Tras la entrada del otoño, el pasado mes de septiembre, se ha ido apreciando poco a poco la entrada del frío y la humedad en las calles españolas. Las lluvias, la oscuridad y la bajada de temperaturas se hacen hueco entre el ambiente y hace más complicado que la ropa sin coger malos aromas. Y es que los tejidos, especialmente los naturales como el algodón, la lana o el lino, pueden absorber rápidamente olores a humedad debido a su capacidad de retener agua en sus fibras.
Este problema, sin duda, se agrava en entornos con alta humedad y poca ventilación, lo que facilita la proliferación de moho y bacterias, causantes del mal olor. Asimismo, la ropa colgada en patios interiores o en tenderos donde el aire no corre adecuadamente puede desencadenar una acumulación de hedores desagradables que se mantienen incluso con el uso del suavizante de la ropa o el perfume.
Por su parte, los tejidos sintéticos, como el poliéster o la licra, aunque no retienen tanta agua como los naturales, también pueden desarrollar malos olores, especialmente si no se secan correctamente o si están en contacto con otros tejidos húmedos. Por ello, es necesario aprender algunos trucos y consejos de la abuela para aquellas personas que no dispongan de una secadora o que prefieran adaptar un método económico para este otoño e invierno
Cómo deshacerse de los malos olores en la ropa
Para deshacerse de los malos olores este invierno será necesario seguir algunos consejos de lavandería y mantenimiento que hacían nuestros antepasados para paliar este fenómeno que incomoda a la hora de escoger la ropa. De esta manera, se pueden tomar algunas medidas que solucionen este problema antes y después del lavado. Así, como primera propuesta se pueden añadir algunos aditivos al lavado, como el vinagre blanco o el bicarbonato de sodio, que ayudarán a eliminar bacterias que causan el mal olor.
Asimismo, para aquellos que prefieran usar el electrodoméstico para obtener un resultado más rápido, se sugiere la programación de un centrifugado alto, pues eliminará la mayor cantidad posible de agua antes de colgar la ropa. Igualmente, si prefieres usar la secadora y quieres evitar dañar la ropa, es recomendable emplear ciclos cortos de secado o la función de planchado para ayudar a descartar el exceso de humedad. Pero sin duda, un paso realmente importante es sacar rápidamente cualquier tejido del tambor de la lavadora, ya que cuanto más tiempo se quede ahí la ropa, más humedad absorberá.
Por otro lado, una vez se haya completado el ciclo de lavado y se haya retirado la ropa del tambor, se debe acatar el consejo de las abuelas y bisabuelas: colgar la ropa al aire libre, tanto en verano como en invierno. Si embargo, hay que extremar la precaución con la cantidad de tejidos que se cuelgan, pues es crucial no cargar el tendedero para dejar un espacio ventilado que asegure la corriente de aire.
En invierno, este método es el que más conviene, esto se debe al fenómeno químico llamado sublimación. Este congelará la ropa, cuando las temperaturas sean inferiores a los ceros grados, lo que asegurará la pérdida del 90% de su humedad. Según la información de Linternaute, el agua pasará de estado líquido a sólido y después a gaseoso, por lo que se evaporará. Así, cuando el material tendido endurezca, se pueden meter en casa y se secará a una velocidad vertiginosa.
No obstante, en caso de no tener disponibilidad o acceso a un tendedero para hacer esto, se puede dejar la ropa dentro de casa, siempre y cuando haya una buena ventilación y se mantenga una separación adecuada entre los tejidos. Asimismo, el uso de deshumidificadores, radiadores o secadores de aire puede facilitar este proceso.