Los jóvenes japoneses cada vez dimiten más de sus trabajos y recurren a agencias de dimisión: “Se negaban a dejarme ir”

La empresa Momuri ha completado ya 20.000 renuncias por encargo desde que comenzó a ofrecer el servicio, lo que demuestra que está cambiando la cultura de dedicación al trabajo en Japón

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En los últimos dos años y medio ha aumentado enormemente la cantidad de trabajadores que solicitan a empresas externas que comuniquen su dimisión a sus empleadores (Franck Robichon/EFE)
En los últimos dos años y medio ha aumentado enormemente la cantidad de trabajadores que solicitan a empresas externas que comuniquen su dimisión a sus empleadores (Franck Robichon/EFE)

En Japón existe una gran cultura de dedicación al trabajo. Las largas jornadas laborales son frecuentes y las empresas son tradicionalmente fuertes, con un organigrama estricto. Sin embargo, las nuevas generaciones buscan otro tipo de relación con el empleo alejada de la entrega completa a la vida laboral. Es por ello por lo que cada vez son más los jóvenes japoneses que deciden renunciar a un puesto de trabajo cuando no les satisface o las condiciones laborales no son buenas. Esto resultaba impensable en generaciones más adultas, ya que en Japón se espera que haya una lealtad absoluta del personal, con trabajos de por vida. Por ello, muchos jefes, anclados aún en el sistema tradicional de trabajo, reciben de forma negativa las renuncias de sus trabajadores, llegando en ocasiones a coacciones u oposiciones para dejar el empleo.

Ante este panorama de conflicto entre los jefes y los empleados más jóvenes, están empezando a tener mucho peso en la sociedad japonesa las empresas que ofrecen servicios de dimisión: “Presentamos las dimisiones en nombre de personas que, por cualquier motivo, no pueden hacerlo por sí mismas”, afirma Shinji Tanimoto, director de la empresa que gestiona Momuri (que en japonés significa ‘ya basta’).

La agencia Momuri comenzó a operar hace dos años y medio y desde entonces sus portavoces informan de que la demanda se ha disparado. Uno de cada seis trabajadores ha contratado este tipo de servicio, ya que los trabajadores más jóvenes rechazan la ética laboral tradicional. Este es el caso de Mari (nombre ficticio), que, tras dos meses trabajando en un banco online de Tokio, quiso renunciar: “El primer día me dieron un manual grueso para leer y, cuando fui a ver a mi jefe con preguntas, me dijo: ‘¿Para qué diablos me estás pidiendo eso?’”, informó la joven a The Guardian. Durante el poco tiempo que Mari estuvo en ese puesto de trabajo, tuvo que quedarse trabajando hasta tarde con regularidad y el comportamiento de su jefe se volvió amenazador: “Me preguntaba por qué tardaba tanto en terminar una tarea y fingía golpearme cuando pensaba que había cometido un error. Y hacía cosas como tirar deliberadamente mi estuche al suelo. Era acoso por poder, puro y simple”. Incapaz de reunir el coraje para renunciar, buscó ayuda en una de estas empresas.

Existen innumerables razones para querer dimitir: horas extras no pagadas, salarios bajos, incumplimientos de contrato por parte del empleador, abuso verbal, violencia, acoso sexual... Sin embargo, pese a todas estas situaciones que pueden producirse en las empresas japonesas y que suponen motivo suficiente para querer renunciar a un puesto de trabajo en la mayoría de países, en Japón la renuncia tiene una connotación negativa: “Dimitir se considera una forma de escapar y evadir las propias responsabilidades”, explica Tanimoto.

Trabajadores japoneses yendo a sus puestos de trabajo en transporte público (Pixabay)
Trabajadores japoneses yendo a sus puestos de trabajo en transporte público (Pixabay)

Debido a la baja tasa de natalidad del país, existe una escasez de mano de obra en Japón. Por ello, muchos empleadores buscan retener a su personal: algunos obligan a los trabajadores a encontrar sus propios reemplazos antes de aceptar la renuncia o rompen sus cartas de dimisión. Muchos jefes toman esto como un insulto personal, por lo que, para evitar situaciones incómodas, cada vez son más los empleados que solicitan estos servicios: la empresa Momuri afirma que ha recibido hasta ahora 350.000 consultas en línea y ha completado 20.000 renuncias.

Las solicitudes aumentan en los días lluviosos

Aunque la base de clientes de Momuri es mayoritariamente joven, también reciben peticiones de trabajadores de mayor edad. Es un servicio que se está popularizando: la empresa de Tanimoto llegó a presentar en una ocasión 45 renuncias en masa a la misma empresa, algo que demuestra que la cultura de la dedicación al trabajo está cambiando en Japón, especialmente entre las generaciones más jóvenes, que quieren priorizar su salud mental y su felicidad por encima de su carrera profesional.

Para solicitar los servicios de la empresa Momuri, el cliente debe ponerse en contacto a través de una aplicación de mensajería y rellenar un cuestionario. Después, se firma un contrato y se debe abonar una tarifa: 22.000 yenes (unos 135 euros) para trabajadores a tiempo completo y 12.300 (75 euros) para los que cuentan con un empleo a tiempo parcial o contrato de plazo fijo. Las empresas que solicitan dimisiones afirman que las consultan aumentan especialmente después de los días festivos, los fines de semana y los días lluviosos, ya que son más reflexivos y los trabajadores se replantean más continuar o no en la empresa.

Tras haber abonado la cantidad estipulada y firmado el contrato, uno de los empleados de Momuri, que son abogados para poder tratar con efectividad las disputas legales, llama al jefe en nombre del cliente. Este proceso suele durar únicamente 20 o 30 minutos y la reacción de los empleadores varía: un pequeño número muestra arrepentimiento y se disculpa de forma indirecta con el empleado, la mayoría simplemente acepta la decisión, pero un pequeño número “se vuelve loco y amenaza con presentarse en nuestra oficina”, agrega Tanimoto. “Si se comportan así, te hace preguntarte lo terrible que debe haber sido para el cliente”.

El aumento de la demanda de estos servicios de dimisión pone de relieve un problema preponderante en Japón: la ética laboral tradicional ya no se encuentra en consonancia con las expectativas y deseos de los jóvenes profesionales, que buscan que sus puestos de trabajo sean lugares agradables, en los que prime la colaboración y la flexibilidad para poder conjugar la vida laboral con la social. Las nuevas generaciones ya no quieren tener una dedicación plena hacia el trabajo, sino que este se convierta en un elemento que les permita disfrutar de su vida.

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