A partir del 1 de enero de 2025, las pensiones mínimas de jubilación en España experimentarán un aumento significativo, superando al Índice de Precios al Consumo (IPC). Este incremento forma parte de un plan estratégico del Gobierno para equiparar progresivamente estas pensiones con el umbral de pobreza para el año 2027. El objetivo es que, desde ese año, la pensión mínima para un titular mayor de 65 años con cónyuge a cargo no sea inferior al umbral de pobreza calculado para un hogar compuesto por dos adultos.
La fórmula de revalorización de las pensiones contributivas, que incluye pensiones de jubilación, incapacidad permanente y viudedad, se basa en la variación media interanual del IPC de los 12 meses previos a diciembre del año anterior. Según el BBVA, esta metodología, vigente desde 2022, busca asegurar que las pensiones mantengan su poder adquisitivo frente a la inflación. Para el año 2025, las previsiones estiman que el incremento de las pensiones podría situarse entre un 2,7 % y un 2,8 %, una cifra que, aunque inferior al 3,8 % registrado en 2024 y al 8,5 % en 2023, representa un avance hacia el cumplimiento de los objetivos propuestos.
Por otro lado, las pensiones no contributivas, que incluyen las de jubilación e invalidez, también verán un aumento superior al IPC en 2025. La reforma de las pensiones establece que estas prestaciones deben converger en 2027 con el 75 % del umbral de pobreza para un hogar unipersonal, alcanzando casi 8.300 euros anuales. En 2024, estas pensiones ya habían experimentado un incremento del 6,9 %, situándose en 7.250,6 euros anuales. El objetivo planteado para 2025 es reducir en un 30 % la brecha existente entre la cuantía de la pensión mínima de jubilación y el umbral de pobreza. Para 2026, se prevé un nuevo aumento que reduzca esta brecha en un 50 %, ajustando finalmente la cuantía en 2027 para alcanzar el umbral de pobreza, si fuera necesario.
Cambios en las pensiones de viudedad
Las pensiones mínimas de viudedad también verán un incremento, previsto en un rango que varía entre 1.775 y 3.800 euros anuales, en un periodo de cuatro años. Esta medida busca equiparar estas pensiones con las mínimas contributivas de jubilación, asegurando una cobertura adecuada para un sector vulnerable de la población. Este enfoque no solo pretende mantener el poder adquisitivo de las pensiones frente a la inflación, sino también garantizar que las pensiones mínimas se alineen con estándares de vida dignos, reduciendo significativamente la brecha con el umbral de pobreza.
El incremento de las pensiones en España no es solo una medida económica, sino una respuesta a las demandas sociales que exigen una atención más justa y equitativa para los pensionistas, uno de los segmentos más afectados por las desigualdades económicas. Las organizaciones de jubilados y pensionistas han venido reclamando una revisión de las políticas públicas en este ámbito, destacando la necesidad de un sistema que garantice el acceso a una vida digna para quienes han contribuido al desarrollo del país durante décadas.
El contexto económico global, con altos índices de inflación y una recuperación económica desigual tras la pandemia, ha añadido presión a los sistemas de pensiones. Este conjunto de reformas subraya la importancia de políticas sostenibles que incentiven la inclusión económica y social, un reto importante para cualquier gobierno que aspire a promover un futuro más equitativo para sus ciudadanos.