Mientras el Gobierno y los socios de investidura debaten sobre consolidar los gravámenes temporales a las entidades financieras y a las energéticas, una estadística de la Agencia Tributaria (AEAT) vuelve a reflejar que las empresas pequeñas, que suponen el 99% del tejido productivo español, pagan más por sus beneficios que las grandes. Esto se debe a un complejo sistema de ajustes contables, deducciones y bonificaciones en el Impuesto de Sociedades (IS) que conduce a unos tipos impositivos efectivos sobre los beneficios mucho más bajos que los legales. Generalmente, España tiene un gravamen del 25% en el IS, aunque desde 2023 se ha reducido al 23% para las microempresas y al 15% para las empresas emergentes, además de otras excepciones.
Los tipos sirven para medir la carga fiscal a la que están sujetos los beneficios de las empresas en España, es decir, cuánto pagan a Hacienda por la generación de valor. Según la estadística cuentas anuales consolidadas del Impuesto de Sociedades, publicada este miércoles, 144.927 sociedades pequeñas (de entre 10 y 99 trabajadores) pagaron a Hacienda un 18,1% de sus beneficios en 2022, mientras que las 4.127 grandes (de más de 250 trabajadores) solo aportaron el 8,5%. Esto supone que las primeras pagan proporcionalmente el doble que las segundas, aunque la distancia se ha acortado en los últimos años por las medidas legislativas adoptadas y las actuaciones inspectoras. También pagan más que las grandes, las empresas sin asalariados (11,7%) y las microempresas de menos de 10 trabajadores (16,5%).
Dentro de las grandes empresas, el tipo efectivo disminuye con el tamaño hasta llegar a un mínimo del 5% entre las empresas que tienen más de 5.000 trabajadores y aunque el porcentaje es reducido, es el máximo de la serie histórica publicada por la AEAT desde 2016 (llegaron a pagar un 2,9% en 2019). También consiguen pagar un tipo reducido todas las empresas integradas en grupos en comparación con las que no lo están (del 7,23% frente al 17,97%) y las que menos pagan son, año tras año, las sociedades de actividades financieras y servicios a empresas (7,61%).
Por todo ello, las grandes empresas concentran el 54,2% de los beneficios empresariales en España y el 57,5% de la facturación, pero solo aportan el 38,3% de la cuota líquida (una cantidad similar a la recaudación total del IS). Esto sin contar a las sociedades que tributan a tipos del 0% y del 1% (instituciones de inversión colectiva y fondos de pensiones), que están excluidas de esta estadística.
La AEAT explica en su publicación el proceso que sigue para gravar los beneficios y permite comprender mejor por qué el propio sistema legal hace posible que las grandes empresas paguen menos. Hacienda aplica al resultado contable (que surge de la cuenta de pérdidas y ganancias y es una cantidad inferior al beneficio) correcciones y otros ajustes para calcular la base imponible sobre la que aplica el IS. La modificación de más calado en esta parte del proceso consiste en restar al resultado la exención por doble imposición de los dividendos, lo que beneficia solo a las empresas grandes.
Una vez obtiene esta base imponible inicial, suma las bases imponibles de las empresas integradas en grupos. Como algunas suelen ser negativas, rebajan la base imponible general y vuelve a beneficiar a las grandes sociedades integradas. Estos son los ajustes principales que permiten calcular la base imponible, a la que se le aplica el tipo correspondiente, dando lugar a la cuota íntegra. No obstante, esta cuota puede verse minorada por bonificaciones y deducciones, lo que ya da como resultado la cuota líquida a pagar.
Con motivo de la crisis iniciada en 2020, el gobierno de coalición aprobó algunas medidas para reducir la erosión de las bases imponibles, cuya evolución se ha ido separando de los beneficios en las dos últimas décadas, y aumentar la recaudación. Las grandes empresas y multinacionales han podido efectuar menos exenciones por doble imposición después de que Hacienda endureció la regulación en 2021, algo que ya se aprecia en el aumento de tipos de la estadística publicada este miércoles.
Ya con efectos en 2023, el Gobierno cambió el cálculo de las bases imponibles de los grupos, limitando la compensación de las negativas, y aprobó un tipo mínimo del 15% sobre la base imponible para las empresas con una cifra de negocios (facturación) igual o superior a 20 millones de euros. Ambas medidas sumaron 1.700 millones a la recaudación de 2023 y provocarán un aumento de los tipos efectivos en la próxima entrega de esta estadística, que no tiene en cuenta para calcular los tipos los gravámenes a la banca y a las energéticas al ser prestaciones patrimoniales.
El ejecutivo quiere mantener una imposición más elevada sobre las grandes empresas incluyendo los gravámenes como un impuestos permanentes a los beneficios de ambos sectores, aunque no tiene los apoyos políticos para ello. Por otra parte, España debe transponer la directiva que establece un tipo mínimo del 15% sobre el resultado contable que ya han aprobado otros países europeos.
Las rentas del trabajo contribuyen más que las empresariales
La estadística concluye que la carga fiscal de los beneficios empresariales fue del 12% en 2022, mucho menor a la del trabajo. El último informe de la OCDE que analiza y compara esta imposición a nivel internacional refleja que un trabajador soltero, con el sueldo medio y sin hijos, pagó en España un 22,1% de su sueldo en impuestos en 2023. El 15,6% corresponde al IRPF y el 6,5% a las cotizaciones sociales.
Se trata de un tipo creciente en los últimos años, que unido a la fuerte creación de empleo y a la erosión de las bases imponibles de las empresas, ha dado como resultado un aumento del protagonismo del IRPF en el conjunto de la recaudación tributaria frente al Impuesto de Sociedades. De hecho, si se consulta la serie histórica del tipo efectivo sobre beneficios hasta 1995 que publica la AEAT en sus informes anuales y difiere ligeramente del publicado este miércoles, las empresas siguen pagando menos a Hacienda que antes de la crisis financiera.