Solo el 22% de las industrias españolas que dependen de materiales chinos tienen un plan para dejar de hacerlo

Algunas industrias nacionales compran más de la mitad de los insumos “críticos” a China para producir bienes esenciales, como es el caso de los farmacéuticos, los informáticos, los electrónicos y los renovables. La UE pretende ganar autonomía productiva, pero las empresas apenas han comenzado a actuar

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Planta fotovoltaica en Castilla-La Mancha. (JCCM Europa Press).
Planta fotovoltaica en Castilla-La Mancha. (JCCM Europa Press).

La pandemia y el creciente proteccionismo por parte de las principales potencias mundiales han puesto de manifiesto la transformación de las cadenas de suministro globales y el fin del orden existente hasta 2019. La Unión Europea busca resituarse en este contexto y ganar autonomía industrial para no ser tan vulnerable ante las decisiones de terceros países, pero los datos demuestran que hay pocos procesos reales puestos en marcha más allá de las estrategias y discursos de los distintos gobiernos a nivel comunitario y nacional. En este debate la pieza clave es la relación con China, ya que supone la principal fuente de vulnerabilidad comercial tanto para España como para la UE por el volumen y la naturaleza de sus importaciones.

Según un estudio publicado este lunes por el Banco de España en colaboración con los bancos centrales de Italia y de Alemania, el tejido productivo español no está tomando medidas para reducir su dependencia comercial de China, principal y casi único proveedor de muchos “insumos críticos”, denominados así por ser fundamentales para llevar a cabo la transición verde y la digital. Esta dependencia podría suponer un riesgo si se produjeran interrupciones en los intercambios comerciales o aumentasen las tensiones geopolíticas, algo cada vez más factible teniendo en cuenta la escalada de medidas de defensa comercial, dentro de las cuales la subida de aranceles por parte de la UE a los vehículos eléctricos chinos ha marcado un hito.

El documento se basa en encuestas a 6.200 empresas españolas sobre la adaptación de su estrategia comercial a este contexto y solo el 22% de las industrias manufactureras que importan insumos críticos de China declaran haber tomado medidas para reducir su exposición al país. El 27% considera llevar a cabo acciones en el corto plazo y el 51% no contempla ninguna medida ahora ni en el futuro. Si bien es cierto que las empresas dependientes en la economía española son relativamente pocas en conjunto (el 10%), la incidencia es mayor entre las manufacturas (20%) y elevada en algunos sectores determinados. Por ejemplo, dependen de los materiales chinos el 80% de las empresas farmacéuticas españolas; el 60% de los fabricantes de productos informáticos y electrónicos y el 40% de las empresas del sector químico y eléctrico.

En comparación, las empresas italianas y alemanas están siendo más proactivas. En Italia, país que tiene un porcentaje de empresas manufactureras dependientes de los insumos de China similar al de España (el 17%), el 30% de las empresas en dicha situación han tomado ya medidas para reducir su exposición a China. Y en Alemania, con un 34% de las industrias manufactureras dependientes del gigante asiático, el 40% tiene un plan para modificar la procedencia de sus importaciones. Respecto a las acciones para reducir la dependencia, la mitad de las manufactureras españolas que ha emprendido acciones consisten en sustituir a los suministradores chinos por otros ubicados en la UE, siendo también la estrategia más usada por las compañías italianas y alemanas.

Esto se produce porque China tiene una posición central en varias cadenas de suministros y ha generado dependencias estratégicas que impiden a sus compradores planes de importación alternativos. En términos generales, ya vende el 29% de la maquinaria global y domina en torno al 80% de la producción de las manufacturas necesarias para la energía fotovoltaica y las baterías. Su presencia también es notable en otras renovables, con el 60% de la capacidad de producción para la eólica y más del 40% para los electrolizadores, según alerta la Agencia Internacional de la Energía en su último informe al respecto, de noviembre de 2023. Algo similar sucede con los semiconductores y Taiwán, país que produce alrededor del 60% de estos productos, fundamentales para los microchips y la economía digital.

Obstáculos para la autonomía de la industria española

Los investigadores señalan los motivos que pueden estar detrás de la falta de modificación de la estrategia en las empresas españolas. En opinión de Miguel Otero, investigador del Real Instituto Elcano,”reducir riesgos y diversificar para tener muchos proveedores cuesta dinero y no es tan fácil”, ha señalado este lunes durante la presentación del informe Autonomía Estratégica Europea de EY que ha coordinado. “Hay más de retórica por ahora que de acción, porque la acción hay que pagarla”, ha reconocido, señalando que la tendencia a ser más independientes de China se encuentra solo en el inicio.

Judith Arnal, investigadora del Real Instituto Elcano y participante en el informe de EY, considera que no puede haber autonomía estratégica en las empresas sin competitividad y señala varios elementos en los que hay fallos. El primero, la “falta de adecuación” entre los objetivos de la legislación europea y los medios que se les dan a las empresas para alcanzarlos, poniendo como ejemplo la finalidad de duplicar la producción de semiconductores en 2030 y las metas de descarbonización.

El segundo, “ausencia de visión común” en la UE, como demuestra el resultado de la votación de los aranceles a los vehículos eléctricos chinos. También la existencia de competencia entre los Estados miembros por captar inversiones privadas, por ejemplo, en semiconductores, lo cual “acaba por no favorecer a nadie” porque aumenta la factura fiscal.

El tercer problema que ha señalado es la calidad de la regulación, habiendo “más de una docena de propuestas legislativas” ya en la mesa de la nueva Comisión Europea. “Se presentan sin análisis de impacto normativo. No se trata tanto de un parón regulatorio, que no lo va a haber, sino de regular mejor”, ha opinado, para lo que habría que analizar los efectos tanto ex ante como ex-post de las nuevas legislaciones.

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