Turquía es el destino europeo favorito para las personas que quieren realizarse operaciones estéticas. Sin embargo, aunque el país turco cuenta con cientos de clínicas especializadas en estas operaciones, muchas de ellas lo hacen a un bajo coste, lo que puede provocar posteriores riesgos de salud, y puede afectar a la salud mental de los pacientes. Además, los resultados de estas operaciones, en ocasiones, no se asemejan al resultado esperado por los pacientes, quienes disponen de alternativas en sus respectivos países de procedencia que ofrecen mayor calidad en los resultados a un mayor precio. Al fin y al cabo, son asuntos que implican, intrínsecamente, la salud y bienestar de las personas, por lo que no debe primar el coste económico de la operación estética.
Operación estética no sale como se esperaba
Una operación estética mal ejecutada puede ocasionar problemas de salud y, en consecuencia, problemas de salud mental debido a las expectativas surgidas con anterioridad a la operación. Esto fue lo que le sucedió a un joven francés, que decidió quitarse la vida después de que el cirujano que le operó cometiese negligencia médica y le originase problemas médicos.
Mathieu, un estudiante de 24 años, viajó a Turquía para someterse a una cirugía de trasplante de barba, que no salió según lo previsto. El pasado mes de marzo, Mathieu acudió a una clínica de Estambul que contaba con “una etiqueta del Ministerio de Sanidad turco”, según declaró su padre a un medio de comunicación galo. En un principio, la operación transcurrió con total normalidad: “Se puso en contacto con ellos, fue allí y lo operaron. Al día siguiente se fue”, cuenta su padre Jacques. La intervención le costó 1.300 euros, una cifra muy inferior a lo que se cobra en Francia por una operación similar, explica el Daily Mail.
Los problemas comenzaron unos días después, cuando el joven se encontraba en su país con sus padres. Su padre narra cómo “los pelos, cuando los vi, estaban perpendiculares al plano de la piel, no había ninguna gradación en la orientación de los pelos y cuando empezó a crecer parecía un erizo. Era inmanejable”. También, recuerda los dolores y ardores que sufría Mathieu.
El cirujano era un agente inmobiliario
Según las declaraciones del padre, el cirujano extrajo 4.000 folículos de la parte posterior del cráneo. Pero, durante el trasplante, perdió 1.000 por “mala manipulación”.
Posteriormente a la operación, Mathieu investigó a la clínica y descubrió que el cirujano era, en realidad, un agente inmobiliario. “Sucede a menudo, hay asistentes de un cirujano que lo hacen, no tienen ningún título específico. Lo habían engañado y no podía superarlo en absoluto”, explicó Jacques.
Para intentar arreglar el estropicio que le habían causado, Mathieu se puso en manos de un cirujano francés. “A principios de mayo, le operaron nuevamente, le quitaron todos los pelos que le habían implantado y se los volvieron a poner a la altura del cráneo. Mejoró alrededor de un 90-95%, pero le dijeron que los folículos que originalmente estaban destruidos no podían ser reemplazados”, continuó su padre.
Además, Mathieu fue diagnosticado con un trastorno dismórfico corporal, el cual es un trastorno obsesivo que consiste en una preocupación fuera de lo normal por algún defecto, percibido en las características físicas propias de la persona.
Tras no poder soportar dichos dolores y presión, Mathieu acabó suicidándose en su habitación, cuatro meses después de la primera operación en Turquía.