Fue el primer país en prohibir la importación de coches de gasolina y estas son las primeras conclusiones sobre la transición a los eléctricos

Para que la transformación hacia la movilidad sostenible sea efectiva, el país debe contar con infraestructuras y servicios para proveer a la población de la electricidad y los recambios necesarios para estos vehículos eléctricos

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Coche eléctrico durante la recarga (Flickr/Europa Press)
Coche eléctrico durante la recarga (Flickr/Europa Press)

La mayoría de los países están intentando realizar una transición hacia una economía más verde, con el objetivo de frenar el cambio climático. Sin embargo, muchas naciones no están preparadas para llevar a cabo la transformación porque no cuentan con las infraestructuras necesarias para proveer a la población de las garantías para que el cambio sea satisfactorio. Por tanto, este intento de las instituciones públicas, que en un primer momento responde a una buena acción, acaba convirtiéndose en ocasiones en un problema para el conjunto de la ciudadanía.

En enero de este año, Etiopía, se convirtió en el primer país del mundo en prohibir la importación de vehículos privados no eléctricos. Con esta iniciativa se buscaba aliviar la presión del gasto de divisas en el subsidio del coste del combustible. A medida que el mundo demanda más tecnologías verdes para reducir las emisiones nocivas para el medioambiente, este país del este de África quiso adelantarse a una medida que en el futuro parece que será general en el resto de naciones. De esta manera, en Etiopía actualmente se importan 100.000 coches eléctricos al mes y se espera que la cifra aumente hasta los 500.000 para 2030. En consonancia con la prohibición, a principios de este mes de noviembre, el gobierno aumentó el precio del combustible un 8 %

El ministro de Transporte de Etiopía, Bareo Hassen, confía en que el país puede convertirse en una nación modelo con un legado de economía verde: “El gobierno invertirá en estaciones de carga públicas y hay planes para crear una planta que fabrique baterías para vehículos eléctricos localmente para reducir la dependencia de las importaciones”, explicó a The Associated Press. Además, se ha construido una gran presa en el río Nilo, la Gran Presa del Renacimiento, que se espera que genere más de 5.000 megavatios de energía eléctrica en el plazo de un año.

Primeras conclusiones de la medida

Pese a que estas decisiones persiguen un mayor cuidado del medioambiente y una transición hacia una economía más limpia, es importante analizar si el proyecto ha sido efectivo y ha beneficiado al conjunto de la sociedad etíope. Por ahora, muchos ciudadanos dudan que los objetivos del gobierno se puedan alcanzar, ya que la infraestructura y los servicios adicionales necesarios son insuficientes.

Awgachew Seleshi decidió comprar un coche eléctrico a medida que el precio del combustible subía en el país. Sin embargo, ahora se enfrenta al irregular suministro de electricidad en Adís Abeba, la capital de Etiopía, así como a la escasez de piezas de repuesto. “Cargar mi coche ha sido un reto. Las piezas de repuesto que se importan de China son caras, pocos mecánicos pueden arreglar esos coches y el valor de reventa de estos vehículos es bajo”, ha enumerado.

Adís Abeba, Etiopía (Abdullah aljaberti/Pexels)
Adís Abeba, Etiopía (Abdullah aljaberti/Pexels)

“En Etiopía hay dos o tres talleres que pueden reparar vehículos de nueva energía y muchos consumidores no saben cómo cuidarlos”, afirma Yonas Tadelle, un mecánico de la capital. “Como mecánicos, también carecemos de las herramientas, las piezas de repuesto y los conocimientos necesarios para reparar esos coches”. Esto ha provocado que se encarezcan las reparaciones y que muchos vehículos eléctricos permanezcan estacionados en garajes y estacionamientos hasta que los repuestos lleguen desde China.

Samson Berhane, economista con sede en Adís Abeba, ha explicado también que los clientes no han podido adaptarse cómodamente al cambio y que los vehículos eléctricos se venden por unos 20.000 dólares: “Muy pocas personas están dispuestas a correr el riesgo de comprar autos eléctricos debido a la falta de infraestructura, la escasez de mecánicos especializados en el mantenimiento de vehículos eléctricos y la inundación del mercado con marcas chinas que tienen detalles cuestionables y visibilidad a largo plazo”. Sin embargo, ha asegurado que cree que Etiopía es capaz de proporcionar esta electricidad durante la próxima década.

El comercio de vehículos de gasolina de segunda mano aún continúa en el país y son muchos los etíopes que han decidido renunciar al cambio. Esto provoca que únicamente una pequeña fracción de los 1,2 millones de coches que hay en Etiopía sean eléctricos. Yared Alemayehu compró un vehículo eléctrico que tenía un defecto mecánico pensando que podría arreglarlo. Sin embargo, no fue posible, por lo que lo revendió con pérdidas y adquirió un Toyota Corolla por 20.000 dólares, incluyendo los impuestos que gravan los vehículos de gasolina. “Además de tener que cargar mi viejo coche eléctrico, se estropeaba con frecuencia, el garaje tardaba demasiado y la cola nos abrumaba”, explicó.

Ante la insuficiencia de puestos de carga y la dificultad para reparar los daños de estos vehículos eléctricos, son muchas las personas en Etiopía que prefieren seguir utilizando coches de gasolina. En unos años, el país pretende proveer de lo necesario para que la movilidad sostenible sea efectiva, pero, de momento, las complicaciones de optar por los vehículos eléctricos provoca que la transformación no esté siendo efectiva. En un futuro cada vez más cercano, todos los países posiblemente escojan esta vía, por lo que deben empezar a gestionarse las infraestructuras necesarias para hacerlo posible.

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