Una patrulla de Policía recibe una aviso por la presencia de un leopardo en la carretera y no se pueden creer lo que encuentran: “Se deja acariciar dócilmente”

Lo que pudo ser una situación de peligro acabó en humor al encontrar un peluche en lugar de un depredador

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 Leopardo (Panthera pardus) (Europa Press/Contacto/Sergio Pitamitz / Vwpics)
Leopardo (Panthera pardus) (Europa Press/Contacto/Sergio Pitamitz / Vwpics)

En la región de la Baja Normandía del departamento francés de la Mancha, hay un pequeño pueblo de menos de 10.000 habitantes llamado Coutances. Esta localidad, cuya industria principal es la agroalimentaria, está rodeada de campo y vegetación, además de carreteras solitarias y poco transitadas. Teniendo en cuenta que la fauna autóctona más exótica son los erizos, los caballitos de mar, y las focas comunes, cabe entender la sorpresa del personal de la Gendarmería de la Mancha al recibir una llamada que advertía de la presencia de un leopardo en uno de los arcenes de la localidad de Lessay, otro pueblo de características similares situado 20 kilómetros al norte de Coutances.

El hábitat natural de este depredador se encuentra en África, Asia, y en algunas zonas de Rusia, por lo que su presencia en esta región no tenía ningún sentido. Además, en caso de haberse escapado de algún zoológico o reserva se habría notificado a las autoridades inmediatamente, teniendo en cuenta el potencial peligro que supone la presencia de este depredador cerca de núcleos de población, por lo que la confusión entre los oficiales de la gendarmería queda totalmente justificada.

Armada de valentía ante esta situación sin precedentes, la patrulla que fue enviada a resolver la incidencia se aproximó al lugar donde, supuestamente, esperaba este peligroso depredador, de hasta 90 kilogramos de peso y casi dos metros de largo: un gran felino letal, con sus garras afiladas y sus colmillos perforantes, según ha informado Midi Libre. Cabe asumir que, en el camino desde la gendarmería al lugar de los hechos, los miembros de la patrulla harían lo posible por mantener la calma, asumiendo que, quizás, tendrían que emplear fuerza letal si el animal, sintiéndose amenazado o atrapado, se decidía por cargar en su contra en una nube terrorífica de zarpas punzantes y dientes agudos, toda una bestia cazadora con cientos de miles de años de evolución con el propósito específico de tener éxito en el ataque. Estaban a punto de enfrentarse a una máquina de matar.

Leopardo en una reserva natural (Lauren Arthur/Handout via REUTERS)
Leopardo en una reserva natural (Lauren Arthur/Handout via REUTERS)

Todo quedó en anticlímax, por suerte para todos

Una vez allí, precavidos y con pies de plomo, identificaron al animal, recostado a un lado del camino. El leopardo permaneció, según los informes y, seguramente, contra todo pronóstico, “sereno y desprevenido”, no mostrando ninguna reacción ante la presencia de la policía. Lo más sorprendente de todo, según las declaraciones de los miembros de la patrulla, fue que el depredador letal “se dejó acariciar obedientemente”. Todo tenía una explicación lógica, la cual seguramente les devolvió en ese momento la respiración, ya que, después de todo, nunca habían estado en peligro: se trataba simplemente de un peluche grande de un leopardo que alguna familia habría decidido abandonar al borde de la carretera.

Aunque por unos momentos la situación debió poner varios corazones en gargantas, acabó por ser una experiencia inofensiva que la gendarmería anunció con humor a través de sus redes sociales, elogiando a la patrulla por la valentía demostrada en su respuesta y explicando que la razón por la que el peluche habría sido abandonado se debería seguramente a que, aunque “sin duda era un placer para un niño”, debió ser “demasiado voluminoso en su habitación a los ojos de los padres”. Lo que está claro es que, de haberse tratado realmente de un leopardo, podría haber sido mucho peor, pero por suerte todo quedó en anécdota.

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