“Cachetes en las nalgas” o sujetar el culo de los estudiantes para ayudarlos a “subir las barras de las espalderas” son algunos de los actos que han tenido que soportar los estudiantes de una Universidad de Portugal. Además, frases como “esta alumna tendrá más valor por abrirme las piernas” o colocar un top corto frente al torso de una alumna y decirle que “sería un placer para ella participar en sus clases con el pecho descubierto”, son algunos de los comentarios que el docente no ha desmentido en el juicio.
Inicialmente, el profesor fue despedido, pero presentó una apelación defendiéndose y explicando que en las clases de Educación Física había tocamientos, y que las frases no tenían ninguna connotación sexual ni ambigua. En el fallo que ha permitido regresar a las clases a este profesor se puede leer que es “la forma correcta y adecuada de establecer una relación empática, en la base de la relación profesor-alumno”, ha informado CNN Portugal.
El caso se remonta a 2023, en el Instituto Politécnico de Porto (Oporto), donde tres alumnas denunciaron acoso sexual por parte de un profesor, que provocó la apertura de un expediente disciplinar y el despido del docente. Sin embargo, el profesor presentó una medida cautelar ante el Tribunal Administrativo y Fiscal de Oporto, que la consideró “infundada”, manteniendo la sanción disciplinaria.
No obstante, la defensa del maestro no dejó de trabajar y volvió a presentar una nueva medida cautelar ante el Tribunal Superior, donde los jueces entendieron la parte del docente, minimizando los actos. Este tribunal ha ordenado la suspensión del despido y el profesor ha podido regresar a la universidad para dar clase. A pesar de ello, el profesor todavía no se encuentra en contacto directo con los estudiantes.
El profesor lleva trabajando en el Instituto Politécnico desde el pasado 28 de diciembre, pero no fue hasta enero de 2024 cuando la institución lo hizo público a través de un comunicado. Además de este profesor, otros dos compañeros más fueron suspendidos por 200 y 90 días respectivamente, tras otros procesos por acoso sexual en abril del año pasado.
La conducta del profesor
Los hechos denunciados por las estudiantes datan de 2019 y 2022. Una de las estudiante ha dicho que, luego de que el profesor la pidiera hacer el pino en una clase, la dio dos palmadas en el culo diciendo: “Hay que tenerlos apretados”. La alumna realizó el ejercicio dos veces más y volvió a recibir las nalgadas. “Me sentí acosada, pero no reaccioné porque era tímida y tenía miedo a las represalias”, ha confesado la estudiante.
En otra clase, con otra alumna, el docente la pidió que ejemplificara la “parada de manos” (ejercicio que se hace con las manos en la pared formando un cuadrado entre la pared, el suelo, las piernas y los brazos). En el primer intento, la alumna se cayó, y en el segundo, el profesor la dio dos nalgadas diciendo “culo duro, culo duro”.
Es también con esta misma estudiante cuando el profesor pronuncia la frase: “Esta alumna obtendrá un punto más por abrirme las piernas”, mientras realizaba la prueba escrita de la asignatura.
Por otro lado, otra alumna relató un episodio casi idéntico al anterior. Mientras hacía el pino, el profesor la dio varias palmadas en las nalgas delante de la clase. Pero una compañera se enfrentó al maestro en ese momento y le dijo que se sentía incómoda con su comportamiento.
La justificación del profesor
El docente nunca negó la existencia de tales tocamientos y declaraciones. Pero intentó justificar sus acciones tratando de encajar su comportamiento en el procedimiento habitual de una clase de gimnasia, calificando como “corrección de postura” y no de “caricias”.
Sin embargo, el proceso disciplinario consideró que los cachetes no tenían justificación e incluso constituyeron “una violación a la autonomía corporal de los estudiantes, quienes efectivamente se sintieron acosadas y afectaron a su dignidad y libertad sexual”.
En total, el profesor culminó con hasta seis sanciones disciplinarias, con un periodo de sanción de cinco años. Para alegar dichas infracciones, la defensa del docente postuló que ya estaban prescritas y que la sanción vulneraba el principio de proporcionalidad, ya que la sanción era demasiado grave y que hubo un error en la valoración de los supuestos.