009 en términos reales. Esto impulsa la percepción de que los salarios no permiten cubrir las aspiraciones de gasto a pesar de los buenos datos macroeconómicos

Guardar
La gran pérdida de la clase trabajadora: sus salarios rozan el poder adquisitivo de 2019, pero ni se acercan al de hace 15 años.

Durante los años en los que se generó la burbuja inmobiliaria era relativamente frecuente acceder a puestos bien remunerados sin excesiva cualificación, algo que cambió radicalmente en 2008 con el inicio de la crisis financiera y que no ha vuelto a suceder en los posteriores periodos expansivos. Los datos publicados este martes por la Agencia Tributaria en la estadística Mercado de Trabajo y Pensiones en las Fuentes Tributarias aportan las primeras cifras oficiales desagregadas de la evolución de los salarios en 2023 y constatan que han crecido más que los precios, por lo que se ha producido una recuperación de poder adquisitivo respecto a lo sucedido en 2022.

El salario medio se ha incrementado un 5,3% en 2023, por encima del índice medio de precios, que lo ha hecho en un 3,5%, y alcanza los 23.981 euros. No obstante, esta cifra absoluta está distorsionada por los trabajos de corta duración, algo que la Agencia Tributaria soluciona calculando desde 2019 un “salario medio estimado”, una variable comparable con la dada por otras estadísticas oficiales (como la Encuesta de Estructura Salarial del INE) y que eleva la retribución media hasta los 30.801 euros en 2023.

Si se compara la situación actual con la de 2019, el año anterior a la pandemia y a la crisis inflacionista, los salarios han crecido notablemente en términos nominales, pero no en reales. Descontando el efecto de la inflación, el sueldo medio es ya un punto superior al de entonces, aunque la comparación está contaminada por una mayor intensidad en el empleo, ya que el salario medio estimado aún estaría dos puntos por debajo. En cualquier caso, y teniendo en cuenta que los salarios siguen creciendo más que los precios en 2024, se puede concluir que las retribuciones ya rozan el poder adquisitivo de hace cinco años.

No obstante, este mantenimiento no se percibe como tal por la clase trabajadora porque el poder de compra de antes de la crisis financiera era mucho mayor. Además, no había una crisis de vivienda como la actual, con unos precios de venta de inmuebles que ya superan casi en un 8% a las cifras de la burbuja, según refleja el índice de precios de Eurostat. La serie histórica disponible en la Agencia Tributaria revela que el salario medio de 2023 es todavía 7,6 puntos inferior al de 2009, año en el que se alcanzó el mayor salario real.

Esto afecta de manera vertebral a la economía de las familias que viven fundamentalmente de las rentas de su trabajo y carecen de otro tipo de ingresos o son poco importantes. Además, se produce una desconexión entre la evolución de las principales magnitudes macroeconómicas (crecimiento del empleo y del PIB) y las micro, que impulsan la percepción de que los salarios no alcanzan para lo que alcanzaban en anteriores periodos de bonanza económica.

Los motivos detrás de este declive de los salarios reales son múltiples, más allá de la inflación. Las retribuciones tienden a subir menos en los mercados laborales poco tensionados, con elevado paro y pocas vacantes, algo que está cambiando en los últimos años en España, aunque mantiene una situación muy distinta a la de la media de la UE, con tasas de paro por debajo de los dos dígitos. Otro factor es la pérdida de poder de negociación de los trabajadores en las últimas décadas, de manera que las ganancias de productividad no se han repartido equitativamente. A esto se añade otra cuestión estructural de que el tejido productivo español está muy compuesto por pymes y el fenómeno reciente de la irrupción de la inteligencia artificial, que amenaza con destruir puestos intermedios mejor pagados.

Diferencias por sectores y persistencia de la brecha de género

La cicatriz que dejó el pinchazo de la burbuja en los salarios se observa especialmente entre los adultos jóvenes, que estaban promocionando en aquellos momentos, y entre los trabajadores de mediana edad, con salarios elevados. Sus carreras laborales se interrumpieron en muchos casos por despidos y la reincorporación se hizo por sueldos menores. Las franjas de edad que más poder adquisitivo han perdido son las que actualmente tienen entre 46 y 65 años (entre 30 y 50 años en 2009), con caídas superiores al 10% en sus salarios medios reales. No obstante, todas las franjas se ubican por debajo del nivel de 2009. El descenso entre los trabajadores de 18 a 25 años puede estar influido por la extensión de la etapa estudiantil en comparación con la situación de 2009 y, por tanto, una menor intensidad laboral en edades tempranas.

Por sectores la situación es heterogénea. En comparación con 2009 se han producido ganancias de poder adquisitivo especialmente entre los trabajadores de entidades financieras y aseguradoras (12 puntos más), y en la rama de información y comunicaciones (5,3 puntos). La agricultura también experimenta una ganancia, pero puede estar muy distorsionada por la duración de los trabajos y la transformación productiva del sector. En contraste, las mayores caídas de salarios reales se registran en servicios sociales (-10 puntos).

Por otra parte, los salarios continúan reflejando distintos patrones de desigualdad. La brecha de género se ha mantenido en los últimos años, cobrando las mujeres 5.092 euros de media menos que los hombres en 2023, aunque la distancia desciende hasta los 2.500 euros si se comparan los salarios medios estimados, que tienen en cuenta los días trabajados eliminando el sesgo a la baja por los contratos inferiores al año completo. Esta diferencia responde a la distinta composición del empleo femenino y masculino, pero también a otros factores menos medibles como la discriminación en los ascensos y el impacto del reparto de las cargas familiares.

Guardar