Unos minutos de una tarde de un martes de octubre cambiaron la vida de muchos, arruinándola, quienes no la perdieron. Decenas lo hicieron antes de que su Gobierno les alertara del peligro, conociéndolo. A mediodía, su presidente, Carlos Mazón, había difundido un mensaje tranquilizador: el temporal se alejaba y desplazaba a la Serranía de Cuenca. Se basaba en unas previsiones por las que la Universidad de Valencia había suspendido horas antes las clases o por las que distintos centros de trabajo y hasta la Diputación, en manos del PP, habían mandado a todo el mundo a casa, o por las que la televisión autonómica À Punt, haciéndose eco del riesgo extremo, había llamado a los espectadores a permanecer en sus domicilios.
Para Mazón fue una mañana más, que no alteró. Y lo que hizo tras lanzar ese mensaje tranquilizador y hasta que compareció por la noche para admitir el desastre y la búsqueda de cadáveres ha sido una incógnita durante días. Explicó bien ese vacío una pieza firmada por Lucas Marco, Laura Martínez y Sergi Pitarch en eldiario.es: el dirigente abandonó el Palau de la Generalitat a las 14:30 hacia una comida privada. Luego dijo que se trataba de un “almuerzo de trabajo” que sin embargo no figuraba en su agenda pública, debiendo. Este viernes, Luis Villajos y Simón Puchades desvelaron en El Español la identidad de la otra comensal, la periodista Maribel Vilaplana, a la que habría ofrecido la dirección de À Punt. No regresó al Palau hasta las 18:00. El equipo de Mazón había mentido, asegurando que a las 17:00 ya se encontraba en su despacho.
Fue a las 17:00 cuando comenzó la trascendente reunión del Cecopi (Centro de Coordinación Operativo Integrado), pero ni acudió ni se conectó por videollamada. Salomé Pradas, consejera de Justicia e Interior y quien había convocado esa reunión, le llamó a las 18:45. Solo entonces el presidente cogió el teléfono y se desplazó. A su llegada, detuvo el desarrollo del gabinete de crisis porque “los técnicos tuvieron que volver a explicar”, explica eldiario.
Hechos frente a bulos
Pradas tampoco parecía estar muy enterada. Admitió este jueves que fue minutos antes de lanzar la alerta cuando se enteró de la existencia de esta herramienta para salvar vidas. Se instauró bajo el mandato de Ximo Puig, en 2022, así como la Unidad Valenciana de Emergencias que Mazón, sacando pecho, se cargó nada más asumir el poder, tachándola de “chiringuito”. Nerviosa, Pradas ha llegado a negar que el Gobierno le ofreciera al Ejército la mañana previa a la tragedia. Olvidaba que esa misma mañana previa a la tragedia, ante las cámaras de Televisión Española, trasladó a su equipo todo lo contrario: “Se ha puesto a disposición para poder desplazarse”, dice en el vídeo, emitido por los Telediarios y demoledor para la consejera.
De vuelta a Mazón, de nuevo en ese martes histórico, triste, la primera mención al desastre en sus redes sociales se produce cerca de las diez de la noche, para pedir a los valencianos que se informaran por los canales oficiales, À Punt y el 112. La segunda, minutos después, pidiendo no hacerse eco de bulos, como que el 112 estaba colapsado. La mentira consciente, propagada masivamente y contraria al bien público ha sido una de las aristas más dolorosas en estos días. El parking de Bonaire como paradigma. El gran bulo. La muerte atrae a los carroñeros. El periodismo añadiendo una nueva función a la de informar: desmentir y tener la esperanza de que lo honesto alcance cuando menos la mitad de repercusión que lo espurio. Pero aquello no era falso, realmente el 112 no daba abasto. Como tampoco fue falso el abrazo de Mazón a uno de los mayores y más conocidos propagadores mientras escalaba la cifra de víctimas.
Un antes y un después
Con los hechos consumados, en una madrugada de pesadilla, Mazón enfocó la estrategia en la comunicación, manifestando autosuficiencia de la Comunidad Valenciana —rechazando importantes ofrecimientos de otras regiones— y tratando de mostrar liderazgo y control. En sus redes sociales se multiplicó el número de publicaciones. En todas ellas, él en reuniones, observando mapas, desplazándose. En materia de gestión, no pidió un solo soldado hasta el jueves. Defensa no podía proceder sin esa orden. Ante las cámaras, el presidente empezó luciendo un chaleco de la Agencia de Seguridad y Respuesta a las Emergencias, código habitual en —alguna— política para hacer ver que pisas el terreno y eres uno más. También lo hizo Emiliano García-Page en Letur. Se lo acabaría quitando una vez comprendió —o sus asesores le hicieron comprender— que podía resultar ofensivo. A Paiporta, junto a los reyes, donde le gritaron “asesino”, acudió ya en camisa.
Para Mazón son importantes la imagen y el mensaje, como para cualquiera en su lugar hoy día. Política institucional aparte, es un dirigente que se ha querido dejar ver en las calles y con la gente. Quien haya seguido sus pasos especialmente en Instagram y TikTok le ha visto vestido de corredor por las distintas ciudades en las que amanece o por las que pasa, comprando dulces típicos en pueblos y hablando con sus vecinos o siendo parte de algunas de las principales y más populares tradiciones de la región, como es la Tomatina de Buñol. Su equipo corta y difunde con diligencia sus declaraciones más redondas e interesantes en un sentido estratégico. Además, es comúnmente accesible para los medios. Pero la historia ha cambiado: lleva días sin pisar la calle desde que terminó perdido de barro en Paiporta, su equipo publica pero también borra rastro en esas mismas redes, y las entrevistas se limitan a medios en los que considera que no será puesto en apuros.
El 14 de noviembre
La tregua política está cerca de saltar por los aires. Aunque con tiranteces, ha habido colaboración. Cuestión aparte es que los afectados estén satisfechos con el resultado. No lo están. Dos periodistas de Infobae España, María García Arenales y Helena Margarit Cortadellas, constataron en algunas de las localizaciones más golpeadas por la DANA el desánimo y la furia. El pueblo salvando al pueblo, que se dice estos días y se ve en las fotografías y brota de los testimonios de tantos que han perdido su lugar y forma de vida. No son optimistas con la agilidad y profundidad de las ayudas comprometidas; saben que Valencia tiene hoy el foco, pero que el paso del tiempo y nuevos acontecimientos arrastrarán la atención en otras direcciones. Miran a La Palma. El camino será largo.
También para Mazón. Él mira al 14 de noviembre. Es el día que ha previsto para comparecer en Les Corts para explicar minuciosamente la actuación en las horas fundamentales y la hoja de ruta para reconstruir los pueblos y la confianza en las instituciones, principalmente en la suya. Si no lo hace antes, será cuando la oposición exija dimisiones, guardándose por ahora en memoria de las víctimas y los todavía desaparecidos. Vox, la otra pata de su Gobierno, también tendrá que hablar. Y será el día en el que Mazón descubra si está dispuesto a continuar, marcado en adelante por una tarde de un martes de octubre de la que no le salva ni su partido, que remite la defensa de su barón a la defensa que el propio barón pueda hacer de sí mismo. España entera estará atenta.