Una surfista muere tras ser perforada por un pez aguja imperial: qué es este animal típico de Indonesia

Se trata de una especie piscívora de hasta un metro de largo y que alcanza los 60 kilómetros por hora

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La surfista profesional y empresiaria italiana Giulia Manfrini. (@giuliamanfrini)
La surfista profesional y empresiaria italiana Giulia Manfrini. (@giuliamanfrini)

La desafortunada muerte de Giulia Manfrini ha sacudido las redes. La mujer italiana de 36 años, surfista profesional y propietaria de la empresa de viajes Awave especializada en turismo del surf se encontraba en Indonesia, surfeando en la famosa ola de Beng Beng, en las Islas Mentawai, cuando un pez aguja imperial atravesó las olas y se incrustó en su pecho, provocando una herida de 5 centímetros de ancho y 14 de profundidad que alcanzó su corazón. A pesar de los esfuerzos de dos testigos que la trasladaron rápidamente al hospital y del personal del centro médico, Giula falleció a los pocos minutos, según informaron este sábado los medios locales indonesios gracias al testimonio de Lahmudin Siregar, jefe en funciones de la Agencia Regional de Gestión de Desastres de las Islas Mentawai.

Esta especie de pez no es exclusiva de la fauna autóctona de Indonesia, sino que tiene su hábitat en aguas cálidas y poco profundas, por lo que también puede verse en el Mediterráneo. De hecho, ha sido avistado en varias ocasiones en la costa de Barcelona y Girona. El pez alcanza un tamaño máximo de entre 45 centímetros y un metro de largo y no tiene veneno, por lo que no suele ser una amenaza. Sin embargo, debido a su forma puntiaguda, que le permite tener un efecto similar al de un cuchillo en su embestida, y su velocidad de hasta 60 kilómetros por hora puede ser realmente peligroso en caso de sentirse amenazado.

Pez Aguja Imperial (Captura Imagen en X @emergenciescat)
Pez Aguja Imperial (Captura Imagen en X @emergenciescat)

No es un pez agresivo, en realidad

Se trata de una especie piscívora que se alimenta de peces más pequeños, mayoritariamente boquerones. Su tendencia a saltar fuera del agua suele deberse a la necesidad de sortear obstáculos, como reacción a estímulos que generan confusión como luces brillantes o para evadir situaciones de peligro. Pertenece a la familia Belonidae, más conocida generalmente por su nombre común, peces aguja. Como su nombre indica, se caracteriza por su anatomía alargada, especialmente en su mandíbula, cargada además de pequeños dientes muy afilados. Pueden realizar saltos sobre pequeños obstáculos fuera del agua, como lanchas o barcos de pequeñas dimensiones. Debido a la fuerza de estos impulsos, una embestida frontal por parte de este pez puede tener consecuencias mortales.

A pesar de que la peor fama la tengan los tiburones, el riesgo que suponen los peces aguja es mayor, debido sobre todo a que se suelen encontrar más cerca de la costa. Para las comunidades de las islas del Pacífico, que suelen pasar mucho tiempo alrededor de arrecifes poco profundos, las probabilidades de tener un encontronazo con el pez de apariencia inofensiva son muchas. Sin ir más lejos, en 2020 tuvo lugar en Indonesia un incidente no mortal en el que un pez aguja hirió a un niño en el cuello. En 2018, también provocó la muerte de un cadete de las fuerzas especiales de la Armada de Tailandia, y en 2014 un turista ruso en Vietnam quedó paralizado por otro ataque.

Como parte de la Iniciativa de la Lista Roja del Mediterráneo, un estudio realizado por el Centro para la Cooperación de UICN revela que el 15% de estos peces se encuentran «casi amenazados», y es que, según expertos, el cambio climático ha provocado que se acerquen cada vez más a la costa. En Barcelona se ha avistado en varias ocasiones durante tours de esnórquel e incluso provocó el cierre de la Platja Gran Palamós en Girona el pasado septiembre tras un avistamiento, ya que Protección Civil indicó que “puede ser peligroso” e izó la bandera roja en la zona más cercana al puerto de Palamós.

En realidad, las ocasiones en las que un pez aguja pone en peligro a un ser humano son sucesos puntuales y fuera de lo común, por lo que esta especie no supone un riesgo real. Aun así, los expertos que estudian el comportamiento de esta especie recomiendan que, de estar en aguas donde haya bancos de peces aguja cerca, lo mejor es abandonar el lugar, ya que no se puede predecir cuándo saltarán hacia los botes.

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