L’Alcúdia resurge entre el barro tras la devastación de la DANA: “Si hay algo positivo de esta situación, es la gente”

Con las calles anegadas y las viviendas devastadas, uno de los pueblos afectados por el desastre natural se enfrenta a la tragedia junto a la ayuda de cientos de voluntarios y vecinos

Guardar
L’Alcúdia, en Valencia. (Carmen Ortiz)
L’Alcúdia, en Valencia. (Carmen Ortiz)

María Amparo es dueña de una cafetería en L’Alcúdia, un municipio de cerca de 12.000 habitantes en la Comunidad Valenciana. O lo era. La localidad es una de las afectadas por la DANA que esta semana ha dejado más de 200 muertos en la región, arrasando pueblos y destruyendo viviendas y negocios. El suyo es uno de ellos. “Cuando llegamos a la cafetería no había puerta, estaba todo lleno de barro”, cuenta. El lodo entró hasta el interior, dañando elementos imprescindibles como el lavavajillas o la nevera. Su único consuelo es que su vivienda, en un primer piso, no se ha visto afectada.

La cafetería de María Amparo.
La cafetería de María Amparo. (Carmen Ortiz)

Historias como la de María Amparo se repiten cada pocos metros en L’Alcúdia, donde por todas partes se siguen viendo las marcas que ha dejado la catástrofe meteorológica: calles repletas de barro, escombros en las puertas de las casas más afectadas, vehículos estancados en cualquier lugar. Las autoridades han decidido restringir el acceso de vehículos al centro de la ciudad y decenas de voluntarios aparcan sus coches a las afueras. Cargados de herramientas como escobas, palas, guantes y cubos, trabajan coordinadamente.

La concejala Isabel Madramany supervisa el flujo de voluntarios. “Han venido de toda España, especialmente jóvenes. Esto es un mar de gente joven ayudando, y luego dicen que no se interesan por nada”, apunta, mientras coordina a otro grupo que acaba de llegar. A su alrededor, las pilas de alimentos y artículos de primera necesidad se distribuyen entre los afectados.

La concejala Isabel Madramany. (Carmen
La concejala Isabel Madramany. (Carmen Ortiz)

El mercado municipal se ha convertido en un improvisado centro de distribución de alimentos. Eurèli Domenech, concejal de Cultura, explica cómo han organizado los suministros: “Aquí llegan los productos ya clasificados desde el almacén municipal. Solo queda abierto un supermercado en todo el pueblo, y no da abasto”.

Torres de escombros

El ambiente que se respira en las calles del municipio es de colaboración y esfuerzo constante. Desde muy temprano, los voluntarios arrastran el barro con escobas y palas. En las casas afectadas, llevan todo el fin de semana sacando a la calle todos los muebles y las pertenencias dañadas, formando grandes torres de escombros. “Si hay algo positivo de esta situación, es la gente”, afirma el cura de la localidad mientras barre la ermita del pueblo. El párroco de Carlet, la localidad vecina, ha movilizado a los jóvenes de la catequesis para que colaboren. Allí se encuentran, barriendo todos en una misma dirección.

Los vecinos del pueblo que tienen alguna camioneta o vehículos que puedan transportar todos estos objetos hacen viajes sin cesar. Van recogiendo todos los objetos que han quedado inservibles y depositándolos en las afueras del pueblo. Esta acción se repite continuamente: más de diez camiones recorren continuamente la localidad.

L’Alcúdia, en Valencia. (Carmen Ortiz)
L’Alcúdia, en Valencia. (Carmen Ortiz)

Protección Civil, con refuerzos desde la provincia de Tarragona, ha desplazado un equipo para coordinar las labores de limpieza y seguridad. “Estamos aquí para ayudar en lo que haga falta, por el tiempo que sea necesario”, asegura el jefe del equipo de voluntarios. En algunos lugares, el agua superó el medio metro, atrapando a los coches y dañando irreparablemente las plantas bajas y los sótanos. “La noche del 29 [de octubre] fue una catástrofe. Ahora estamos todos apiñados, codo con codo, intentando recuperar nuestras vidas”, destaca un vecino, que aún no puede olvidar la impotencia de ver su pueblo tan devastado.

Los miembros de Protección Civil
Los miembros de Protección Civil de Tarragona. (Carmen Ortiz)

Las labores de limpieza no cesan durante todo el día. Con toda la colaboración, se intenta recuperar la normalidad. En la entrada de una casa, la propietaria saca barro sin parar. “Estamos bien, también la familia; son solo daños materiales”, comenta.

El espíritu de solidaridad predomina en cada calle de L’Alcúdia: la población limpia y tira escombros, una y otra vez, en una labor que llevará semanas. Como dice otro vecino, Ferran Boix: “Hoy limpiamos barro y recogemos trozos de nuestra vida, pero este pueblo va a volver a la normalidad gracias a todos los vecinos”.

El día después de la dana más devastadora del siglo.
Guardar