Bertín Osborne vive un año de idas y venidas tras el nacimiento de su hijo con Gabriela Guillén y la nueva noticia que ha azotado a la familia: la muerte de su padre Enrique Ortiz López-Valdemoro. Según ha informado hoy El Debate, el pasado viernes fallecía en Madrid a los 96 años de edad y ese mismo día se pudo ver al cantante en la estación de Santa Justa en Sevilla.
Con un semblante serio, el artista tenía planes de pasar el fin de semana en el campo, posiblemente participando en una montería, por lo que su viaje a la capital española indicaba que algo importante había sucedido. Y es que esto ha pillado totalmente de imprevisto a su hijo porque es un fallecimiento nada esperado; ya que, a pesar de haber tenido problemas de salud el año anterior, estos no parecían ser graves.
De hecho, la hija de Bertín, Eugenia, se encontraba en Estados Unidos en ese momento y se desconoce si ha podido acudir al velatorio celebrado. El funeral y la incineración de Enrique Ortiz se llevaron a cabo en el tanatorio de La Paz en Madrid, en una ceremonia íntima y discreta, acorde con el estilo de vida que siempre llevó, tal y como ha indicado El Debate. Por esto mismo, la noticia de su fallecimiento no se ha hecho pública hasta tres días después.
Las herencias de Bertín Osborne
Enrique Ortiz, nacido en 1928, ostentaba el título de conde de Donadío de Casasola, y era viudo de María Teresa Osborne y Marenco, nieta del conde de Osborne y parte de la familia fundadora de la marca de cerveza Cruzcampo. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Bertín y sus tres hermanas, María Teresa, Marta y María de la Luz. Sin embargo, la relación entre Bertín y su padre tuvo altibajos, especialmente durante la juventud del cantante, cuando su rebeldía causó muchas tensiones familiares.
Un ejemplo de esta discordia fue la ausencia de Enrique Ortiz en la boda de Bertín con su primera esposa, Sandra Domecq, quien falleció en 2004. Aún así, esta disputa viene de lejos, ya que Osborne fue estudiante de un internado durante su infancia, según la revista Lecturas. Su fama con las mujeres y las fiestas eran totalmente contrarias a la intención que tenía su padre con su educación, porque él quería que siguiera sus pasos en la ingeniería. A los 16 años comenzó a cantar en discotecas y decidió marcharse de casa, aunque su fama no llegó hasta los años 80 con su primer disco.
Pero, en los últimos años ambos habían logrado reconciliarse y era bastante común ver al artista coger un tren para visitar a su padre en Madrid. Y este duro golpe llega solo unos días después de otra dolorosa pérdida que ha tenido que afrontar el de Jerez de la Frontera. Puesto que a principios de octubre se despedía de su mejor amigo Ignacio Arizón, a quien describió en una desgarradora carta como “el hermano que nunca tuve”.
Con la muerte de su padre, Bertín Osborne heredará los títulos nobiliarios de conde de Donadío de Casasola y conde de las Navas, entrando de lleno a la aristocracia española. Algo que pillará desprevenida a muchas personas, dado que aunque es una figura conocida en la jet set, se desconocían sus vínculos con la nobleza. Aunque, no solo ha heredado el título, ya que de estas disputas entre padre e hijo se encuentra su gran vínculo en común: su amor por las mujeres.
Tras la muerte de su esposa en 1991, Enrique Ortiz López-Valdemoro no se cerró nunca a rehacer su vida. Así que una vez guardado el correspondiente luto, buscó una nueva pareja con la que ser feliz. Esto mismo es sobre lo que bromeó su hijo en uno de sus programas en Telecinco: “Mi padre tiene más año que un bosque, pero sigue igual de cachondo, tiene una novia… El otro día lo llamo y le digo si nos vamos a comer, y me responde: ‘Es que hoy no puedo… Es que he conocido a alguien’”. De esta manera, Bertín Osborne ya no es solo una de las figuras más conocidas del mundo del espectáculo español y uno de los hombres esenciales de la prensa del corazón. Ahora, se enfrenta a un nuevo papel en su vida como conde.