En los últimos años, con la llegada del verano, se han producido varios avistamientos de tiburones en las playas españolas, como en Benidorm (Alicante). Este hallazgo, aunque es bastante infrecuente, no resulta tan extraño si tenemos en cuenta que existen 465 especies de tiburones en todo el mundo, de las cuales 47 pueden encontrarse en el mar Mediterráneo: el tiburón azul, el tiburón gris de arrecife, el tiburón martillo, el de punta negra... y el tiburón blanco, en peligro crítico de extinción por la alarmante disminución de ejemplares en las últimas décadas.
Esta circunstancia se produce por la pesca intensiva y deportiva, así como el cambio climático y la contaminación del mar, que provoca la destrucción de los hábitats naturales de estos animales. Además, una de las principales amenazas de la especie es el corte de las aletas de tiburón, que son vendidas a precios elevados en puntos de Asia. Ante esta situación, que ha provocado que la existencia del tiburón blanco en aguas de Croacia, Grecia, Italia y España sea escasa, ha sido sorprendente el hallazgo de su presencia en el canal de Sicilia, concretamente en los Bancos de Pantellería, en Lampedusa y en las islas Egadi.
Tiburones blancos en el Mediterráneo
La investigación de Francisco Ferretti, científico de Virginia Tech, en colaboración con la Universidad Politécnica de Las Marcas y la Estación Zoológica Anton Dohrn de Nápoles, ha conseguido confirmar la presencia del tiburón blanco en las profundas aguas del canal de Sicilia. Los resultados, publicados en la revista científica Frontiers in Marine Science, se han logrado gracias al empleo de cámaras submarinas y el análisis de ADN ambiental. A pesar de no haberse producido avistamientos directos de ejemplares vivos durante las expediciones, que se realizaron entre 2021 y 2023, esta técnica ha permitido detectar restos genéticos de los tiburones blancos en el agua: de las 159 muestras recogidas, se ha obtenido ADN ambiental en cinco de ellas, validando así la presencia de esta especie.
La inexistencia de focas y crías de ballena en las aguas de Sicilia, presas tradicionales del tiburón blanco, ha puesto de relieve el cambio de dieta del depredador, que ha tenido que adaptarse a las condiciones de este hábitat, alimentándose principalmente de atunes y peces pequeños.
Pese a que el hallazgo ha manifestado la existencia todavía del tiburón blanco en las aguas mediterráneas, la investigación también ha sido relevante para exponer la urgencia de tomar medidas inmediatas para que esta especie no termine de desaparecer. Entre ellas, Francisco Ferretti destaca:
- El monitoreo y seguimiento de los ejemplares.
- La colaboración institucional por parte de los gobiernos.
- Las restricciones a la pesca, que supone una gran amenaza para estos animales. Además, se deben fomentar las prácticas de pesca responsables.
- El desarrollo de infraestructuras científicas que permita a los investigadores aumentar el rango geográfico de sus estudios y la eficacia de las operaciones de muestreo.
Para evitar que esta especie en peligro de extinción termine por desaparecer, en el Mediterráneo y en el resto del mundo, será necesario una acción coordinada por parte de los investigadores y las instituciones públicas. Únicamente con esta colaboración se conseguirá terminar con la amenaza del tiburón blanco.