¿Los mutualistas de Muface seguirán teniendo sanidad privada? Fecha clave y situación

Este martes, 5 de noviembre, se cierra el plazo definitivo para que las aseguradoras que han prestado servicios decidan si continúan bajo el nuevo concierto bianual

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Imagen de archivo: Fachada de
Imagen de archivo: Fachada de un edificio de Muface, en Paseo de Juan XXIII, a 11 de octubre de 2024, en Madrid (España). (Ricardo Rubio / Europa Press)

La incertidumbre sobre el futuro del sistema sanitario privado de Muface alcanza un punto crítico. Este martes, 5 de noviembre, se cierra el plazo definitivo para que las aseguradoras que han prestado servicios médicos a través de este sistema mutualista para 1,5 millones de funcionarios en España decidan si continuarán bajo el nuevo concierto bianual para los ejercicios 2025 y 2026. Este concierto, que estipula un aumento del 17,12% en las primas, ha suscitado tensiones en las compañías aseguradoras, que cuestionan la suficiencia de los recursos asignados, y podría determinar el acceso a servicios médicos privados para los afiliados a Muface.

Un presupuesto en disputa

El aumento del 17,12% en las primas para el nuevo contrato de Muface, el mayor incremento en la historia de la mutualidad, establece una cifra total de 2.681 millones de euros para el período de dos años. Sin embargo, las principales aseguradoras involucradas, como Adeslas, Asisa y DKV, han expresado durante meses su disconformidad, señalando que, a pesar de este ajuste, los costes operativos de cubrir los servicios no son sostenibles. Argumentan que el incremento sería insuficiente ante el aumento en las demandas asistenciales de un colectivo de funcionarios cada vez más envejecido y el coste de nuevas coberturas, como las terapias avanzadas en oncología y la atención bucodental.

Las aseguradoras consideran que el aumento debería alcanzar el 38% para compensar las pérdidas generadas por la alta siniestralidad y los costos derivados de la atención a largo plazo. Según cálculos de algunas compañías, las pérdidas anuales rondan los 200 millones de euros, lo que cuestiona seriamente la viabilidad de seguir ofreciendo este servicio bajo las actuales condiciones.

Repercusiones para la sanidad pública y las arcas del Estado

El concierto de Muface no solo garantiza la atención sanitaria privada para funcionarios, sino que también representa un alivio importante para el sistema de salud pública, al evitar la sobrecarga de sus servicios. Las fuentes del sector estiman que el uso de servicios privados por parte de este colectivo supone un ahorro anual de alrededor de 890 millones de euros para las finanzas públicas. Sin el respaldo del concierto, la sanidad pública podría enfrentar una mayor demanda, especialmente en áreas donde los funcionarios y sus familias dependen del acceso rápido y especializado que ofrece la cobertura privada.

En caso de que las aseguradoras decidieran abandonar el sistema, la administración se vería obligada a proponer un nuevo acuerdo, algo que implicaría tanto una presión en los recursos públicos como un riesgo de interrupción del servicio para el colectivo de Muface.

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La posición de los sindicatos

Los sindicatos, encabezados por la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), han manifestado públicamente su preocupación y exigencia de una solución que garantice la continuidad del modelo mutualista. Señalan que el posible desmantelamiento del sistema de mutualismo administrativo afectaría la calidad de atención sanitaria que los funcionarios han tenido hasta ahora, generando un motivo de movilización entre los trabajadores del sector público. “No vamos a permitir que el modelo del mutualismo administrativo muera por inanición”, declararon desde CSIF en semanas recientes, instando al Gobierno a incrementar el presupuesto para asegurar la permanencia del servicio.

Por el momento, ninguna de las compañías involucradas ha confirmado oficialmente su participación en el nuevo concierto. La única excepción es Mapfre, que abandonó el sistema Muface en 2009 y que ha señalado que no tiene intención de reincorporarse. Su salida, junto con el escepticismo de las compañías actuales, aumenta la incertidumbre sobre la continuidad del modelo y pone en primer plano los desafíos económicos de su gestión.

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