Fue una de las polémicas del verano. La influencer María Pombo y la promotora Berrinche Musical querían celebrar un festival de música, el Suavefest, en un palacio protegido, el del Infante Don Luis de Boadilla del Monte, Bien de Interés Cultural. El objetivo era meter 7.500 personas en la segunda terraza del palacio, una explanada que hay entre este edificio del siglo XVIII y sus jardines. Como publicó Infobae España en exclusiva a finales de julio, el festival llevaba días vendiendo entradas a pesar de que el Ayuntamiento de Boadilla del Monte, del PP, no había dado entonces su autorización definitiva porque estaba estudiando la viabilidad del proyecto.
El festival (en concreto, dónde se quería celebrar) generó una enorme presión mediática y la contundente oposición de vecinos (liderada por la Asociación de Amigos del Palacio), ecologistas, partidos como PSOE y Más Madrid y el colectivo Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, que amenazaron incluso con acudir a los tribunales. Pero fue el informe desfavorable de un técnico del Ayuntamiento, Miguel Ángel García Valero, coordinador de Patrimonio Histórico y Natural, quien echó por tierra todas las aspiraciones de María Pombo y su equipo. El documento, al que ha tenido acceso este diario, tiene firma del 29 de agosto y explicaba su oposición con dos argumentos: el palacio no era el sitio adecuado para un concierto masivo y la salud de los asistentes corría peligro.
Según ha podido saber este diario, García Valero estaba en contra de que el festival se celebrara en este palacio, “un magnífico y singular ejemplo de la arquitectura palaciega neoclásica de mediados del siglo XVIII en España”, según iniciaba su informe. García Valero había sido, antes de recalar en Boadilla, subdirector general de Protección y Conservación de la Comunidad de Madrid. Pero el Ayuntamiento, dirigido por el alcalde Javier Úbeda, sí estaba interesado en dar proyección al Palacio del Infante Don Luis con la celebración de este tipo de eventos. Lo primero que hizo el responsable municipal es dejar claro que “debemos huir del pensamiento subjetivo que nos puede inducir a considerar que actualmente la segunda terraza del jardín del palacio esté abandonada y desligada del resto del conjunto”.
En esta segunda terraza se quería celebrar el concierto porque actualmente es una especie de descampado. Pero, “a pesar de que se trate de un espacio todavía no restaurado y recuperado, forma parte indisoluble del Bien de Interés Cultural con idéntica protección que el resto de los elementos, como el propio palacio”, señala el técnico municipal. En esa segunda terraza los promotores del Suavefest querían colocar un gran escenario en el área este y usar la zona oeste para instalar foodtrucks para la venta de comida y bebida, merendero con mesas y sillas, un autobús para realizar tatuajes, urinarios, aseos y carpas de ventas. También se pensaba usar la zona de aparcamiento, la zona del estanque y noria, e incluso una zona ajardinada de la primera terraza.
Vallas de dos metros de altura
El problema era, a juicio de García Valero, que había que instalar vallas de dos metros de altura que rodeasen todo el evento e impidiesen que el público asistente se pudiera acercar a la estructura muraria del palacio. ¿Por qué? “Por el mal estado de alguno de estos grandes muros de ladrillo de contención entre la primera y la segunda terraza”. Los ladrillos de estos muros se “encuentran en un estadio perentorio con riesgo de caída y peligro para las personas”. Sin olvidar la “posible afección del público a un Bien de Interés Cultural”. Tampoco había que descartar que “estas estructuras murarias pudiesen verse afectadas por las vibraciones que supone el tránsito de maquinaria pesada en toda la segunda terraza del jardín”. El camión del escenario iba a pesar 37 toneladas.
Además, entre el escenario y los pesos de la maquinaria moviéndose en la segunda terraza, había un riesgo añadido, porque a dos metros por debajo hay “una galería de ladrillo transitable para la evacuación de aguas del palacio y construida en 1765. Los 37.000 kilos de peso del camión que transporta el escenario y su tránsito pueden generar pesos y compactaciones del terreno, así como vibraciones que afecten a estas galerías de ladrillo que también forman parte indisoluble del Bien de Interés Cultural”. A eso hay que sumar las posibles afecciones que podrían provocar “7.500 personas concentradas en ciertas áreas, a buen seguro saltando en más de algún momento del concierto, lo que podría generar vibraciones indeseadas para los muros del palacio que rodean el evento”.
Por último, el informe recalca que el Palacio del Infante Don Luis es un espacio protegido donde se pueden celebrar visitas, exposiciones, pequeños conciertos con el público sentado, actividades académicas, cursos y conferencias, eventos “cuya temática, instalaciones y número de público asistente sea acorde con la conservación del BIC, que no es el caso del Suavefest”. Además, este festival de música “no constituye en modo alguno un evento o actividad cultural ni educativa”, lo que podría suponer “un incumplimiento del convenio” por el que se expropió el palacio en 1998, propiedad entonces del conde Enrique Rúspoli.
Con todos estos juicios de valor, Miguel Ángel García Valero desaconsejó la celebración del festival y recalcó además que la última palabra, la última autorización, la tenía la Comunidad de Madrid, que en esos momentos del verano tampoco era partidaria de autorizar el Suavfest de María Pombo. García Valero dejó el Ayuntamiento de Boadilla en septiembre. En octubre fue nombrado Subdirector General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.
El festival se iba a celebrar el 14 de septiembre. Así que antes tantos impedimentos, la organización del evento decidió comunicar diez días antes de que la fecha elegida desde el principio se mantenía, pero que se cambiaba la ubicación del concierto. Ya no tendría lugar en este palacio del siglo XVIII, sino en el recinto ferial que hay en la localidad. Los promotores siempre argumentaron que el recinto ferial había sido su primera opción, pero que fue el Ayuntamiento quien les ofreció el palacio. Fue una decisión política que tumbó un informe técnico. Los opositores al proyecto respiraron aliviados. Siguen pidiendo que el Ayuntamiento cree una comisión de patrimonio que evalúe una a una las propuestas de eventos que se soliciten celebrar en este espacio protegido. “Boadilla necesita una comisión local de patrimonio, como tienen otros municipios madrileños. Hace falta una reglamentación para aclarar qué se puede hacer y qué no”, señaló entonces la diputada de Más Madrid Alicia Torija.