El grabado Los perros de Vasco Núñez de Balboa atacando a los indios se ha visto generalmente como un capítulo más de la Leyenda Negra española, un artículo de propaganda para acusar de las más grandes atrocidades a los españoles y desprestigiar su labor en el Nuevo Continente. Sin embargo, este trabajo de Theodor de Bry esconde un episodio de la colonización menos conocido.
Lo narró Pedro Mártir de Anglería, cronista oficial de las Indias, en las Décadas del Nuevo Mundo: tras doblegar a varios habitantes nativos en su camino hacia el Mar del Sur (hoy océano Pacífico), Núñez de Balboa llegó a la aldea principal y se encontró con el hermano del cacique vestido de mujer junto con otros hombres “dispuestos a usos licenciosos”. “Lo que llamaríamos una orgía”, clarifica el arqueólogo Mikel Herrán (@PutoMikel) a Infobae España. Esta ‘atrocidad’ fue lo que motivó tan cruel castigo: lanzó a los indígenas a los perros, que los destrozaron hasta la muerte.
“Los grabados de De Bry normalmente se han tenido como propaganda y eran propaganda, al fin y al cabo”, afirma el arqueólogo y divulgador. “No sabemos hasta qué punto esto que Núñez de Balboa presencia es algo real, lo estamos viendo desde el filtro de un conquistador”, aclara, pero “podemos intuir que fue porque vio algún tipo de degeneración sexual o de género” y ello motivó la violencia.
Si bien lanzar a los nativos a los perros no fue la norma, este episodio expresa una realidad que no todos quieren ver: la lucha contra las ‘desviaciones’ sexuales y de género fue una de las razones con la que España justificó su conquista. “Era una salvación divina lo que se justificaba en la época. Hay muchos tipos de pecados, pero hay afrentas que son mayores y, en el periodo medieval, ya muchos filósofos incluían el canibalismo y la sodomía como afrentas al mismo orden divino. Y son dos de las grandes acusaciones que se lanzan precisamente para justificar la conquista”, explica Herrán.
La riqueza y diversidad que enterró la conquista española
El arqueólogo y divulgador recoge en su libro Sodomitas, vagas y maleantes. Historia de la España desviada de Atapuerca a Chueca (Planeta, 2024) este capítulo de lo que llama “colonización sexual de América”. La diversidad inherente en algunos de los pueblos precolombinos ha quedado maquillada en el relato de conquistadores y evangelistas, muchas veces hasta perdida, pero todavía hoy resisten algunas de esas expresiones que chocan con el modelo occidental de entender el sexo y el género. Muxes y nguius en México, epupillán en Chile... expresiones de lo que se ha llamado terceros géneros, más allá del binarismo de hombre y mujer, en los que en ocasiones se ha englobado todo aquello que sale de la norma cis-heterosexual. “Sabemos que esa riqueza y esa diversidad existía y es con lo que se toparon los conquistadores”, cuenta Herrán.
Pero al sujeto colonial se le debe marcar cómo hablar, en qué creer, cómo vestirse y cómo follar. Una vez se instaura un control y una jerarquía, el organismo judicial se encargó de perseguir las acusaciones de sodomía, un paraguas que incluía cualquier acto sexual que no tuviera un fin reproductivo y que, en las Indias, llevó también a la persecución del travestismo. “Travestirse no era un delito como tal en la península Ibérica, pero en las colonias sí que encontramos alguna ordenanza que prohíbe a los hombres andar en traje de mujer”, afirma Herrán. El castigo al travestismo solía comportar penas menores, pero no quedaba sin sanción. “Se entendía que el travestirse podía ser una forma para entrar en espacios donde ibas a poder acceder a esos cuerpos prohibidos. Siempre se observaba con sospecha, pero en el caso de las Américas sí que encontramos que hay gente a la que se persigue meramente por travestismo”, añade.
En ocasiones, las acusaciones por sodomía se juntaban con las de brujería o idolatría: “En el caso de las poblaciones nativas, podían acusarles de que esto que hacían en su vida privada era una extensión de haber rechazado a Cristo y, por tanto, se les podía mandar a los tribunales inquisitoriales”.
El mundo que sobrevive
La imposición española no logró eliminarlo todo, pero las formas de resistencia “se quedan bastante fuera de nuestro alcance”, lamenta Herrán, pues conocemos la historia por los conquistadores y los expedientes judiciales que persiguieron este comportamiento. Sin embargo, entre estos documentos todavía se puede intuir la existencia de redes y espacios en los que estas libertades se permitían. “Por ejemplo, vemos que se condena a personas por travestirse y por sodomía y que, frente a los tribunales, dicen que llevaban viviendo así casi 40 años. Y precisamente los tribunales en lo que insisten es en que acusen a otra gente, porque lo que se descubre no son individuos aislados”, explica el arqueólogo.
Apartados especialmente al mundo rural, en donde el control de los inquisidores quedaba limitado, estas formas de vida y expresión subsistieron y pudieron “convivir y coexistir de una forma un poco más aislada, pero sobe todo sobrevivir”, concluye.