Bajo esta particular máscara con forma de casa se oculta Circe. A sus 30 años, tiene claro que ese “literalmente es el único techo” que se puede permitir, asegura a Infobae España desde la manifestación por los precios de los alquileres. A la marcha convocada por el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid han acudido al menos 22.000 personas, según Delegación de Gobierno; 150.000 si se miran los números de las organizaciones convocantes.
Circe intentó vivir de alquiler hace unos años, pero su proyecto de independencia fue imposible. Encontró un piso “pequeño” en el que vivió sola por un tiempo, hasta que no fue capaz de hacer frente a los cerca de 900 euros de renta que le pedían mes a mes. “Tuve que volver a casa de mis padres y tengo la suerte de que me están ayudando. Pero si no, se me iría la mitad de mi sueldo en poder tener una casa”. Circe ha venido para reivindicar “que tanto mis amigos como yo podamos tener una vida y un proyecto de futuro”, afirma.
Como ella, miles de jóvenes en España luchan por poder pagar un alquiler. Los salarios apenas han aumentado entre la población general y para este grupo se hace todavía más cuesta arriba: deben destinar un 92,1% de su salario neto para alquilar una casa. En algunos lugares, el precio de los alquileres supera el 100% de su sueldo.
Algunos, como Adrián (26 años) se quedan con la familia para poder ahorrar. Otros, como Jorge (24 años) han necesitado la ayuda de sus padres para lograr irse de casa. “Llevo seis años independizado y desde el primer momento necesité ayuda de mi familia para poder costearme el precio”, asegura. Hoy ya tiene un trabajo que “gracias a Dios” le permite mantenerse, pero no como le gustaría. “Hasta encontrar el piso adecuado me tiré meses, y tengo que compartirlo, de otra manera sería imposible. Con un sueldo de 1.000-1.500 euros, es imposible encontrar vivienda aquí en Madrid”, dice.
“Se tiene que hacer algo, porque no puede ser que cada vez el acceso a la vivienda esté más difícil para todas las generaciones, ya no solo para los jóvenes”, defiende Adrián. “No es casualidad que toda la gente a mi alrededor siga viviendo con sus padres o con sus familiares, o tenga que estar pagando precios abusivos y compartiendo habitaciones con un número bastante vergonzoso de personas”, añade. Era importante que existiera ya una movilización social, salir a la calle por las cosas importantes, no dejarnos callar y gritar por nuestros derechos”, valora Jorge.
No solo los jóvenes
Aunque en la marcha sea mayoría, no son solo los más jóvenes los que pelean por encontrar una vivienda digna: el precio de los alquileres en España ha aumentado un 77% en la última década, mientras que los ingresos de los hogares han crecido tan solo un 33%. Por eso Onofre Planchuelo Martín, ya jubilado, mantiene a su hija y a su nieta desde hace año y medio.
A los 44 años, su hija se separó de su marido y ahora no puede ni siquiera hacer frente a un alquiler. “Han intentado alquilar en San Sebastián de los Reyes (norte), que es donde estudia mi nieta, y es imposible. Se lleva el sueldo entero a pesar de tener un trabajo fijo”, expresa. Tampoco en Móstoles (sur), donde viven su abuelo, pueden permitirse un alquiler.
Isabel, que es de su quinta, también ha salido a protestar y no puede creerse cómo ha cambiado el panorama. Compró su casa hace casi 50 años por dos millones de pesetas, unos 12.000 euros actuales. “Eso en siete años lo pagábamos”, asegura, un sueño al que es imposible acceder para la mayoría de los españoles. “Tienen que cambiar las cosas. No puede ser que no se pueda acceder a una vivienda, que no se puedan pagar los alquileres, que no haya dinero con lo que ganas. Eso hay que cambiarlo. Tiene que haber suelo público para hacer casas de precios asequibles”, reclama.
Dos sueldos no bastan
Si Isabel se deshizo de una hipoteca entera en menos de una década, hoy ni dos sueldos pueden hacer frente al alquiler, según cuentan Miguel Ángel (43 años) y su mujer, Marta (34 años). El panorama es especialmente difícil para ellos desde que llegaron sus dos hijas. “Empezamos pagando un alquiler mucho menor a lo que estamos pagando ahora y, cuando se nos acabó el contrato, tuvimos que afrontar una subida de más del 25% o movernos”, explica ella.
Las regulaciones que han limitado el aumento de los precios han ayudado “poco”, confiesan. “Ahora que somos cuatro no es lo mismo que cuando éramos menos”, añade. “El precio es absolutamente insostenible y nos echan no solo del centro, sino de nuestra gente querida. Al final no es solo tener techo, es un techo que nos permita tener una vida que apetezca ser vivida”, reflexiona Miguel Ángel.
Una pareja sin hijos tampoco puede permitirse el “lujo” de alquilar, cuentan Víctor y María. “No hay nada por debajo de los 1.000 euros”, expresa ella, un precio que se sale de su presupuesto, aun teniendo los dos sueldos “por encima de la media”, asegura él. “No hay forma de alquilar algo en condiciones y cerca del trabajo”, dice Víctor, que se ve condenado a vivir “a una hora en transporte público” de su oficina. En la falta de oferta, opina Andrés, influye el aumento sin freno de los pisos turísticos. “En la manzana donde está mi instituto, un 25% de los pisos ya son turísticos”, asegura. El Ayuntamiento de Madrid calcula que existen 13.000 viviendas de uso turístico (VUT) en la ciudad, pero solo 1.008 tienen licencia.
Si para las parejas es complicado, los solteros como Teresa lo tienen crudo. Ella y su compañera de piso pagan 900 euros entre las dos por un piso de dos habitaciones, una “ganga” gracias a que alquilaron durante la pandemia. “Ahora mismo hay pisos iguales en mi barrio que están a 1.300-1.400 euros, estamos hablando de una subida muy grande en pocos años”, afirma. Por eso, prefiere “no hacer cuentas” de cuánto tiempo le queda en su casa: “En cuanto se acabe mi contrato de alquiler, no me lo podré permitir”, lamenta.