Un curioso caso ha generado gran interés en Suiza. El Tribunal Supremo Federal falló a favor de un panadero que fue despedido de manera injusta después de haber trabajado durante 19 años en un laboratorio de una estación de ferrocarril. Este despido se produjo el 27 de mayo de 2020, en pleno auge de la pandemia del covid-19, sin que se le proporcionara una explicación clara, y sumió al trabajador en una profunda depresión. El tribunal determinó que “el enfoque procesal de la empresa carecía de toda empatía, lo que le sumió en un estado de depresión grave”.
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El hombre, quien al momento del despido tenía 62 años, fue descrito por su empleador como un fantástico profesional que era bien valorado tanto por sus compañeros como por sus superiores. A pesar de estas referencias, fue desvinculado de la empresa de manera abrupta. Según ha recopilado el digital 20 minutos, “la propia empresa lo describía como un excelente profesional que nunca faltaba y era apreciado tanto por sus compañeros como por sus superiores”.
El tribunal desestimó las razones económicas presentadas por la empresa que argumentaron que la crisis sanitaria obligó al cierre del laboratorio. “La empresa se escudó tras este cierre”, pero se comprobó que se trataba de una medida temporal. Además, otros empleados fueron contratados en sus laboratorios, lo cual indicaba que había posibilidad de trasladar al panadero a otro puesto.
La empresa obligó al panadero a trabajar durante el preaviso, empeorando su salud
Además del impacto personal que el despido tuvo en el panadero, el tribunal consideró crucial la circunstancia de su edad, cercana a la jubilación. El tribunal enfatizó que “el empresario debe mostrar una especial consideración hacia los trabajadores que están próximos a la edad de jubilación y que han dedicado gran parte de su carrera a la empresa”.
A pesar de su estado emocional, el panadero fue obligado por la empresa a continuar trabajando durante el periodo de preaviso, lo que agravó aún más su estado de salud. La empresa le emplazó a presentarse en el trabajo para cumplir el resto de su periodo de preaviso, agravando innecesariamente su angustia.
La sentencia final, que tuvo lugar el 8 de octubre, confirmó que el despido fue improcedente y ordenó a la empresa a pagar una indemnización de 15.000 francos suizos, aproximadamente 16.000 euros, al panadero, además de los intereses de demora. Este fallo fue unánime, y el máximo tribunal suizo rechazó el recurso presentado por el jefe de la empresa, confirmando así la decisión del tribunal ginebrino que había fallado anteriormente en favor del trabajador.
Este caso ejemplifica la importancia de actuar con empatía y justicia hacia los empleados, especialmente aquellos que han dedicado gran parte de su vida laboral a una organización y se encuentran próximos a la jubilación. La disposición de los tribunales para proteger a los trabajadores de despidos injustificados refuerza la obligación de las empresas de tratar a todos los empleados con el debido respeto y consideración. Esta medida puede ser aún más significativa durante los tiempos de crisis, como la experimentada globalmente a raíz de la pandemia.