Los centros educativos privados tienen derecho a imponer sus propias normas internas, siempre que respeten los derechos humanos y el marco constitucional del país en el que estén, según marcan las leyes de la Unión Europea. Pero hay veces en que estas reglas están en el límite y desatan la controversia entre los padres y los propios alumnos.
Es lo que ha ocurrido ahora en una escuela católica de Francia, que ha saltado a los medios de comunicación por unas obligaciones que no desentonarían en Matilda, la obra de Roald Dahl. Se trata de la escuela primaria de La Nativité en la localidad de Villeurbanne, cerca de Lyon, en Francia.
Allí reina ahora el silencio absoluto a la hora comedor: los niños deben tomar sus comidas sin pronunciar una sola palabra, una norma que, según algunos padres, va en contra de un momento necesario de relajación en esa pausa de las clases. Tampoco se toleran los retrasos, aunque sólo sea un minuto. Una vez pasada la hora de cierre de las puertas, los alumnos deben esperar hasta el reinicio de las clases por la tarde.
Estas reglas no existían hasta hace poco en este centro educativo “conocido por su excelencia y ambiente sereno”, según lo definen quienes lo conocen en el medio francés La Dépêche. “Y ahora los padres están preocupados porque algunas normas son perturbadoras”, añaden. Impulsadas por la nueva directora, las normas estrictas están redefiniendo el día a día de los alumnos y generando preocupación entre numerosos padres. Sin embargo, estas no son las medidas que han provocado más polémica.
La decisión más controvertida de la directora son los “collares de comportamiento”. En las clases, se asignan collares blancos y negros a los niños: los blancos simbolizan una recompensa, mientras que los negros señalan las “travesuras” y se entregan como castigo para que todo el mundo pueda ver que se han comportado mal. Estos collares recuerdan a las familias la antigua época del gorro de burro que desde el Renacimiento se colocaba encima de los alumnos que se consideraban ‘atrasados’. Este sistema, percibido como estigmatizante, ha sido criticado por varios padres, preocupados por el malestar que estas prácticas pueden causar a sus hijos.
Además, en esta escuela católica, la misa que solía celebrarse después de las clases ahora se realiza durante la jornada escolar, obligando a todos los alumnos a asistir. Ni el colegio ni las asociaciones de padres quisieron hacer comentarios al medio francés que ha destapado la polémica.
Otras polémicas en colegios
Pero al margen de estos casos extremos, uno de los principales debates sobre las normas de los colegios, que está pendiente de resolución en España, se refiere al uso de los teléfonos móviles. En Italia, la directora de la escuela italiana Marco Polo, Giuliana Pirone, ha decidido dar un paso adelante y prohibir los teléfonos en todo el centro. “Soy rígida sobre el uso de los teléfonos móviles porque estoy convencida de que representan un problema real para las nuevas generaciones. Los adultos, la escuela, así como los padres, tenemos el deber de enseñar lo que está bien y lo que está mal, pero también el riesgo que tiene la tecnología de convertirse en un problema si se usa de manera incorrecta”, cuenta al periódico La Nazione.
La directora de la escuela italiana tiene las ideas claras sobre la tecnología y la escuela. Sus alumnos tienen que hablar sin teléfonos de por medio. Si los estudiantes organizan un grupo en su vida privada, no está en las facultades de la escuela prohibirlos, pero las reglas de la escuela, al menos durante las horas de enseñanza, son estrictas: no hay chats para comunicar los asuntos de clase, ni con los profesores ni con los padres.