El cuidado de los animales es una de las tareas más complicadas para los dueños. Los perros son el mejor amigo del hombre, pero no tiene la capacidad de expresar qué es lo que sienten o sufren. Por ello, es importante estar atento a todo síntoma o mal comportamiento que pueden tener, ya que ese será un indicativo de que algo va mal. Una de esas señas son los vómitos, sobre todo si vienen con un color extraño o poco común que tendremos que vigilar: el amarillo es sinónimo de alerta.
En un primer momento, los vómitos se pueden producir por la ingesta de alimentos que han irritado el sistema digestivo, por lo que el animal se ve forzado a expulsarlos por la boca. Sin embargo, si estas prácticas continúan, se aconseja acudir al veterinario para que le hagan un seguimiento más exhaustivo: puede existir riesgo de enfermedad grave, tal y como explica la empresa de seguros veterinarios Santévet.
El síndrome bilioso, una opción real
En los casos en los que el perro expulsa líquido amarillento con toques espumosos, puede ser un síntoma de que hay bilis en el vómito. Esta sustancia se almacena en la vesícula biliar, y el cuerpo la emplea para ayudar a digerir algunos alimentos. En el momento en que el perro pasa su periodo de ayunas, la bilis se almacena en la vesícula, al no haber ingerido nada y no ser necesario su uso. Así, las paredes del órgano se podrían irritar, lo que provoca el vómito.
Entre las causas, por tanto, se incluye ese excesivo tiempo entre una comida y otra, aunque no es la única razón. Otra de ellas es la alimentación que se le otorga al animal, pues un pienso de mala calidad puede causar este problema. Reacciones a medicaciones o el estrés también son otras causas de los vómitos.
Por otro lado, también puede significar enfermedades más serias como pancreatitis, enfermedades hepáticas, parásitos u problemas gastrointestinales.
Qué hacer cuando el animal vomita bilis
En caso de que tu mascota esté bajo los efectos del síndrome bilioso, lo primero que se aconseja es observar el comportamiento del animal, para ver si se encuentran otras señales de alerta que indiquen que tiene alguna enfermedad. Varias de las prácticas que puedes emplear es la de ver si se repite esa acción, que será clave para tomar una decisión u otra.
Una vez se tenga certeza de que algo va mal, fruto de esa reincidencia, ya se podrán tomar acciones. Aunque lo más aconsejable es recurrir a un profesional, también existen varias opciones caseras para ponerle remedio a la situación. La primera de ellas es hidratar a la mascota con mayor frecuencia con agua fresca en pequeñas cantidades. Además, es aconsejable añadirle algún tipo de té de hierbas al agua para que haga de efecto calmante en el estómago del perro. Por último, repartir las comidas en una mejor distribución será eficaz, ya que se asegura que la mascota tenga el estómago vacío el menor tiempo posible.