Mucho antes de que la ciudad de Petra (Jordania) fuese declarada como una de las siete maravillas del mundo moderno, este mágico lugar se hizo famoso por una película: Indiana Jones y la Última Cruzada. En ella, el famoso arqueólogo que encarnaba Harrison Ford cabalgaba a lo largo del desfiladero del Siq para acabar llegando al Tesoro, un edificio horadado en las paredes de ese mágico lugar en el que se escondía el Santo Grial.
Han pasado más de 35 años desde que se estrenó la película, pero su fama fue tal que incluso se llegó a prohibir la entrada a caballo por la zona. Sin embargo, pocos conocen el verdadero origen de dichos edificios, construidos por el mismo reino que, siglos más tarde, erigiría un templo encontrado bajo el agua de las costas napolitanas: los nabateos.
Un refugio para extranjeros
En el año 2023, varios investigadores cartografiaron el fondo marino de la región costera de Pozzuoli, una ciudad ubicada en la zona volcánica de Campos Flegreos, a 16 kilómetros de Nápoles. Al hacerlo, descubrieron bajo el agua dos habitaciones cuyas paredes seguían el estilo romano. Sin embargo, en el interior de esa construcción, de unos 2.000 años de antigüedad, encontraron varios altares y una losa de mármol con una inscripción: “consagrado a Dushara”, el dios principal de la antigua religión nabatea.
“El templo era un lugar de culto”, explican en el artículo, “un refugio para extranjeros y, sobre todo, un lugar de intercambio, negocios y comercio bajo la garantía, el control y la autoridad de Dushara”. El reino nabateo, cuyo origen se remonta al siglo IV a. C se extendía por todo el Mediterráneo oriental, controlando una importante red comercial que no cesaría hasta su anexión al Imperio romano.
Fue ya en el siglo II d. C cuando el emperador Trajano tomó el control de esta enorme fuente de riqueza. “Mientras Roma imponía su autoridad y sus leyes, también las rutas comerciales fueron absorbidas en una red general controlada por el Estado, con muy poco espacio para las iniciativas de un pueblo ya no independiente”, señala el informe”.
Qué hacían en Puteoli
La anexión al Imperio llevó a muchos nabateos además a trasladarse a diferentes lugares del territorio romano, lo que también explicaría por qué se ha encontrado, por primera vez, este tipo de templo fuera de Oriente Medio. La combinación de culturas, además, parece estar presente en su propia estructura, ya que además de la inscripción en latín y el estilo romano de las paredes, también hay piedras con escrituras en arameo.
“Tiene todo el sentido que los nabateos estuvieran en Puteoli -nombre que recibía antiguamente la ciudad de Pozzuoli- como una comunidad de comerciantes”, comenta el historiador romano Steven Tuck en un artículo de la revista Live Science. Al fin y al cabo, aquella era la segunda ciudad más grande del Imperio romano y el puerto principal de la Península Itálica. “Los nabateos se habrían sentido atraídos allí y habrían traído consigo sus prácticas religiosas”.
Sin embargo, uno de los hallazgos que más sorprendió a los investigadores fue ver cómo el templo había sido enterrado bajo una mezcla de hormigón y cerámica rota, seguramente después de que los comerciantes abandonaran el lugar. Justo encima, se construiría, a principios del siglo II, una nueva superficie para caminar.
No descartan que incluso fueran los propios lugareños quienes enterraran el templo a propósito. En cambio, sí parece seguro que fueron las erupciones volcánicas las que modificaron la línea de costa, acabando con el templo sumergido. De hecho, esta misma fue la razón por la que unos dos kilómetros de almacenes romanos fueron también completamente sumergidos.