Sobrevivir después de la DANA: cuando “reconstruir la salud mental comunitaria” es vital para poder reconstruir una vida

Integrantes de Psicólogos Sin Fronteras, junto con los de otras agrupaciones de profesionales especializados en situaciones de emergencia, atienden a las personas afectadas tanto personal como telefónicamente

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Varias personas realizan labores de limpieza tras el paso de la DANA. (Rober Solsona/Europa Press)
Varias personas realizan labores de limpieza tras el paso de la DANA. (Rober Solsona/Europa Press)

Las inundaciones provocadas por la DANA que arrasó la provincia de Valencia han supuesto una de las mayores catástrofes naturales de la historia de España. Más de 200 personas perdieron allí la vida, tras anegarse las calles y desbordarse los ríos. Unas pérdidas irreparables, a las que hay que sumar también los importantes destrozos materiales que condicionarán, a corto y largo plazo, la vida de muchos valencianos y valencianas.

Nadie podrá superar u olvidar lo que ha ocurrido”, señala Ofelia Almeida, miembro de la organización Psicólogos sin Fronteras (PSF). “El trabajo es aprender a convivir con estos hechos traumáticos”. Esta entidad humanitaria cuenta con cerca de 50 profesionales de la salud mental trabajando voluntariamente para tratar a los afectados por el desastre. Algunos están sobre el terreno, pero para hacerse aún más accesibles disponen también de una línea telefónica —llamando al 960 450 230— en la que atienden a quien lo necesite desde las 10 hasta las 13 horas y desde las 16 a las 18 horas.

Expertos en atender a personas en el peor momento

No es la primera vez que desde PSF realizan este tipo de acciones. Tanto dentro como fuera de nuestras fronteras han intentado “minimizar estos choques iniciales en la salud mental de la población ante emergencias y catástrofes”. Estuvieron en el 11-M, también tras el accidente del Metro de Valencia y trabajan con otros colectivos vulnerables “por el tema de los desalojos, por las hipotecas y a raíz de la pandemia”.

Junto con PSF, muchas otras organizaciones de psicólogos se han coordinado con las administraciones locales y las autoridades competentes para atender a la población. Su objetivo: ayudar a sanar aquellas heridas que no se ven, y que tal vez ni se sientan durante los primeros días. Así, Sandra Pérez, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, explica a Infobae España que las “reacciones adaptativas son completamente normales ante una situación de estas características”, pero agrega que “si no se interviene de forma inmediata, a la larga la salud mental se puede ver dañada”.

“Va a haber una cantidad de personas con Trastorno por Estrés Postraumático”, anticipa Ofelia, “como sucede en todas las emergencias, y esas personas sí que van a necesitar atención clínica especializada”. En estos primeros días, desde PSF intentan tratar “la escucha activa, la normalización un poco de los sentimientos y de las emociones”. “Todo es válido”, subraya ella: rabia, frustración, tristeza, miedo, incomprensión... “Respetamos mucho los tiempos de la persona en el momento en el que está hablando, cómo se está expresando”.

Restablecer la salud de las personas y de la sociedad

Hay más de medio millar de psicólogos y psicólogas con formación en emergencias, trauma o duelo que han acudido a la convocatoria del Colegio de Psicología de la Comunidad Valenciana (COPCV) para asistir, presencial o telefónicamente, a quien lo necesite. “Buscamos que las personas afectadas puedan activar sus propios recursos de afrontamiento”, cuenta Ofelia, “no solo desde el punto de vista individual, sino también desde el colectivo”.

Cadenas humanas con agua, cubos, escobas y otro tipo de productos se movilizan para ayudar a los afectados. (INFOBAE)

Con esto último, se refiere a algo que es igual de importante que la salud mental individual: la “comunitaria”. “La de una zona entera que ahora mismo está abrumada y desolada”. No solo se trata, por lo tanto, de atender a cada persona individualmente, sino de reparar el tejido colectivo y restaurar “la capacidad de apoyarse unos en otros”. “La capacidad de reconstruir, por ejemplo, las asociaciones vecinales, el AMPA del colegio”. Es decir, diferentes estructuras que, tras la tragedia, se han diluido y deben volver, pues son “un apoyo fundamental para que la salud mental vaya mejorando”.

