A 60 kilómetros al noroeste de la ciudad de Valencia, en el interior de la provincia, existe un pequeño pueblo de unos 1.645 habitantes llamado Chelva. Rodeado de naturaleza y cargado de historia y cultura, esta comunidad también ha sufrido los efectos de la reciente y catastrófica DANA, aunque, según informa el medio Levante, el mercantil valenciano, los daños se han concentrado en caminos forestales, en la Ruta del Agua, y en toda la zona del cauce del río Tuéjar. Según Clara Isabel Folgado, concejala de Chelva, “los caminos que van hasta el río están muy mal. Hemos empezado con lo urgente, que es limpiar y quitar piedras y ramas. Pero hemos tenido muchísima suerte de que no haya llegado al pueblo”.
Chelva se trata de una villa que ha sido habitada por diversos pueblos desde la prehistoria y que conserva a día de hoy varios vestigios del dominio romano sobre la península, de la cultura arquitectónica de Al-Ándalus, y de los cristianos medievales, todo ello concentrado en 190 kilómetros cuadrados. Es, además, la capital de La Serranía del Turria, una comarca compuesta por 19 municipios de la provincia de Valencia.
Tres rutas para conocer Chelva a fondo: agua, naturaleza, cultura e historia, un poco de todo
En este pueblo hay mucho que ver: existen tres rutas, una conocidísima y otras no tanto que muestran, entre todas, la gran oferta cultural e histórica de esta pequeña comunidad. Con un casco histórico declarado Interés de Bien Cultural, este pueblo enmarca la huella dejada por musulmanes, cristianos y judíos a lo largo de sus siglos de historia.
La Ruta del Agua es la más conocida de las tres: se trata de un camino circular que “combina naturaleza y cultura”, según el Levante, de aproximadamente dos horas de duración y con varias áreas de descanso que parte de la Plaza Mayor de Chelva. Atraviesa paisajes tan particulares como la Playeta, un remanso fruto de la caída de unas cascadas cargadas de agua del Tuéjar y que es, además, perfecto para darse un baño; o el Paso de Oliches, un túnel de 100 metros excavado en la montaña. A pesar de ser uno de los destinos más populares de la región, esta ruta se mantendrá cerrada hasta nuevo aviso debido a los desperfectos provocados por la DANA.
Existen, sin embargo, otras dos rutas imprescindibles que visitar. La Ruta de las Tres Culturas, por ejemplo, comienza junto a la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles, adentrándose en el barrio andalusí de Benacacira a través de un pasadizo que se encuentra bajo el ayuntamiento, en la plaza mayor. Las calles laberínticas y desniveladas que acogen las casas encaladas de este barrio árabe son de las más fotografiadas del pueblo y lo que, junto con las fachadas blanquiazules, dio al pueblo de Chelva su fama de “marruecos español”.
Pasando por la Ermita de la Soledad y el Museo Arqueológico de Chelva, el recorrido desemboca en el barrio cristiano a través de la calle de San Francisco de Asís. Una vez se alcanza el Palacio Vizcondal de Chelva, una imponente construcción del siglo XIV, los visitantes se encontrarán en el Portal del Azoque, la entrada al barrio judío, descendiendo a continuación por las calles serpenteantes del barrio del Arrabal al son del agua de las antiquísimas acequias que, tanto tiempo ha de su construcción, siguen funcionando.
La Ruta de los Lavaderos, por su parte, también tiene el agua como protagonista: lleva a los visitantes en un recorrido a través de los 7 lavaderos del pueblo, la mayoría de los cuales sigue en uso, según Chelva turismo. Estas construcciones “tuvieron un papel muy importante en el desarrollo de las condiciones higiénico-sanitarias de la sociedad del s. XIX y XX.” Y, además, también tenían una destacada función en cuanto a las relaciones sociales, ya que solían ser uno de los puntos de encuentro y reunión del pueblo, sobre todo de las mujeres.
Esta ruta empieza en el lavadero de Górgol, llevando a continuación a los visitantes al Lavadero del Baño, algo oculto tras un muro pero lleno de vegetación. El Lavadero del Arrabal I y II, y el lavadero de Peirería son los últimos ubicados en el interior del pueblo, tras lo cual el camino lleva hasta el lavadero público de Querefil, una réplica pero pequeña del siguiente lavadero a visitar, el de Embarany, con tres pórticos y un gran estanque alrededor, haciendo las veces de ubicación ideal para descansar los pies en el agua y almorzar rodeados de naturaleza.
La historia, la cultura, y la naturaleza hacen de Chelva un destino muy valioso e ideal para todo aquel que busque alejarse un poco de todo y desconectar arropándose con el ambiente tan particular de este precioso pueblo valenciano.