Muchos padres esperan con ansias el día en que sus hijos se comprometan con la persona que aman y decidan atar el lazo con una ceremonia por todo lo alto. Ser testigo de cómo la descendencia de uno encuentra el amor y siente la confianza y certeza como para sellarlo “oficialmente” debe ser enternecedor. Realmente, el ser humano es un animal social, siendo el sentirse amado uno de los motores que mueven a las personas: no es sólo emocional, al contrario de lo que se cree: “el amor no es una emoción, sino un impulso, una necesidad fisiológica para todo ser humano”, de acuerdo a lo postulado por la antropóloga Helen Fisher, que estudia los comportamientos “del corazón” hace más de 35 años.
Por esto, tener la satisfacción de saber que la descendencia de uno ha logrado encontrar a la persona adecuada con la que pasar el resto de sus días es una experiencia emocional para los padres. Hay casos, como el de este padre británico, en los que la emoción es tal que uno se olvida de los rituales y las expectativas a las que se está sujeto, de los puros nervios. Amy Totty, una enfermera que vive en la localidad de Dodworth del condado de Yorkshire del Sur, celebraba su boda este pasado octubre junto a su familia y sus amigos en Holmfirth, una localidad cercana a su municipio de residencia.
@dailymailuk A hilarious moment as a father made his way down the aisle, but forgot the bride! Luckily when he got told about his mistake the wedding was able to continue, and it even got a mention in his speech! 🎥 SWNS #wedding #weddingday #marriage #funny #weddingtok ♬ original sound - Daily Mail UK
Acompañar a tu hija al altar y olvidarse de tu hija
Como es costumbre desde hace tanto tiempo, lo normal en una boda es que el padre de la novia acompañe a su hija por el pasillo camino del altar y que la madre del novio haga lo propio con su hijo. Neil Crossley, el padre de Amy, esperaba nervioso a que llegase el momento de caminar junto a su hija. Según comentó a la Radio Sheffield del medio inglés BBC, Neil pensaba que “nada podía ir mal con esta parte”.
“No podía imaginar lo que estaba a punto de pasar”, añadió, y es que cuando llegó el momento, el señor Crossley siguió sus instrucciones: comenzó a caminar hacia el altar, con una sonrisa en el rostro, visiblemente nervioso, y mirando de reojo a los invitados a ambos lados del pasillo. Claro, lo de que le tocase subir al altar lo tenía claro, pero se olvidó de la parte más importante: Amy no estaba por con él. Neil iba, él solo, a encontrarse con el - todavía - novio de su hija en el altar, para deleite de los invitados y del personal de la administración del evento, que se lo tomaron con mucho humor.
Neil no dio cuenta de su error hasta que uno de los empleados del espacio de eventos se acercó, con un andar apurado, para avisarle de su despiste. Por suerte, aunque sin haber podido ser de ninguna otra manera, la congregación de invitados y los protagonistas del evento rompieron a reír con desenfado ante la entrañable situación. “Es un recuerdo especial que definitivamente nunca olvidaremos y del que nos reiremos para siempre”, comentó Amy sobre el divertido error de su padre, que acabó por acompañarla al altar con una gran sonrisa. Según cuenta la recién casada, estaba muy nerviosa en su gran día hasta que Neil hizo, sin siquiera intentarlo, que se olvidase por completo.