Dos años después de la muerte de Jesús Quintero, pocos pueden dudar de que fue uno de los referentes de la comunicación en España. Su estilo intimista, su ritmo parsimonioso y su magistral uso de los silencios crearon una forma única de entrevistar que huía de la superficialidad e inmediatez que ahora amenaza con invadir cada rincón del viejo periodismo.
Aunque pasó sus últimos años alejado de los micrófonos, Jesús Quintero sigue siendo recordado y muchos espectadores de varias generaciones revisitan sus programas en plataformas como YouTube. Si bien sus entrevistas son prácticamente inaccesibles y muchas no han vuelto a ver la luz, una valiosa muestra ha sido rescatada por su hija, Andrea Quintero, en el documental sonoro La colina del loco: la radio que inventó Quintero, que se estrena este domingo en la Cadena Ser.
Esta producción de seis episodios rescata cintas inéditas de El loco de la colina, que se emitió en la SER entre 1982 y 1986, protagonizadas por personalidades como Lola Flores, Rocío Jurado, Bárbara Rey, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Ana María Matute, Julio Anguita, Blas Piñar, el duque de Alba o Gunilla von Bismark.
Para elaborar este documental se han rescatado más de 300 horas de entrevistas de Quintero en la radio, un material que Andrea supo que debía hacer público en cuanto supo de su existencia. “Uno de los sueños no cumplidos de mi padre cuando se fue era haber vuelto a la radio, a la que siempre fue su casa. Entonces dije ‘tengo que conseguir que vuelva a la radio y tengo que conseguir que todos rescatemos estas cintas y podamos oírlas’”, confiesa a Infobae España.
Pero además de poder reivindicar la figura de su padre, como también ha hecho con el libro Memorias del silencio y con la serie documental de RTVE El Loco, este proyecto le ha permitido a Andrea sentirse muy cerca de su progenitor: “Esta idea me ha regalado la posibilidad de pasar 300 horas con mi padre, porque así lo he sentido. Estoy muy contenta con el resultado y con el regalo que ha sido para mí hacer esto”, expresa.
Según relata, trabajar en este documental ha sido muy importante en su duelo, ya que reconoce que “no estaba preparada para perderle”, por lo que escucharle ha sido sanador para ella, que relata que se refugiaba en sus entrevistas “mientras le lloraba”.
“Mi padre tenía momentos de grandes sombras y de mucho sufrimiento”
Gracias a este ejercicio de retrospección, Andrea Quintero afirma que ha podido descubrir muchas cosas sobre Jesús, pero también sobre ella misma. Y es que, aunque considera a su padre “la persona más vitalista” que ha conocido, también tenía “momentos de grandes sombras y de mucho sufrimiento” en los que se encerraba en sí mismo porque le gustaba compartir “la luz muchísimo más que la oscuridad”.
Fue precisamente cuando detectó el mismo dolor en su hija cuando Quintero decidió compartirlo con ella para hacerla sentir comprendida, tal y como ella misma comparte con este medio: “Cuando más me empezó a hablar del dolor es cuando yo empecé a sufrir en mi vida esos dolores, para usarlo como un ejemplo y que yo pudiese empatizar con él. Creo que hizo algo muy generoso en su vida, que fue ser capaz de transformar el dolor en amor”.
Padre ausente, pero inspirador
Su autocrítica y su perfeccionismo le hicieron encerrarse en sí mismo, algo que sus hijas no podían comprender. “Él vivía dedicado a su trabajo y se lo reproché mucho hasta que llegué a entenderlo”, comenta Andrea, que agrega que Quintero “se encerraba tanto en el trabajo que le desaparecía todo el mundo alrededor y podían pasar dos semanas sin hacer una llamada”.
Sin embargo, cuando esa llamada llegaba, Jesús les regalaba conversaciones que han dejado un poso en el corazón de Andrea: “La misma profundidad que él tenía en sus conversaciones la tenía como padre y como amigo”, apunta. Y añade: “La presencia que tuvo fue muy determinante, muy inspiradora, y no nos educó en el día a día, en las pequeñas cosas, pero nos educó como personas”.
Jesús Quintero se sintió a menudo atormentado por esas ausencias y trató de compensarlas, pero su arrolladora personalidad siempre acababa abriéndose paso frente a la paternidad más cotidiana: “Muchas veces se disculpó por no poder tener la otra presencia, lo intentaba reparar, pero no duraba porque no era él. Es que no podía impostar nada”, reflexiona su hija, que asegura que al periodista “le dolía no estar en la medida en la que nosotras queríamos y esperábamos de él, hasta que dejamos de esperarlo y empezamos a entenderlo”.
“Se fue soñando con volver”
Mucho se habló sobre el retiro profesional de Jesús Quintero en sus últimos años de vida. Sobre si fue voluntario o forzoso, Andrea considera que “hubo un poco de todo”. “Él se fue soñando con volver. Siempre tenía ideas de programas, incluso aunque no fueran para él”, prosigue.
No obstante, el presentador de El loco de la colina tenía una gran autoexigencia, por lo que su hija afirma que en los últimos años su retiro sí tuvo mucho de voluntario porque no se veía al 100%. Pero Andrea puntualiza que su ausencia también tuvo mucho que ver con que la comunicación de esta época “no dejaba sitio para él”. Y eso, asevera, no tiene que ver con la audiencia: “Decía Antonio Gala que a la gente, cuando le das miel, la sabe reconocer. Lo que pasa es que la gente tiene hambre y al final, cuando uno tiene hambre, come de todo”.
En ese sentido, la joven presume de que su padre “nunca se rebajó a hacer algo que él no era. Ni el dinero, ni la ambición, ni nada le hizo moverse de aquello en lo que creía y se fue tremendamente orgulloso de eso”, pese a que “esa inmediatez, esa superficialidad le fueron dejando de lado”.
“El periodismo debe tener lugar para la profundidad”
Esos principios férreos de Quintero marcaron a su hija a la hora de adentrarse en el periodismo, una profesión que le decepcionó al comprobar desde dentro que tiene poco que ver con lo que su padre le había inculcado. Y es por eso que Andrea confiesa, emocionada, que tras la terrible DANA en Valencia ha sentido un doloroso alivio que hasta ahora no se había atrevido a verbalizar: “Ha sido, desde que faltó, la única vez que en mi cabeza he pensado ‘me alegro de que no esté viendo esto’”.
“A mi padre le hubiese dolido terriblemente la espectacularización del dolor a la que estamos asistiendo, la falta de sensibilidad al hablar del dolor ajeno”, lamenta Andrea, que asevera que “lo que estamos viviendo en estos días es la muerte del periodismo en un momento en el que es más necesario que nunca”.
“El periodismo tiene que tener un lugar para la profundidad, para la humanidad”, añade la hija del mítico presentador, que rescatando parte de su obra reivindica el silencio elocuente frente al ruido sordo, la reflexión frente a la barbarie. Lo hace siempre siguiendo el mantra que le enseñó su progenitor: “Que te vayas de esta vida siendo mejor de lo que viniste”. Y así lo sintió él al percatarse de que se estaba despidiendo de este mundo, cuando le dedicó a sus hijas dos palabras con las que no hizo falta nada más: “Qué fortuna”. La misma que tuvimos de escucharle.