Leyre Güil, estudiante valenciana de 22 años, es una de las miles de voluntarias que conforman la principal mano de obra que trata de devolver la normalidad a las localidades afectadas por la devastadora DANA, ya sea preparando bocadillos, llevando productos o limpiando las calles que aún siguen repletas de fango, labores que al igual que otros muchos jóvenes no dudó en realizar desde el inicio de la tragedia, desde que el pasado 29 de octubre la riada se lo llevó todo a su paso y que ya ha dejado más de 200 víctimas mortales.
El jueves 31 el número de voluntarios que desde Valencia se dirigía a pie hasta las localidades afectadas más cercanas a la ciudad, como Catarroja o Massanassa, comenzó a incrementarse y entre el viernes y sábado, coincidiendo con el festivo de Todos los Santos y el primer fin de semana desde que ocurrió la tragedia, hubo una auténtica avalancha de solidaridad. Muchas asociaciones falleras, formadas en buena medida por jóvenes, se han convertido estos días en auténticas cuadrillas de limpieza que, cargadas con cubos, palas y cepillos, no han dejado de despejar las calles y prestar ayuda donde más falta hace.
En el caso de la Falla del Pilar de Valencia, de la que forma parte Leyre, enseguida comenzaron a organizarse “para llevar productos concretos como leche para bebés, mascarillas o productos de limpieza”, que tuvieron que comprar en Castellón debido al desabastecimiento que hubo en los supermercados de la capital durante los primeros días. Algunos de los patrocinadores de la falla también les proporcionaron embutido y pan, con lo que en el casal pudieron elaborar 400 bocadillos. “Todos tenemos un conocido o amigo afectado, es imposible no empatizar ante una situación así. Por las mañanas estudiamos o trabajamos, pero las tardes vamos al casal para ver cómo podemos ayudar”, cuenta Leyre a Infobae España, a quien molesta especialmente cuando a los jóvenes se les acusa de ser una “generación débil” que no se esfuerza, la llamada generación de cristal a que la pertenecen las personas nacidas después del año 2000, cuando en esta tragedia han demostrado todo lo contrario.
“Me da muchísima rabia que nos llamen generación de cristal o que digan que lo tenemos más fácil que otras personas. Más que nada porque en cinco años hemos vivido una pandemia, un confinamiento y ahora una riada, lo cual me parece algo surrealista. Los jóvenes fuimos los primeros que nos quedamos en casa con la pandemia y ahora hemos sido los primeros en salir y hacer todo lo que está en nuestra mano para ayudar”, reivindica Leyre. De hecho, aunque hayan transcurrido ya 10 días desde que comenzó la tragedia, en las localidades afectadas aún se puede escuchar a muchos jóvenes preguntando “¿cómo podemos ayudar?”.
Trabajo conjunto con el Ejército y otros efectivos
A partir del sábado pasado, los voluntarios comenzaron a trabajar en coordinación con los efectivos militares, una ayuda que tal y como ha criticado la población de la mayoría de las localidades afectadas por las inundaciones “ha llegado tarde”. Los jóvenes continúan apartando lodo con sus cepillos mientras la maquinaria pesada del Ejército retira los escombros, si bien efectivos como los bomberos también dan indicaciones a los voluntarios para realizar un trabajo más efectivo.
Pese a todo ese esfuerzo conjunto, los servicios de emergencia que se afanan en las labores de rescate y desescombro aún describen escenarios catastróficos e inimaginables, si bien las tareas de reconstrucción de las infraestructuras y algunos servicios como centros de salud o educativos comienzan a recuperar la normalidad, según informa la agencia Efe. De momento, el balance de víctimas mortales por la dana se sitúa en 219, la mayoría (211) en la Comunidad Valenciana, mientras que hay 7 personas fallecidas en Castilla-La Mancha -6 en la localidad albaceteña de Letur y 1 en la conquense de Mira- y una en Andalucía. El número de personas registradas como desaparecidos asciende a 93, aunque hay todavía muchos cuerpos sin identificar.
Por otro lado, más de 500 arquitectos se han inscrito ya en la bolsa creada por el Colegio de Arquitectos de Valencia para colaborar con los ayuntamientos de la zona y la Generalitat y realizar una inspección gratuita de los edificios afectados de más de una decena de localidades. Lo importante ahora, según han destacado, es asegurar la estabilidad y seguridad de las estructuras de los edificios y recuperar la habitabilidad o usabilidad de las viviendas, de locales comerciales y de los equipamientos públicos.
Conscientes de la importancia y la necesidad de acompañar profesionalmente a la ciudadanía, más de medio millar de psicólogos y psicólogas de toda España con formación en emergencias, trauma o duelo han respondido también a la llamada realizada por el Colegio de Psicología de la Comunidad Valenciana (COPCV) para colaborar de forma voluntaria, tanto de forma presencial como telefónica, en la atención y acompañamiento de personas afectadas por la riada.
Ya se pueden solicitar ayudas
Desde este jueves, tras publicarse en el Boletín Oficial del Estado (BOE), ya se pueden solicitar las ayudas del Gobierno para particulares, autónomos y empresas de todas las zonas del país afectadas por la dana. La orden recoge los requisitos de las ayudas destinadas a paliar daños personales, daños materiales en vivienda y enseres, así como las dirigidas a corporaciones locales y a daños a establecimientos industriales, mercantiles y de servicio. Se trata del primer paquete de medidas acordado por el Gobierno central, que asciende a 10.600 millones de euros con un ámbito de 78 municipios (75 de la Comunidad Valenciana, 2 de Castilla-La Mancha y 1 de Andalucía) pero que puede ampliarse a otras localidades.
En el ámbito laboral, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha indicado que ya hay un total de 1.923 trabajadores protegidos por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) tras la dana.
(Con información de Efe)