La Cumbre de la Comunidad Política Europea celebrada en Hungría este jueves ha estado cargada de mensajes después de la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos. El resumen de la reunión que mantuvieron los líderes políticos en Budapest es claro: ¿Está Europa preparada para la desconexión con Estados Unidos? “Donald Trump ha sido elegido por los estadounidenses para defender los intereses de los estadounidenses. La pregunta que debemos hacernos como europeos es: ¿Estamos preparados para defender los intereses de los europeos? ¿Estamos preparados para defender a la Unión Europea?”, se preguntó el presidente francés Emmanuel Macron en esa cumbre, un reflejo muy claro del clima de agonía que se respira ahora mismo en Bruselas, donde el tiempo corre en su contra.
No está del todo claro qué política exterior o qué velocidades tomará Trump una vez se complete la transición de poder. Ni siquiera si cumplirá con la mitad de sus promesas. Pero los líderes de los 27 admiten que, a partir de ahora, Europa debe ser más independiente y hacerse cargo de ella misma. Macron es uno de los que más han insistido en este asunto: “Para mí, es simple: el mundo está hecho de herbívoros y carnívoros. Si decidimos permanecer como herbívoros, los carnívoros ganarán, y habrá un mercado para ellos”.
Ya no es el ‘shock’ de 2016, reiteran los diplomáticos, pero lo cierto es que a la Unión Europea aún le quedan muchos deberes pendientes si quiere evitar ser borrada del mapa de la influencia global por Estados Unidos y China. Solucionar la falta de competitividad, frenar el declive industrial, mantener la agenda verde y superar las carencias en Defensa son algunos de ellos.
El relevo en la Administración estadounidense y el giro que vivirá la política en Estados Unidos llega en un momento de muchos cambios en la Unión y con el eje franco-alemán, el principal motor, en sus horas más bajas: París se encuentra sumida en una profunda crisis política y Alemania está hundida como potencia industrial. Por si esto no fuera poco, en la noche del pasado miércoles la ‘coalición del semáforo’ en Alemania se ha venido abajo, dejando al canciller Olaf Scholz en un Gobierno en minoría que se someterá a una moción de confianza en enero. Lo más seguro es que eso lleve a un adelanto electoral.
A este problema se le une además una movilización de la extrema derecha euroescéptica, que ya ha demostrado que se encuentra en su mejor momento y que no está dispuesta a aumentar las capacidades de la Unión, sino todo lo contrario.
El objetivo de la autonomía militar
Uno de los primeros sectores que se someterán a examen en la siguiente legislatura será la Defensa. Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano, explica que las consecuencias de la victoria de Trump no serán muy diferentes de las que hubiera tenido otra administración demócrata, pero que se acelerarán. “La tendencia es a continuar dentro de la OTAN, pero las responsabilidades irán recayendo sobre los europeos”, aclara el experto, que señala que a medida que Estados Unidos vaya abandonando los escenarios europeos, será Europa quien deberá tomar un papel principal, por ejemplo, en la asistencia y el despliegue militar en Ucrania, mientras que Estados Unidos quedará en una posición de apoyo.
Todo esto, subraya el experto, implica un mayor gasto militar. En este sentido, no puede decirse que la Unión Europea no esté haciendo los deberes en los últimos meses para lograr una autonomía estratégica militar, cuando los países miembros han aumentado su inversión en Defensa de cara a llegar al 2% del PIB en este sector, una demanda impuesta por la OTAN... y por el propio Trump.
Pero una vez más, todo dependerá de los plazos que imponga Trump. El líder republicano ha presumido de tener un plan para acabar la guerra en 24 horas. Por su parte, la administración de Biden, en sus últimos días de mandato, ha aprobado un paquete de ayuda de miles de millones de euros a Ucrania antes de completar la transición. Mientras, el presidente ucraniano Volodomir Zelenski prepara el terreno y ya ha llevado a cabo una ofensiva diplomática para convencer al que será presidente estadounidense para que no detenga su apoyo en la guerra.
Una guerra comercial con la tecnología europea en jaque
Además de lo militar, entre los planes de los republicanos está una subida general de los aranceles, que tendrá como principal objetivo China, pero que inevitablemente afectará también a Europa. El republicano propuso en su campaña un arancel general del 10% para todas las importaciones. Este porcentaje aumentaría al 25% para México y alcanzaría un 60% para China.
Si durante la Administración Biden ya hubo fricciones sobre este asunto, con Trump todos los caminos llevan a un escenario de guerra comercial que pondría en jaque sectores estratégicos como el automóvil, la industria química o las renovables, muy dependientes de las exportaciones a Estados Unidos.
En el caso de España, Pedro Sánchez señaló que este país es el principal destino de las inversiones españolas extracomunitarias. En 2023, el país exportó 502.300 millones de euros en bienes a Estados Unidos, según los datos facilitados por la Comisión Europea. En el cierre de la Cumbre en Budapest, los líderes emitieron una declaración conjunta que hacía referencia a la necesidad de una “inversión sustantiva”: “Las dificultades que afrontamos en materia de competitividad requerirán inversiones sustantivas que movilicen financiación tanto pública como privada”, recogía el escrito.
El informe Draghi, encargado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reflejó que la Unión debía movilizar 80.000 millones de euros si quería ser competitiva frente a China y EEUU. “O lo hacemos o será una lenta agonía”, afirmó el que fue presidente del Banco Central Europeo y primer ministro italiano. “Si Europa no consigue ser más productiva, nos veremos obligados a elegir. No podremos convertirnos a la vez en líder de las nuevas tecnologías, faro de la responsabilidad climática y actor independiente en la escena mundial. No podremos financiar nuestro modelo social. Tendremos que reducir algunas de nuestras ambiciones, si no todas”, señaló.
Arteaga subraya que, en esta confrontación geopolítica, los sectores más vulnerables no van a ser tanto los productos de comercio. “Los activos críticos van a ser las tecnologías”, advierte el experto, que añade que si no se dispone de inversión que fomente la autonomía estratégica para desarrollar una industria europea de futuro con capacidad de innovación, y atenta a la competición global, “esa base industrial europea [incluida la Defensa] se irá debilitando, porque quedarán fuera del circuito. Serán dependientes de tecnología, de patentes, de estándares, de certificación [de otras regiones]”.
Arteaga añade que esta falta de inversión será vulnerable ante las inversiones o las salidas de talento. “Ese es el grave problema que tiene vivir en un entorno geopolítico con una sociedad a la que le gusta vivir confortablemente y no tiene mentalidad predadora como los que nos rodean”, admite.