Tener una mascota implica una gran responsabilidad: sacarlo a pasear, darle de comer, asearle e ir al veterinario para revisiones periódicas o cuando le ocurre algo. Todo esto implica tiempo y dinero, por lo que, desgraciadamente, muchas familias deciden abandonar a sus perros para no hacerse cargo de sus necesidades. Por ello, durante años se ha intentado concienciar a la población sobre la importancia de conocer esta responsabilidad y entender que, aunque un perro aporta amor y diversión, no es un juguete y necesita unos cuidados específicos que deben ser atendidos.
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En Estados Unidos se estima que aproximadamente cada año 3.3 millones de perros entran en refugios, según los datos de la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals (ASPCA), siendo muchos de ellos por cuestiones de abandono. El porcentaje aumenta cuando el animal llega a una edad adulta, ya que pierde vitalidad y sus cuidados se incrementan, por lo que muchas familias irresponsables deciden llevarlos a centros de acogida o abandonarlos en la calle.
Esta fue la historia de Daisy, un gran danés de 8 años que fue llevada al Midwest Animal ResQ, un refugio de animales en Raytown, Misuri (Estados Unidos). La familia de Daisy alegó que ya no tenía tiempo para cuidarla y, pese a que el personal del centro les advirtió de que posiblemente el animal ya no fuese adoptado debido a su vejez, se fueron rápidamente y lo abandonaron “sin contemplaciones”.
Erin Morse, fundadora y directora general del refugio de animales, habló con el medio Newsweek sobre esta tendencia cada vez más generalizada en las mascotas más ancianas: “Desafortunadamente, hemos visto un gran aumento en el número de personas que abandonan a sus mascotas ancianas. Esta semana recibimos un perro de 15 años y 2 gatos de 17 años”.
“Estuvo llorando, temblando y mirando por la ventana”
Debido a la edad de Daisy, la probabilidad de que fuese adoptada por una nueva familia disminuía, algo de lo que fueron informados sus antiguos dueños: “Existe una posibilidad real de que muera aquí”. Ante esta situación, Morse explicó que es necesario que los dueños tengan “un plan a largo plazo para cualquier animal que sea parte de su familia, incluso cuando sean mayores y no sean tan ‘divertidos’ como antes”, especialmente en perros con una esperanza de vida alta: los grandes daneses como Daisy suelen vivir entre 7 y 10 años. “La vida en un refugio es difícil para cualquier animal, pero es una transición especialmente difícil para los animales mayores”, continuó la directora del centro. “Desafortunadamente, el estrés de estar en un refugio resulta fatal para algunos de estos animales, ya que simplemente no pueden soportarlo”.
El refugio de animales de Raytown que acogió a Daisy publicó a través de Instagram su historia junto a un vídeo en el que se le puede observar asustado ante el abandono de su familia: “Durante 30 minutos estuvo temblando, llorando y mirando por la ventana con la esperanza de que sus seres queridos regresaran”. Esto ha conmovido a muchos usuarios y cuidadores del centro, que han lamentado el sufrimiento de un animal tan noble. “Todo lo que ella conocía desapareció en un instante. Mi corazón está roto, pero no tanto como el de ella”, explicó un miembro de la organización. “Nuestras mascotas nos ofrecen su amor incondicional, lo mínimo que podemos hacer es devolverles el favor cuando se encuentran en el ocaso de sus vidas”.
Afortunadamente, la historia de Daisy ha tenido un final feliz: pese a que una alta probabilidad indicaba que la mascota pasaría el resto de sus días en el refugio, fue adoptada por una nueva familia.