Casi una semana después de la caída de las devastadoras lluvias en Valencia, poco parece haber cambiado en el escenario del desastre: los vecinos conviven todavía con el fango, los destrozos y el agua estancada. Algunos temen mirar entre los escombros o mover los coches arrastrados por el temporal, pues entre ellos podrían aparecer nuevos cadáveres, que aumenten la cifra actual de 211 muertos. Pero la catástrofe no solo es natural o emocional, también puede ser sanitaria.
“En el momento actual el principal reto es salubrista”, ha afirmado el secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla. Desde el Ministerio de Sanidad, han advertido de las consecuencias para la salud pública que puede tener un desastre natural como el ocurrido en Valencia: “Hay riesgo de ingesta de agua o alimentos contaminados o inhalación de diferentes patógenos que puede dar lugar a procesos infecciosos como gastroenteritis o neumonía. Además, el daño en las infraestructuras puede condicionar un mayor riesgo de lesiones por descargas eléctricas o inhalación de gases tóxicos”.
Enfermedades gastrointestinales, las más probales
Los riesgos aumentan a partir de las 72 horas tras la inundación, aseguró el epidemiólogo José María Martín-Moreno en una entrevista con EFE, un plazo ya sobrepasado. El experto afirmó que el agua estancada “se convierte en un hábitat perfecto para la proliferación de vectores como mosquitos y cucarachas, así como de roedores y microorganismos capaces de causar infecciones en humanos”.
De estos problemas ya alertó en el 2005 la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en un informe aseguraba que las inundaciones pueden incrementar potencialmente la transmisión de enfermedades como el cólera, la leprosis o la hepatitis A. Sin embargo, el riesgo es bajo “salvo que haya un número significativo de la población desplazada y/ las fuentes de agua estén comprometidas”, afirma el organismo internacional.
De hecho, el Ministerio de Sanidad ha aclarado que las infecciones que podrían causar estas afecciones no son epidémicas en España, por lo que es muy poco probale que se produzcan. Para Sanidad, el mayor riesgo existente actualmente es el de la contaminación de las aguas por microorganismos de tipo digestivo que puedan producir sintomatología como vómitos o diarrea.
Además, “al contrario de lo que se cree comúnmente, no hay evidencia de que los cadáveres supongan un riesgo de epidemias tras un desastre natural”, asegura un informe de la OMS. Por su parte, el Centro de Control de Enfermedades estadounidense (CDC), citado por el ministerio español, señala el riesgo de infecciones de heridas, la aparición de sarpullidos, enfermedades gastrointestinales o el tétanos.
“En el momento hiperagudo es importante garantizar que no existe colapso de los servicios de salud”, ha expresado Padilla, si bien asegura que “ese es un riesgo que ahora mismo no parede existir”. Pese a ello, ha insistido en la necesidad de “reforzar los dispositivos de Atención Primaria en las zonas afectadas porque, además, es probable que la gente tenga más dificultades en poder desplazarse a otros centros en caso de precisarlo”. Ante el posible riesgo sanitario, se ha movilizado ya al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) y al Instituto de Salud Carlos III, ha informado la ministra Mónica García, que se unirá este lunes al Comité de Crisis por la DANA.
Estamos manteniendo reuniones diarias con la Conselleria de Sanidad. Trabajamos con todos los equipos para abordar la vigilancia, prevención y control de los riesgos en salud pública. También elaborar los protocolos necesarios para la detección y el diagnóstico precoz.
— Mónica García (@Monica_Garcia_G) November 3, 2024
Hemos…
Recomendaciones de Sanidad: mascarillas, ropa larga y desinfección
En un contexto marcado por la ayuda de voluntarios, muchos sin organización ni experiencia en el terreno, el Ministerio de Sanidad ha emitido un documento de recomendaciones oficiales y medidas de prevención para aquellos que viven o colaboran en el terreno afectado.
De forma general, las personas con algún problema de salud, niños y mujeres embarazadas no deberían participar en las labores de limpieza por los riesgos que suponen para su salud, más vulnerable que la del resto. Aquellos que colaboren, deberán utilizar ropa de manga y pantalón largos, para no dejar descubiertos brazos o piernas y prevenir así heridas. Además, es necesario cubrirse la nariz, boca, ojos y manos, utilizando mascarilla, protector ocular y guantes.
Tras retirarse los equipos de protección, es necesario lavarse con agua y jabón o, en su defecto, gel hidroalcohólico, especialmente antes de los descansos, antes de ingerir comida y al finalizar los turnos de limpieza, prestando especial atención a posibles heridas. La ropa utilizada durante la jornada, contaminada por las aguas residuales o de inundación, debe lavarse con agua caliente y detergente antes de volver a usarla. En caso de sentir malestar o presentar síntmas de infección, es importante solicitar ayuda sanitaria.
En caso de encontrarse con cadáveres, humanos o de animales, es crucial no tocarlos y alertar a las autoridades. En cuanto a las mascotas, cada ayuntamiento debe tener unas instrucciones a seguir.
En el ambiente también puede haber peligros de salud: es importante ventilar las estancias todo lo posible, limpiar paredes y suelos y desinfectar con lejía o jabones similares. Se bede retirar el agua estancada, los muebles y los utensilios mojados. Respecto a la basura, hay que mantenerla alejada del contacto con seres humanos.
Si se usan generadores de energía, deben colocarse a más de 5 metros de distancia de puertas, ventanas o rejillas de ventilación para prevenir la intoxicación por monóxido de carbono. Lo mismo con los motores de herramientas como máquinas de lavado a presión. Tampoco se debe dejar encendido el motor de los vehículos dentro de un garaje que esté junto a la casa, ni siquiera con el portón abierto. Para evitar incendios, electrocuciones o explosiones, hay que desconectar la electricidad y el gas de las estancias.
Respecto a los alimentos, habrá que desechar cualquiera que pueda haber estado o en contacto directo con el agua de la inundación, salvo latas y envases impermeables, que se deberán secar durante al menos 1 hora antes de abrirlos o guardarlos. Aquellos alimentos húmedos que no puedan limpiarse y secarse en menos de 48 horas deberán desecharse.