Ya se empezó a cocinar una asimilación lenta en el Foro Económico Mundial del 2022 cuando se comunicó que el metaverso liderará los próximos cambios económicos y será una forma nueva de viajar para aquellos que “no puedan hacerlo por motivos de salud, económicos, u otros”. Y es que es un hecho que viajar se está convirtiendo progresivamente en un privilegio cada vez mayor, lo cual en un futuro próximo acabará traduciéndose en una imposibilidad para viajar para cualquiera que no pertenezca a los estratos económicos más altos.
La preocupación por la materialización de esta realidad ha crecido significativamente este mes de octubre por la aparente tendencia en los gobiernos europeos de aumentar los impuestos de los billetes de avión: ha pasado ya en Alemania y en Francia.
El Gobierno francés ha decidido triplicar la recaudación del Impuesto de Solidaridad sobre los billetes de avión, además de la tributación de los billetes de viajes de negocios, de vuelos de larga distancia, y de la aviación ejecutiva. Lo más probable es que esta medida se traduzca en un aumento significativo del precio de esos tipos de billete – aunque en el caso de los viajes de negocios y de la aviación ejecutiva los gastos recaerán sobre una empresa, los pasajeros que deseen embarcarse en vuelos de larga distancia deberán asumir ese aumento de precio de su propio bolsillo. Esto supondrá inevitablemente que cada vez sean menos las personas con la capacidad económica para viajar, convirtiendo el volar en una absoluta exclusividad.
Easyjet dice que la subida de impuestos la pagarán los clientes
La aerolínea lowcost EasyJet ha sido una de las más vocales a la hora de posicionarse en contra de la nueva medida, destacando en una nota de prensa que “el avión no debería reservarse para una élite”. “Para Easyjet, el rápido y significativo aumento de los impuestos sobre los billetes de avión afecta directamente al poder adquisitivo de los consumidores y, a medio plazo, privará especialmente a los hogares de clase media del acceso a los viajes aéreos”.
Según los responsables, esta medida tiene un fin medioambiental, aunque de acuerdo con una encuesta encargada por la aerolínea Easyjet a Odoxa, una empresa de análisis de opinión, el 71% de los franceses encuestados cree que es una medida pensada para reponer rápidamente las arcas estatales, frente al 27% que opina que se trata realmente de una manera de reducir las emisiones.
En el caso de Alemania, la medida es muy similar: los impuestos sobre los billetes de avión que partan de aeropuertos nacionales aumentarán un 20% a partir del próximo mayo, recayendo su pago sobre las aerolíneas. Como era de esperar, según el medio de información alemán DPA, este aumento de impuestos supondrá un aumento directo de las tasas para los pasajeros, de unos 15,53 euros a 70,83 euros por cabeza, dependiendo del destino final. Sin embargo, aunque ya se ha aprobado la medida en calidad de proyecto de ley de financiación presupuestaria, aún debe ser aprobado por el Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento Alemán. “La repercusión prevista del impuesto en las tarifas aéreas tendrá un impacto directo en los precios individuales de los viajes de avión. Especialmente en el ámbito de los llamados vuelos de bajo coste, el impuesto puede suponer una proporción considerable del precio total del billete de avión”, indica el proyecto gubernamental.
Una lucha medioambiental a base de impuestos
Estas medidas pueden tener que ver con la reforma de la Directiva sobre Fiscalidad de la Energía propuesta por la Comisión Europea en 2021 que pretendía ayudar, entre otras cosas, a reducir en un 55% las emisiones europeas para 2030 a través de impuesto. Este proyecto incluye medidas como la eliminación de exenciones e incentivos vinculados a combustibles fósiles. Una de las industrias que más afectadas se verán por esto será la de aviación: si el proyecto se llevase a cabo, se incorporaría gradualmente un tipo impositivo mínimo al queroseno (de 10,75 euros el gigajulio, aunque el importe final lo determinaría cada estado miembro en su territorio) con el fin de evitar “favorecer de facto el uso de combustibles fósiles en la UE”.
Si las medidas de aumento de impuestos realmente están relacionadas con esto, el determinar si es una medida justa o necesaria recae sobre cada cual. Lo cierto es que la traducción inmediata será que solamente puedan volar las personas muy pudientes. Quizás, si los aviones son tan contaminantes, debería abordarse la resolución de sus emisiones desde un ángulo que no suponga reservarlos para unos pocos privilegiados, como reducir el número de vuelos, prohibir las aeronaves de uso privado (por ejemplo, Taylor Swift aporta 1.184,8 veces las emisiones anuales totales de una persona promedio, y no es la única), o la Tasa por Vuelos Frecuentes que propone una coalición de organizaciones ecologistas de la Unión Europea y de Reino Unido, según Climática.