Cuando la tragedia de la DANA en Valencia te obliga a “resurgir de las cenizas”: “En mi guardería había 50 niños, por suerte estamos vivos”

En Catarroja, uno de los municipios más afectados por el desastre natural, los supervivientes comienzan a buscar la forma de regresar a la vida cotidiana

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Escuelas e institutos han quedado
Escuelas e institutos han quedado totalmente destrozados. (Helena Margarit Cortadellas)

El Ave Fénix no es solo un símbolo de resiliencia, esa capacidad de afrontar eventos difíciles, sino también de renovación. Tal vez por eso Teresa, una mujer de 57 años que ha perdido a consecuencia de la devastadora DANA la guardería que abrió hace tres décadas en el municipio valenciano de Catarroja se siente en estos momentos más identificada que nunca con esta ave mitológica capaz de renacer de sus cenizas.

Aún no sabe de dónde va a sacar las fuerzas para volver a levantar su negocio tras la enorme tragedia, pero está convencida de que lo hará. “Tengo un hijo que vive en el extranjero y me decía que iba a coger un avión para venir, pero le he dicho que no. Yo ya me he renovado como el Ave Fénix, tenemos que resurgir de las cenizas. Los valencianos somos así, cuando quemamos una falla ya estamos montando otra”, dice orgullosa a Infobae España, aunque también se muestra muy crítica por la falta de efectivos: “Aquí no ha venido nadie”.

Enfundada en unas botas de goma hasta las rodillas, Teresa sigue limpiando el lodo que arrasó su local. Ha tenido que tirar todos los enseres, desde los pequeños colchones en los que dormían bebés y niños hasta las mesas donde dibujaban. Todo con la colaboración de su otro hijo y de amigos y vecinos, que no han dudado en echar una mano. De hecho, fue un vecino con un tractor el que le ayudó a derribar la persiana metálica de la escuela. Y aunque nada se ha podido salvar, al igual que les ha ocurrido a otros muchos afectados por las inundaciones que han devastado varias localidades de la Comunidad Valenciana, da gracias por no tener que lamentar víctimas mortales.

Escuelas e institutos han quedado
Escuelas e institutos han quedado totalmente destrozados. (Helena Margarit Cortadellas)

En esta zona del Mediterráneo, explica Teresa, están acostumbrados a fenómenos extremos como la gota fría, pero nunca imaginaron que se podría producir un desastre de tal magnitud. Es más, el pasado martes ni siquiera llovía en Catarroja, aclara, pero igualmente cree que las autoridades no deberían haber subestimado la virulencia de la DANA y “deberían haber activado antes la alerta para al menos haber dado más tiempo para reaccionar”. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya había advertido de la intensidad del fenómeno días atrás y el mismo martes, sobre las 7.30 horas, elevó el aviso de naranja a rojo, el máximo.

“Muchas veces nos asustan con alertas por la gota fría y luego no pasa nada, pero más vale asustar y prevenir que lamentar, como está ocurriendo ahora”, lamenta. El martes a las 12.30 horas, explica, les avisaron de que estaban empezando a desalojar los colegios, y entonces ella, por su propia iniciativa, decidió hacer lo mismo. “Aquí en la guardería a las 15:00 horas ya no quedaba nadie, y ni siquiera llovía a esa hora, pero el agua llegó del barranco de Chiva con mucha fuerza y destrozó todo. No quiero imaginar que habría pasado si hubiéramos tardado más tiempo en desalojar porque había unos 50 niños. Hubiera sido una tragedia, pero por suerte estamos vivos”, asevera. Mientras habla, detrás de ella circula una patrulla de Protección pidiendo a la población que deje las vías desocupadas para que puedan pasar servicios de emergencia. Es la primera vez que lo escuchan desde que comenzó la catástrofe.

Escuelas e institutos han quedado
Escuelas e institutos han quedado totalmente destrozados. (Helena Margarit Cortadellas)

Un escenario apocalíptico

La guardería Mi primer cole está situada en una de las principales calles de Catarroja, en la Avenida La Rambleta, y frente al Instituto de Enseñanza Secundaria Berenguer Dalmau, un centro que también ha quedado muy afectado por las inundaciones. La fuerza del agua ha reventado las vallas que lo rodean y ha provocado numerosos destrozos dentro del edificio.

El escenario en el resto de calles no es mucho mejor. El lodo lo inunda todo y allá donde se mire hay una imagen apocalíptica: coches apilados unos encima de otros, puertas de garaje arrancadas de cuajo, aceras y asfalto levantados y bajos completamente anegados. Pese a ello, Teresa confía en que dentro de medio año pueda volver a abrir su escuela, aunque será mucho más difícil calcular cuándo los habitantes del lugar lograrán reponerse emocionalmente de toda esta tragedia.

Por el momento, la DANA, la más destructiva de este siglo, ya se ha cobrado más de 200 fallecidos en la Comunidad Valenciana, pero todavía hay muchas más personas desaparecidas.

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