―Ahora mismo está todo muy reciente. Pero poco a poco la gente no tendrá más capacidad económica ni más tiempo. Los medios de comunicación saldrán con otras noticias. Pero esto de aquí no se va a acabar en tres semanas. Esto va para largo. Dicen que en La Palma aún queda gente viviendo en barracones. Y aquí hay mucha gente afectada y algunos centros no aceptan más donaciones y es normal porque han acumulado tanta cantidad de comida y de productos que ya no pueden almacenar más. Ellos mismos dicen ‘Ahora no necesito, traerme la semana que viene’. Pero claro, la gente se va a ir olvidando y dejarán de aportar como lo están haciendo hasta ahora. Así que si hay algo que decir es que esto no acaba aquí.
Son las palabras de Toni al otro lado del teléfono. Habla desde Tavernes de la Valldigna, a 20 minutos en coche de uno de los primeros pueblos afectados por la DANA. Desde allí, junto a Adrián y Jesús, que también se encuentran en la llamada, pusieron en marcha un plan para llevar comida caliente a las zonas que fueron arrasadas por el agua. Bajo el nombre de ‘Los chefs de la DANA’, han preparado y repartido unas 8.200 raciones —calculan— en las zonas donde el barro ha dejado prácticamente inservibles las casas, y con ellas las estancias más básicas y necesarias: las cocinas.
Ante una catástrofe de este calibre, es difícil pensar en qué necesitan aquellos que se han visto afectados y cómo materializar la ayuda. Toni, que es bombero, cuenta que al acabar una guardia se fue hasta Algemesí a ayudar con las labores de limpieza. “En 10 minutos que estábamos en la Jefatura de Policía Local [desde donde se organizaban las tareas de coordinación], se acercaron más de 20 personas para pedir comida”, dice. “Veías que las cocinas de las casas que tenían en la planta baja estaban reventadas. Claro, esa gente, aun teniendo comida, no la puede cocinar”, añade. Así que se pusieron manos a la obra.
Pasaron de dar 300 raciones el primer día a 1.250 cada jornada. “Como muchísima gente estaba aportando productos a muchos puntos de encuentro, pensamos que sería buena idea cocinarlos y convertirlos en platos ya preparados para comer”, explica Jesús, que señala que muchas otras personas se volcaron e hicieron llegar dinero y alimentos frescos para que pudieran ser platos completos. Pero no solo los vecinos Tavernes de la Valldigna y de los pueblos aledaños les llevaban verduras, carne o pescado, sino que decenas de personas les enviaron dinero, incluso desde otros países. Aún están sorprendidos. Crearon una página web y una cuenta de Instagram que se difundió y llegó a tantas personas que cada vez que pedían ayuda les llegaba multiplicada: “Decíamos ’necesitamos una furgoneta’ y aparecían tres. Es una barbaridad”. “Nos ha hablado gente desde Italia y desde Irlanda”, detalla Adrián, que se ha encargado de las redes y de la web.
También llegaron manos. Desde los más jóvenes hasta los más mayores ayudaban como podían: unos se encargaban de las cocinas, porque en un momento dado empezaron a contar con más de una, y otros acudían hasta los puntos de encuentro para llevar los platos ya cocinados. Según sus cálculos, hasta 70 personas han ayudado a llevar comida caliente desde un punto a otro y cientos han arrimado el hombro en lo que han podido para esta iniciativa.
La cadena ha funcionado durante una semana gracias a decenas de voluntarios, pero la solidaridad y las ganas de ayudar chocan de frente con la realidad: “Cada uno tiene sus quehaceres”. En la parte no afectada de Valencia, la vida continúa. Y los voluntarios tienen que volver a los puestos de trabajo y a las clases. Los tres amigos también deben regresar a sus empleos. De hecho, ya han vuelto. El pasado viernes fue el último día que salieron a repartir comida. Ahora ceden el testigo, así como la comida que han recogido y el dinero que les han enviado, a otras asociaciones que también se encargan de llevar alimentos calientes a las zonas afectadas.
“La gente se ha volcado muchísimo en el pueblo. No me refiero a nosotros, sino a cualquier persona. La impresión que se me queda a mí en el cuerpo es esa: que es el pueblo el que ayuda, nada más”, dice Jesús, que como sus dos amigos asegura que seguirá ayudando como pueda. Como recuerda Toni, con una frase que se ha instaurado en todo el país: “Aquello es zona de guerra”.
“Y creo —añade Toni para terminar— que no es momento de buscar culpables en la política. No es momento de ver qué partido político es más culpable, ni cuál es menos. Creo que es momento de dejar ese tema a un lado y centrarnos en algo más importante como es la humanidad y la dignidad. Y hablo de dignidad porque no es digno lo que hay allí. Creo que es momento de aportar cada uno como pueda. Ya habrá tiempo para todo lo demás”.