Un padre hace 70 kilómetros al día para llevar a su hija al “colegio perfecto”: la madre “se enamoró” del método educativo

“Lo mejor de todo es que nuestra hija vuelve a casa con una sonrisa”, ha señalado el padre

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Padres e hijos colaborando mientras
Padres e hijos colaborando mientras suben objetos a la cajuela del auto para un viaje familiar. - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Lo que se hace por los hijos no se llama sacrificio, se llama amor. Incluso en esos días de lluvia, frío, nieve o después de cansadas jornadas laborales, lo que se hace por ver feliz a tu hijo no tiene punto de comparación por lo que se hace por todo lo demás.

Bien lo sabe un hombre que recorre hasta 70 kilómetros por llevar a su hija a la “escuela perfecta”. Esto no ocurre en uno de los pueblos escondidos de Italia, sino en una de las ciudades más grandes, Verona, donde una familia ha decidido romper con lo establecido y llevar a su hija de nueve años a estudiar en un colegio de la montaña del Velo Veronese, según ha informado La tecnica della Scuola.

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Es una escuela increíble: clases pequeñas, los niños están bien atendidos, es una escuela sin mochila, se ofrecen muchas actividades de taller como carpintería o tecnología, hay un equipo de robótica y se unen al proyecto de Lego”, han explicado los padres Camilla Litterotto y Samuele Dalmaso.

Rutina diaria

Es importante que las familias se preocupen por llevar a sus hijos a la escuela adecuada. En este caso, el colegio anima a cada alumno a aprender más, donde las expectativas corresponden a la realidad.

El día comienza a las 5:50 horas para los padres y a las 6:30 para la pequeña Maya. Desayuno y rutina matinal (lavarse los dientes, vestirse...) y subir al coche no más tarde de las siete en punto para llegar a clase a las 7:50 horas. “Tengo suerte de poder trabajar desde casa”, ha admitido el padre.

Samuele Dalmaso, de 40 años de edad, es ingeniero y después de dejar a su hija en la escuela, se desplaza hasta el camping situado a cinco minutos, donde la familia tiene una caravana desde hace algunos años. La caravana está equipada con todo lo necesario para poder realizar una buena jornada laboral: internet, calefacción, equipamiento. “Puedo trabajar tranquilamente desde allí”, ha explicado Dalmaso.

“Cuando terminan las clases, voy a buscar a Maya y volvemos a Verona. Lo mejor de todo es que nuestra hija vuelve a casa con una sonrisa”, ha señalado el padre.

La madre enamorada

Aunque sean prácticamente dos horas de viajes, entre la ida y la vuelta, no supuso un motivo para rechazar la oportunidad y buscar otra solución. “Mi mujer es profesora de primaria, por lo que conoce varias escuelas de Verona y de la provincia. El año pasado, durante un curso de formación, se enamoró tanto de ella desde el punto de vista educativo como humano”, ha continuado explicando Dalmaso.

“Allí están a años luz de lo que la ciudad nos puede ofrecer. Y luego la gestión es activa, los padres colaboran, hay un fuerte sentimiento de acogida y es más fácil crear comunidad escolar en un ambiente como este”, ha indicado el padre.

Ahora, los padres se ven obligados a encontrar otra escuela ad hoc después de que su hija avanzase al siguiente nivel de estudios, pero avisan “de que el año que viene los otros dos hijos también estarán matriculados en la escuela del Velo Veronese”.

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