Vicenta Esteve, presidenta del COPCV alertaba a la Agencia EFE de que los momentos más duros llegarían una vez desaparecieran los recursos. “Ahora la gente está muy acompañada, por voluntarios, vecinos, bomberos, policías, militares... Pero cuando pasen 15 o 20 días, muchos se darán cuenta de que han perdido a familiares o de que no tienen casa”.

“Siempre lo decimos”, saca a colación Ofelia: “La red de apoyo social y familiar es vital para salir de eventos traumáticos o de dificultades. No solo una atención especializada, que está muy bien y es por lo que nosotros abogamos, hay que trabajar también el hecho del apoyo mutuo”. La ayuda entre unos y otros puede ser la diferencia entre poder afrontar la situación o sucumbir frente a sentimientos como la soledad. “El saber que no estoy solo y sola es lo que va a facilitar que muchas personas gestionen esto mucho mejor, sobre todo en el medio y el largo plazo”.

No descuidar a los más pequeños

Un ejemplo de la importancia de restituir el tejido social se puede ver en los niños y niñas. En Infobae España ya informamos de que hay más de 70.000 niños, niñas y adolescentes residiendo en alguno de los 70 municipios valencianos afectados por las inundaciones. La psicóloga Verónica Collado, de la organización Save The Children, explicaba que los más pequeños necesitaban “volver al colegio, a sus rutinas, para ver que siguen teniendo apoyo en clase”.

Mutismo, pesadillas y miedos son algunos de los efectos que esta profesional de la salud mental ya había observado en muchos menores de la zona. “Podemos tender a minusvalorar su capacidad de que entender lo que sucede”, advierte Ofelia. “A veces lo que realmente hay que hacer es ayudarles a poner nombre e identificar de la manera más clara posible y con lenguaje muy sencillo lo que están sintiendo y experimentando”.

Del mismo modo, es vital que junto al trabajo de sensibilización y de divulgación que ya se está realizando, haya “espacios seguros donde los niños puedan jugar y sentirse un poquito aislados de la situación”. “Hay que intentar protegerles mucho de una sobreexposición a vídeos, a noticias”, recomienda Ofelia, “y hablar muchísimo sobre el proceso traumático”.

Escuelas e institutos han quedado totalmente destrozados. (Helena Margarit Cortadellas)
Escuelas e institutos han quedado totalmente destrozados. (Helena Margarit Cortadellas)

“Saber parar”

Los propios psicólogos también tienen que procurar ejercer ese derecho a la desconexión. En esta ocasión, Ofelia ejerce como portavoz de PSF y no está sobre el terreno, pero conoce, por otras campañas en las que sí ha atendido personalmente a los afectados, lo difícil que es “saber parar”. “Cuando sabes hacer un trabajo y quieres continuar y quieres continuar, a veces lo que es duro es intentar saber que tienes que parar, porque si continúas luego estarás tan fatigado que mañana no podrás seguir”.

Es por eso que los psicólogos también se reservan algunos momentos para el “autocuidado”. “Hay un coordinador que establece turnos y descansos, que son prioritarios”. Eso, claro, unido a la formación que todos ellos han recibido como especialistas en atención en emergencias y crisis. “Saben utilizar sus capacidades clínicas y terapéuticas, la empatía y la capacidad de no verse desbordados constantemente”. Además, también son muy estrictos con la desconexión de noticias y de vídeos, para mantenerse menos estresados e impactados durante la intervención.

Cuestionada por el papel de los medios de comunicación y las redes sociales en la salud mental de las personas, Ofelia reconoce que es algo difícil de evaluar. “Muchas veces desde los medios se revictimiza a las personas afectadas”, reflexiona. “Creo que hay una determinada forma de ahondar en casos muy concretos de personas que es un desborde emocional para el resto de afectados”. Con esto no pretende que los periodistas no informemos, ni que dejemos de mostrar lo que les ocurre “a esas personas que ahora mismo transitan en esta emergencia”. Pero, alejándonos del morbo o de la desgracia, “habría que dejar un huequito para algún mensaje más esperanzador”, concluye, “para la esperanza, para la reconstrucción y todo lo que se puede hacer”.

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