La Policía Nacional ha identificado a dos personas que organizaban retiros espirituales en los que se propiciaba el consumo de ayahuasca y otras sustancias psicotrópicas, como extracciones de sapo bufo. El lugar de estos encuentros era una vivienda en el municipio de Torrelodones, a medio camino entre la Sierra de Guadarrama y Madrid.
Según informó el cuerpo policial, esta operación se produjo en el marco de otras operaciones relacionadas con la investigación de varias sectas consideradas como destructivas en España. A pesar de que la pareja no formaba ya parte de ninguno de estos colectivos, seguía ofreciendo ese tipo de sustancias en pequeñas reuniones, incautadas más adelante.
Además, tal y como informa Agencia EFE, los agentes informaron al juzgado y citaron a los dos identificados a las dependencias de la Dirección Adjunta de Vigilancia Aduanera (DAVA) en calidad de investigados por un presunto delito contra la salud pública.
El “limbo legal” de la Ayahuasca en España
Los cargos contra la pareja de Torrelodones hacen referencia a una serie de artículos del Código Penal -del 359 al 371-, de donde se extrae la regulación para delimitar los delitos contra la salud pública. El primero de ellos indica como tal el que, “sin hallarse debidamente autorizado, elabore sustancias nocivas para la salud o productos químicos que puedan causar estragos, o los despache o suministre, o comercie con ellos”.
Sin embargo, la cuestión de si sustancias como la extracción del sapo bufo o la ayahuasca pueden ser nocivas para la salud -más de lo que lo pueden ser otras drogas con las que se puede comerciar- no queda resuelta. Más específicamente, el Código Penal también fija -en el artículo 368- como delitos contra la salud pública “los que ejecuten actos de cultivo, elaboración o tráfico, o de otro modo promuevan, favorezcan o faciliten el consumo ilegal de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, o las posean con aquellos fines”.
Para establecer cuáles son esas “drogas tóxicas”, España se apoya en el listado incluido en el Convenio de Viena de 1971, donde se creó la Junta internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE). Allí, se incluyeron algunos componentes como la dimetiltriptamina (más conocida como la DMT), presente en una dosis muy pequeña en la ayahuasca. Sin embargo, la dimetiltriptamina fiscalizada es la de origen sintética, y en dicho listado no se incluye la planta de la ayahuasca.
Además, dicho Convenio incluye también un artículo en relación a las “disposiciones especiales aplicables a las sustancias”, que permitiría “fines científicos y fines médicos muy limitados” con la autorización pertinente. Unos términos, como puede verse, que en ningún momento acaban de concretar la situación legal de esta planta determinada, y que hacen que la situación de la ayahuascas quede en lo que se conoce como un “limbo legal”, muy dependiente de la interpretación que puedan realizar tanto la Policía como los magistrados. De hecho, ha habido casos en que incluso las sustancias incautadas han sido devueltas a sus propietarios.
Las precauciones de los organizadores
Por ello, muchos de estos retiros se anuncian con frecuencia tanto en internet como en redes sociales, rondando los 200 euros al día. Para los encuentros, lo más habitual es que se ofrezca un espacio alejado de las zonas urbanas y a una o varias personas “guiando” las sesiones. Como requisitos previos, se suele pedir que se avise con antelación si se está tomando algún tipo de medicación para ver si se puede realizar el consumo.
“No se recomienda la ayahuasca para personas con problemas cardiovasculares graves, glaucoma, desprendimiento de retina, hipertensión grave, fracturas o cirugías recientes”, advierten en otra página web que organiza este tipo de retiros. Un listado que incluye otras problemáticas y condiciones, como el embarazo o la lactancia. “Si la persona ha tenido antecedentes de depresión grave, intentos suicidio o de autoagresión, es importante informar de ello con anterioridad”, añaden.