Aunque en España se solía celebrar, hasta hace algunas décadas, el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre, hoy en día lo más común es celebrar Halloween la noche del 31 de octubre. Hay un pueblo en concreto en Comunidad de Madrid que, año tras año, lleva esta celebración al límite: Paracuellos de Jarama, el pueblo del terror (una semana al año, por lo menos).
Según ha anunciado el Ayuntamiento del municipio a través de su página web, como todos los años se dispone a decorar sus calles con temática de terror, invitando a los comercios y viviendas a participar en un concurso “de disfraces” que contempla tanto personas como edificios enteros. Del 28 al 30 de octubre, el jurado visita los comercios y viviendas de los individuos registrados, mientras que los aficionados y vecinos podrán visitar los decorados el mismo 31 de octubre a partir de las 18:00 horas.
Hay varias categorías para que todo el mundo pueda participar: el “pasaje de vivienda particular”, la “decoración de fachada particular”, la “decoración de un comercio”, el “disfraz familiar” y la “puerta terrorífica”. Para participar, hace falta enviar un correo electrónico a participacionciudadana@paracuellosdejarama.es, indicando nombre y apellidos, DNI, dirección, modalidad, si se desea participar en el “truco o trato”, y el horario de disponibilidad para visitas. En caso de las dos últimas categorías, solo hace falta enviar los datos de un representante y hasta dos fotografías inéditas y actuales al mismo correo electrónico, indicando la categoría de participación en el asunto.
Los criterios que seguirá el jurado en las distintas categorías son: en la categoría de pasaje de vivienda particular, el número de actores implicados, el decorado de fabricación propia, la creatividad en la temática y el uso de efectos sonoros y lumínicos; en la categoría decoración de fachada particular, la creatividad en la temática, el decorado de fabricación propia y el uso de efectos sonoros y lumínicos; y en la decoración de comercio, el decorado de fabricación propia, el uso de efectos sonoros y lumínicos; en el disfraz familiar, que sean de elaboración propia, la creatividad y el maquillaje; y en la puerta terrorífica, la creatividad y que los materiales sean de fabricación propia.
No todo es diversión: también hay premios. Un diploma para todos los ganadores y, además, regalos valorados en distintas cantidades: para el mejor pasaje del terror, en 300 euros; para la mejor decoración particular, en 180 euros; para la mejor decoración de comercio, en 100 euros; para el mejor disfraz familiar, en 90 euros; y para la mejor puerta terrorífica, en 30 euros.
Una fiesta pagana que dejó de serlo
Originalmente, esta tradición se celebraba a modo de tributo a todos aquellos santos que nunca llegaron a ser canonizados. Lo más común era acudir al cementerio a llevar flores o recordar a los difuntos, aunque en España existe una variedad de “rituales” para celebrar esta festividad, como la fiesta canaria de los Finaos, en que la familia rememora a sus difuntos a través de anécdotas e historias; o la tradición jienense de tapar con gachas las cerraduras de las puertas con el fin de ahuyentar a los malos espíritus.
La fecha de celebración tampoco es coincidencia, y es que antaño se celebraba el 13 de mayo. Sin embargo, con la legitimación del catolicismo en el siglo IV, se buscó una manera de acelerar la asimilación por parte de la población. Hasta el año 385, en que el Papa Gregorio IV decidió cambiar la fecha al 1 de noviembre: como el 31 de octubre se celebraba la fiesta celta de Samhain, considerada paganismo por las autoridades religiosas de la época, el cambio de fecha del festivo serviría para eclipsar esta celebración y resignificar la fecha.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no se pudo eliminar la tradición del todo: lo que hoy en día conocemos como Halloween nace de la evolución de las tradiciones celtas. Cuando empezaron a llegar inmigrantes irlandeses a los Estados Unidos en el siglo XIX, estos se mantuvieron fieles a su herencia celta en el “nuevo mundo”, por lo que continuaron celebrando el Samhain. A lo largo de los años y las décadas, acabó por perder esas connotaciones paganas, convirtiéndose en lo que es hoy: disfraces, fiesta, y mucho terror.