Tener un vida llena de viajes a otros rincones del mundo es uno de los objetivos que más gente persigue en la sociedad. El poder tener vivencias en otras culturas, religiones, emplazamientos e historia hacen que muchos quieran vivir en constante movimiento. Sin embargo, es un día a día que no todos pueden permitirse por el elevado costo que suponen los pasajes de cada vuelo o embarcación. A pesar de ello, existen soluciones para poder realizar estos viajes sin tener que depender de una tripulación, navío y empresa: obtener tu propio barco. Este es el caso de Stephen J Payne, un hombre de 64 años que optó por dejar toda su vida atrás y adentrarse en las profundidades del mar con su nave.
Aunque este proceso pueda aparecer sencillo, no lo es ni mucho menos. La mar es una de las cosas más impredecibles que puede deparar tanto cosas buenas como fatales. Al hilo de ello, recorrer Europa en su propia embarcación tiene la dificultad añadida de la soledad, el manejo y la dirección de la misma. Sin embargo, esto no ha supuesto ningún miedo e impedimento a Stephen, que desde que su madre falleciera decidió embaucarse en esta aventurar para ahorrar y vivir la vida de otra forma.
Un buen barco: 11 metros y 9 toneladas
La aventura del hombre de 64 años comenzó en el año 2020 tras quedarse sin su mayor apoyo. Desde ese preciso instante supo que su vida requería de un giro de 180 grados, en el que ahorrar y vivir de una forma totalmente distinta a la común. Consecuentemente, se aventuró a tomar una de las decisiones más complicadas: cambiar su vida por completo.
Su idea era ahorrar y poder experimentar un día a día lleno de aventura y viajes, por lo que concluyó que su devenir tenía que estar ligado a la mar. Así, se hizo con un barco de 11 metros y 9 toneladas, lo que significa que su apuesta era firme. “Fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida”, explica en declaraciones recogidas en The Guardian.
Bajo esa nueva forma de ver su existencia, Stephen ha podido moverse a lo largo de Europa para empaparse de nuevos conocimientos y vivencias que jamás olvidará. “He experimentado nuevas culturas”, desarrolla. “Me he vuelto más tolerante con las formas de vida de las personas y he conocido a gente fantástica”, añade para dejar ver todo lo que su barco le ha dado.
Los problemas sufridos y su nuevo hogar de amarre
Más allá de narrar su experiencia positiva también ha querido mostrar la otra cara de la moneda. En ese sentido, destaca que las dificultades que ha afrontado han sido grandes. Una de ellas es la pasada pandemia por Covid. Durante ese periodo de tiempo de confinamiento su concepto de nueva vida se vio paralizado por completo. “No se nos permitió movernos, así que me encontré atrapado en un puerto deportivo en Bray, Berkshire, completamente solo”, recuerda el hombre.
Tras esos tiempos problemáticos, pudo seguir con su nueva concepción de rutinaria para moverse por varios puntos de la geografía europea, hasta recalar en el que hasta hoy es su nuevo hogar: la costa de Malta. Allí Stephen lleva más de un año amarrado con su barco de 11 metros. “Es una isla muy interesante y cosmopolita y todo el mundo es increíblemente amable”, afirma. “Pero no tengo planes de quedarme aquí para siempre”, concluye para evidenciar que su afán viajero no tiene límite alguno.