La vivienda es una de las necesidades básicas para cualquier persona, hasta el punto de que el derecho a un hogar digno está recogido en nuestra Constitución. A pesar de ello, los dueños de los pisos y casas en alquiler a menudo suben los precios en busca de sus propios intereses, sin pensar en los demás. Hay arrendadores que llevan a cabo todo tipo de tretas para verse aún más beneficiados económicamente. Este ha sido el caso que ha ocurrido en Longueil, Canadá.
Allí, un inquilino de 87 años ha visto cómo su casero ha provocado un desalojo forzado con el objetivo posterior de elevar al doble el precio establecido de alquiler. Anteriormente, el dueño del piso ya había buscado incrementar el precio en otras ocasiones, pero sin éxito. Debido a ello, el arrendador decidió usar una treta sucia que consiguió que la anciana dejase el piso, pero con medios ilegales que fueron descubiertos un tiempo después.
La mentira del dueño
Para romper un contrato de alquiler, existen varias opciones para el propietario, bajo una serie de requisitos. Una de las alternativas consiste en necesitar el inmueble para uso propio o de un familiar de grado uno, justo lo que el propietario argumentó. Ante esa petición, a la inquilina, de 87 años, no le quedó otra que dejar vacía la casa y trasladarse a una residencia, tal y como explica la hija de la perjudicada. “Fue un infierno para mi madre”, añade.
“Pasamos por un período bastante difícil. Ella ya no comía y ya no dormía”, explica la hija de Claudette, la anciana expropiada de su alquiler. La situación económica era agobiante: en la residencia privada pagaba cuatro veces más de lo que desembolsaba en el piso alquilado.
Sin embargo, al poco tiempo la anciana y la familia descubrieron que el piso, que supuestamente se necesitaba para la madre del arrendador, estaba en alquiler: habían sido engañados. Ante este hecho, empezaron a moverse para encontrar explicación, ante lo que se encontraron con una justificación en forma de “mi madre ha cambiado de opinión repentinamente”, según publica Le Journal de Montreal. “No sabía que tenía que decirle al inquilino que, después de todo, mi madre no viviría en el apartamento de inmediato”, justificó.
Resolución judicial
Tras llevar este suceso a proceso judicial, las autoridades han fallado en favor de la anciana y su familia. El juez ha determinado que el desalojo fue ilegal. De esa forma, el inquilino deberá pagar una multa que asciende a unos 17.000 euros por los actos que cometió y que perjudicaron a Claudette y su familia. Tras 30 años en el apartamento, el desalojo generó ansiedad e insomnio en la mujer de 87 años, por lo que el daño es irreparable.
Ante la resolución, el hombre declaró que entendía los hechos. “Reconozco mi parte de responsabilidad”, afirmó. Sin embargo, estas declaraciones no tiene coherencia con sus actos posteriores: el casero ha decidido apelar. No obstante, la sentencia y el caso parecen claros, por lo que es esperable que la apelación no llegue a ningún lado.