Algunos objetos diarios dentro del hogar tienen diversas funciones desconocidas que pueden pasar desapercibidas por años. Esto impide que se logre sacar todo el potencial de estos utensilios. Así, en vez de usar todas las capacidades de una misma herramienta se emplean otros en su lugar.
Y es que, los diseños y las características de estos objetos no se hacen por casualidad o por un mera cuestión estética, sino que todo se engloba dentro de un sentido razonado. Concretamente, uno de los utensilios más reconocidos y representativos cuando pensamos en la cocina y con la que se pueden preparar deliciosos platos es la sartén. Con ellas, se puede desde hacer exquisitos guisos hasta un mero recalentamiento de manera eficaz de los alimentos en placas de vitrocerámicas, inducción o gas.
Igualmente, todas las sartenes comparten una unión en sus características, a pesar de la existencia de diferentes marcas o modelos de fabricación, así como sus diferentes materiales, tamaños o tipos de superficies: todas tienen un mango alargado en uno de los extremos de la base, que cuenta con un agujero en su punto más alejado. Este orificio es el epicentro que une a todos los tipos de sartenes, pues tiene la misma doble función en todos sus diseños.
Para qué sirve el agujero de la sartén
La sartén forma parte de nuestra vida cotidiana desde hace más de mil años, aunque en sus orígenes contaba con un aspecto muy diferente al que conocemos en la actualidad. A medida que surge la necesidad de una innovación para preparar el alimento, se crearon diferentes modelos de cacerolas, ollas y sartenes que facilitasen la cocción de las comidas.
Según un artículo de Ganiveteria Roca, se estima que fueron los romanos los que se encargaron de crear las primeras sartenes de bronce. Algunos de estos materiales se han encontrado los restos que se conservan de Pompeya y Herculano. Sin embargo, la cocina y los utensilios que se usan en la actualidad tuvieron su origen en los siglos de XVI y XVII, cuando el diseño de la sala permitía lo que es la primera y más conocida función del agujero en el mango: poder colgar las cacerolas y sartenes para obtener una mayor organización.
Sin duda, la primera función es bastante evidente, y se pueden ver numerosas casas y restaurantes. A diferencia de los siglos XVI y XVII, en las cocinas actuales se pueden colgar no sólo del techo, sino también en algún gancho prominente de la pared. Esto es realmente útil en hogares que necesiten unos metros extra de espacio.
De igual modo, el segundo uso, aunque más desconocido, cuenta con la misma importancia y utilidad. Y es que, este orificio sirve como soporte para los utensilios que se estén usando para elaborar la comida como las cucharas o espátulas. Con este método, estos objetos se mantienen alejados tanto del alimento que se está cocinando, como de la encimera para evitar ensuciarla.
De esta forma, es una solución que proporciona limpieza y orden y asegura, además, un fácil mantenimiento de las herramientas. Asimismo, un artículo de Xataka Home recuerda que es importante tener en cuenta que no todos los utensilios caben en el agujero del mango, ya que algunos tienen mangos demasiado anchos. Por lo tanto, es necesario comprobar si los utensilios que se desean usar se ajustan adecuadamente en el orificio antes de usarlos.