María Luisa G. M., viuda de un hombre fallecido en Zaragoza, ha sido absuelta de las acusaciones de estafa tras retirar 370.000 euros de una cuenta bancaria de su esposo poco antes de su muerte. Según ha informado el periódico Heraldo, el tribunal de la Audiencia Provincial de Zaragoza ha determinado que no hubo delito en las acciones de la mujer, quien estaba autorizada para operar en la cuenta.
El caso surgió cuando los hijos del difunto, quienes no mantenían una buena relación con su padre, denunciaron a su madrastra al descubrir que había retirado una suma significativa de dinero mientras su esposo estaba hospitalizado en la UCI. La viuda justificó su acción presentando un documento que, según ella, fue dictado y firmado por su esposo en presencia de testigos, aunque los hijos impugnaron su validez.
Durante el juicio, la defensa de María Luisa G. M. presentó testigos que confirmaron la autenticidad del documento y la capacidad de su esposo para firmarlo. Estos testimonios fueron considerados “verosímiles y creíbles” por los magistrados, quienes concluyeron que no había pruebas suficientes para condenar a la acusada.
La Fiscalía había solicitado una pena de tres años por apropiación indebida, mientras que los denunciantes pedían cinco años de prisión. Sin embargo, el tribunal ha decidido absolver a la viuda, argumentando que el informe pericial caligráfico presentado por la acusación no era concluyente.
El tribunal también ha tenido en cuenta que los hijos del fallecido reconocieron no haber tenido contacto con su padre durante años, lo que podría haber influido en la decisión del hombre de autorizar el retiro del dinero. La sentencia aún puede ser recurrida ante el Tribunal Supremo.
“Yo redacté en un folio lo que él me dictó y luego lo firmó”
En su declaración el pasado 5 de octubre, la mujer admitió que entre el 19 de marzo y el 6 de abril de 2020, mientras su marido estaba en la uci con una grave insuficiencia respiratoria causada por el Covid-19, acudió al banco y mediante cuatro cheques sacó 370.000 euros que luego ingresó en una cuenta de la que solo ella era titular.
Sin embargo, explicó que pudo hacerlo, por una parte, porque estaba autorizada en la libreta y porque su marido le había firmado un documento precisamente un día antes de ser hospitalizada con el que “reforzaba” que estaba autorizada para traspasar dinero de su cuenta de BBVA.
“Nos citamos en una panadería-cafetería de la avenida de Madrid y con dos testigos, una conocida mía y un amigo del alma suyo, yo redacté en un folio lo que él me dictó y luego lo firmó. El papel llevaba el membrete con su DNI por las dos caras”, relató ante el tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia de Zaragoza y lo recogió el Heraldo.
Estos dos testigos también han sido clave en la decisión final, ya que en sus declaraciones corroboraron la reunión celebrada en una mesa alta del local. El 19 de marzo fue el primer día que acudió al banco y le extendieron dos cheques bancarios por un importe de 150.000 euros cada uno. El 6 de abril repitió la operación y emitieron otros dos por una cuantía de 40.000 y 30.000 euros, respectivamente.
Desde el día que ingresó no volvió a hablar con su marido porque estuvo incomunicado. La pareja se había casado en 2016 y él tenía tres hijos de un anterior matrimonio con los que, tal y como han explicado en el juicio, la relación no era estrecha. En 1994, los tres hermanos se marcharon de casa porque eran víctimas de malos tratos físicos y psíquicos. Con el tiempo, en 2003, el hombre intentó retomar el contacto con ellos y, de vez en cuando, se tomaba un café con una de las hijas y hasta llegó a conocer a su nieto. Pero los tres han coincidido en señalar que nunca hablaron de herencias ni de si tenía dinero o patrimonio.