Un aeropuerto limita a tres minutos el tiempo para dar abrazos en la zona de llegada de viajeros: “Para despedidas cariñosas, use el parking”

El director de esta infraestructura en Nueva Zelanda busca agilizar el movimiento de los pasajeros, pero la medida ha causado polémica

Despedida de una pareja en un aeropuerto. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La comedia romántica Love Actually (2003) arranca con algo que en ese momento parecía arriesgado: un mensaje positivo y optimista a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

La escena mostraba imágenes de aeropuertos, de despedidas y reencuentros, mientras una voz en off —nada menos que la de Hugh Grant, cuyo personaje es el primer ministro británico— decía: “Cada vez que me siento abatido por el estado del mundo, pienso en la puerta de llegadas del aeropuerto de Heathrow. La opinión general empieza a decir que vivimos en un mundo lleno de odio y avaricia, pero yo no lo veo así. Me parece que el amor está en todas partes. A menudo no es particularmente digno ni noticioso, pero siempre está ahí: padres e hijos, madres e hijas, esposos y esposas, novios, novias y viejos amigos. Cuando los aviones impactaron contra las Torres Gemelas, hasta donde sé, ninguna de las llamadas telefónicas de las personas a bordo contenía mensajes de odio o venganza; todos eran mensajes de amor. Si te fijas bien, tengo la ligera sospecha de que… en realidad, el amor está en todas partes”.

21 años después, sin embargo, algunos aeropuertos se han hartado de estas muestras de amor constantes en sus instalaciones. Así, el Aeropuerto de Dunedin, en Nueva Zelanda, ha generado controversia con un nuevo cartel en el que anuncia un límite de tres minutos “para dar abrazos” en la zona de descenso de pasajeros. Y añade: “Para despedidas más cariñosas, por favor usen el parking”.

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Algunos comentarios en una publicación que se ha vuelto viral en Facebook se muestran indignados por esta “restricción de abrazos”, mientras que otros se sorprenden de que el aeropuerto aún tenga una zona de descenso gratuita, dado el aumento general de tarifas y multas. El director ejecutivo del Aeropuerto de Dunedin, Daniel De Bono, abordó el tema en una entrevista con la radio neozelandesa RNZ. E incluso dio un argumento científico: tras describir los aeropuertos como “lugares de gran carga emocional”, mencionó un estudio que sugiere que un abrazo de 20 segundos es suficiente para liberar una dosis de oxitocina, la “hormona del amor”, y argumentó que lograr que los usuarios se desplacen con mayor rapidez permitirá que más personas puedan dar y recibir abrazos.

Además, añadió que el estacionamiento del aeropuerto de Dunedin, donde De Bono admite que “nuestro equipo ha visto cosas interesantes a lo largo de los años”, permite una estancia de “15 minutos de forma gratuita”.

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Hachas, granadas y fuegos artificiales

Y es que los aeropuertos son un escenario habitual de escenas absurdas y anécdotas locas. Basta echar un vistazo a las redes sociales de la Administración de Seguridad de Transporte de los Estados Unidos, más conocida como TSA (Transportation Security Administration), que se encarga de inspeccionar millones de maletas cada año y documenta algunas de las cosas más extravagantes que la gente ha intentado subir a consigo a un avión.

En su cuenta de Instagram, por ejemplo, destacan historias como la del pasajero que intentó viajar con una bolsa de excrementos de alce —lo que no está prohibido expresamente—, el que trató de subir con un cargamento de fuegos artificiales, o los casos de los viajeros que transportaban un hacha —que había sido un regalo de boda—, un cuchillo escondido dentro de un lapiz de labios o una serpiente.

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