Las personas con este tipo de sangre tienen mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular

Los diferentes grupos sanguíneos son indicativo también de una mayor o menor presencia de otros componentes, que pueden potenciar la formación de coágulos

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Tubos con pruebas de sangre en un contenedor en un laboratorio de la ciudad alemana de Hannover. (Picture alliance / dpa)
Tubos con pruebas de sangre en un contenedor en un laboratorio de la ciudad alemana de Hannover. (Picture alliance / dpa)

Cuando hablamos de las propiedades de la sangre, siempre salen a colación los diferentes tipos que existen y que permiten o prohíben la realización de transfusiones a otras personas cuando se requiere por alguna emergencia sanitaria. Así, tener sangre de tipo A, B, AB u O dependerá de lo que haya en el interior de este fluido, concretamente de la presencia de unas determinadas proteínas llamadas antígenos y que se encuentran en los glóbulos rojos.

Otros antígenos importantes son los del sistema RhD, que pueden estar o no estar presente, dando lugar a los tipos positivos y negativos. Así, con estas dos variables se acaban formando ocho grupos diferentes: A positivo, A negativo, B positivo, B negativo, AB positivo, AB negativo, O positivo y O negativo. Los más frecuentes son los A positivo y los O positivo, y es que la presencia del antígeno RhD se da en más del 80% de los casos. En el otro extremo, el grupo AB negativo sería el más difícil de encontrar.

La influencia de la sangre

Cada tipo de sangre tiene, además, alguna particularidad. Ya hemos mencionado que las transfusiones deben ser entre grupos compatibles, de cara a evitar reacciones hemolíticas. Además, existen algunas excepciones, como en el caso de las personas del grupo O negativo, que pueden donar a casi cualquier persona, o las que tienen Rh negativo, que pueden donar tanto a las de Rh negativo como a las de Rh positivo.

La sangre se continúa analizando a día de hoy, y cada vez más son los factores que se descubre que condiciona. Se ha relacionado con el tipo de alimentación que mejor procesa nuestro cuerpo, así como con un mayor o menor riesgo de padecer unas enfermedades determinadas. Al respecto, cabe destacar un reciente metaanálisis publicado por la revista Neurology, el cual ha recopilado hasta 48 estudios diferentes para analizar los perfiles genéticos y cromosómicos de personas que hubieran sufrido accidentes cerebrovasculares -ictus- y encontrar así posibles asociaciones con el tipo de sangre.

Tras ajustar diferentes variables, los resultados fueron sorprendentes. Los investigadores descubrieron que las personas con el grupo sanguíneo A tienen un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular de forma precoz. Así, este tipo de sangre conlleva un 16% de posibilidades extras de tener un ictus antes de los 60 años. En el caso contrario, las personas del grupo sanguíneo O tienen un 12% menos de riesgo de sufrirlo. De este modo, los antígenos ABO se mostraron como determinantes, algo que no ocurrió con los RhD.

Algunas cuestiones por resolver

“Todavía no sabemos por qué el tipo de sangre A puede conducir a un mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral temprano”, reconoció el profesor de neurología Steven Kittner, coinvestigador principal del estudio. “Probablemente tenga algo que ver con factores de coagulación de la sangre como las plaquetas y las células que recubren los vasos sanguíneos, así como otras proteínas circulantes, todas las cuales desempeñan un papel en la formación de coágulos sanguíneos”.

Estos resultados encajan a su vez con otras investigaciones anteriores que ya relacionaban a la sangre de tipo A con un mayor riesgo de desarrollar coágulos en las piernas, produciendo una patología conocida como trombosis venosa profunda. En cambio, una vez pasados los 60 años, no se encontró que las diferentes sangres incidieran de forma concreta en el riesgo de padecer un derrame, según el estudio de Neurology.

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