Los precios en la hostelería, al igual que el de los productos en los supermercados, han subido. La inflación de los alimentos como el aceite de oliva, aunque está remitiendo, ha obligado a los empresarios de bares y restaurantes a subir también los precios de los platos y bebidas que sirven en sus locales. Esto ha causado la sorpresa de los clientes en muchas ocasiones, que han utilizado las redes sociales como altavoz para denunciar los precios “abusivos” a los que se enfrentan como consumidores.
Las reseñas publicadas en estos establecimientos también son utilizadas por los clientes para criticar las conductas de los camareros, la calidad de la comida y los precios de los productos. Sin embargo, muchas veces estos consumidores erran en sus comentarios y son contestados por los dueños de los restaurantes. Jesús Soriano, conocido en Instagram, TikTok y X como Soy Camarero, recopila en sus redes sociales algunas de estas respuestas, lo que le ha convertido en el máximo representante de los derechos de los trabajadores en España. Ofertas de empleo abusivas. condiciones laborales pésimas o faltas de respeto de los clientes son el contenido habitual de este perfil, que esta vez ha publicado la contestación de un empresario a un cliente que se quejó del precio de sus productos.
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Con una valoración de únicamente una estrella, el consumidor se quejó de la factura que había pagado por tres churros y un café: “He desayunado tres churros. 2,75 euros no me parece un abuso, sino un atraco. Un poco de harina con agua, 500 pesetas. Dios, qué fuerte. Tres churros y un café 4,55, estafa en toda regla. Por supuesto que ya no voy más”. El cliente se quedó sorprendido por el precio de los churros, ya que alegó que se trataba únicamente de “un poco de harina con agua”.
Jesús Soriano subió la captura de este comentario y la respuesta del empresario, que él calificó como “una respuesta perfecta”: “Hola, Alberto. ¿Solo harina y agua? ¿No se utiliza aceite para freírlos? ¿No se utiliza churrero para hacerlo? ¿No se utiliza camarero para servírselo? ¿No se utiliza gas para freírlos? ¿No se utiliza luz para el local? ¿No se utiliza lavavajillas con sus productos para lavar la bandeja y el vaso? ¿No consume un vaso de agua gratis que la empresa paga? En fin, cosas que usted ni idea de lo que es un negocio. Gracias por decir que no viene más, buenas tardes”. Enumerando todos los servicios que el local debe pagar para poder atender a sus clientes, ha asegurado que no es únicamente harina y agua lo que utilizan: también están los sueldos de los camareros o el pago de la luz y el agua.
“Sigue siendo un atraco”
Aunque la mayoría de publicaciones de Jesús Soriano reciben mayoritariamente comentarios a favor de los trabajadores, en esta ocasión muchos de ellos se han situado del lado del cliente, asegurando que el precio que ha pagado es “excesivo”: “Espero que al menos el aceite sea de oliva con el precio de esos 3 churros”, “Sigue siendo un atraco” o “Cobrar casi a un euro el churro es de echarle una jeta impresionante” son algunas de las 700 opiniones que han emitido los usuarios de X. Otros han alabado la capacidad de respuesta del empresario, pero han seguido calificando el precio como “caro”: “La respuesta es perfecta, lo consumido, caro. Algo que se arregla mirando los precios antes de pedir”.
Sin embargo, la publicación no carece de personas que se han situado del lado del dueño de la cafetería de Sevilla: “Sinceramente, estos “clientes” no merecen ni tiempo ni esfuerzo de explicarles nada”. Algunos usuarios han seguido añadiendo servicios de los que el consumidor hace uso en los locales y que también deben tenerse en cuenta: “Correcta y corta. Hay que añadir que el cliente usar un servicio que tiene que estar limpio, usa agua, servilletas, papel higiénico, papel de manos, un local con luz y agua más impuestos y un trabajador que le lleve el café y los churros”.
Este debate es solo uno de los muchos que tienen lugar en las redes sociales sobre el tema de la hostelería: los clientes denuncian altos precios o servicios deficientes, los trabajadores se quejan de condiciones laborales pésimas y los empresario reciben reseñas en sus locales con argumentos a veces racistas o sexistas.