Hay personas que se aprovechan de las personas para intentar obtener rédito económico. Si las víctimas son colectivos vulnerables, como las personas mayores, el modus operandi de los delincuentes se facilita debido a la sensación de desamparo y la excesiva confianza de quienes sufren los delitos. En España, han proliferado las estafas online, en las que las personas mayores son el principal objetivo de los ciberestafadores dado su desconocimiento de la tecnología y de las medidas de protección frente al robo de sus datos personales y económicos.
No obstante, el siguiente caso se caracteriza por ser mucho más cruel. Víctima y estafadora se conocían en la vida real. De hecho, la arrestada se ganó la confianza de la víctima mientras ejercía como su cuidadora.
La engañó para trasladarse a Rumanía
Giuseppina Marcovecchio y Anca Egorov. Víctima y delincuente. La relación entre la jubilada italiana y la cuidadora rumana comienza tras la muerte del marido de la primera. Por ello, Egorov se presentó como una “mujer de gran corazón”, que actuó como asesora y amiga después de que Marcovecchio se enviudase.
Tal fue la manipulación que la cuidadora convenció a la pensionista de que abandonase su país natal y se trasladase a vivir a la región de Tulcea, en Rumanía, con el pretexto de encontrar “algo de paz” tras la muerte de su marido y curar la depresión derivada de aquella situación.
El exilio en el país rumano duró ocho años hasta que fue interrumpido por el comienzo de la investigación. Giuseppina Marcovecchio declaró, en el marco de la investigación, que “primero vivió en una especie de hotel, donde había enfermeras. Luego, en la casa de la madre de la cuidadora, donde, a menudo, la dejaban sola días enteros”.
Durante todos aquellos años, la cuidadora se apoderó de todos los bienes de la mujer de la región italiana de Castagnole delle Lanze, entre los que se incluían más de 317.000 euros, una casa y fondos con los que había adquirido un estanco en Santo Stefano Belbo.
“Más que cuidadora, parece una cazadora de herencias”
“Las evidencias hablan por sí solas. Antes de conocer a la cuidadora Anca Egorov, la señora Giuseppina Marcovecchio tenía un patrimonio de 317 mil euros y una caja fuerte llena de objetos preciosos. En septiembre de 2023, después de pasar 8 años en Rumanía, la señora Giuseppina descubrió que ya no tenía dinero. La caja fuerte vacía. Entretanto, están las manipulaciones de esa mujer que, más que cuidadora, parece una cazadora de herencias. Por eso pido una pena de 7 años y medio de prisión”, fueron las palabras del fiscal encargado del caso.
La rumana fue detenida y acusada de elusión fiscal y blanqueo de capitales y, en el pasado julio, fue condenada a una pena de cinco años y seis meses de prisión y a una multa de 15.000 euros. Además, se añadieron medidas adicionales internacionales para embargar los bienes poseídos por la cuidadora en Rumanía. Se incautaron tres terrenos con una superficie total de más de 6.000 metros cuadrados y un paquete de acciones de Omv Petrom Sa, productora de petróleo y gas. Además, se impuso a la acusada el importe a Marcovecchio de una indemnización de 300.000 euros por exilio forzoso.