Uno de los principales problemas a la hora de alquilar es afrontar los elevados pagos iniciales que exigen las inmobiliarias y los propietarios a los nuevos inquilinos, que pueden suponer un desembolso de 5.000 euros de media. Ello hace que el 30% de los inquilinos que ha arrendado una vivienda en el último año haya tenido que recurrir a familiares, amigos o a financiación externa para hacer frente a este gasto. Este porcentaje sube hasta el 48% en el caso de los inquilinos jóvenes de entre 18 y 24 años que se vieron obligados a recurrir a estos préstamos.
En el caso de los inquilinos de menor edad, un 34% pidieron ayuda a sus familias, amigos o conocidos y un 12% recurrieron a la financiación a través de entidades bancarias, según recoge el informe Experiencia en alquiler en 2024, elaborado por Fotocasa.
Estos gastos iniciales se derivan de la primera mensualidad del alquiler, a lo que se suma un mes más de fianza y hasta dos mensualidades de garantía. Ello hace que para un piso de unos 90 metros cuadrados se necesite un ahorro previo para alquilar de unos 4.680 euros.
Este gasto ha aumentado tras subir el precio del alquiler un 10,2% en el último año hasta situar el precio del metro cuadrado en los 13 euros de media en el país.
Estabilidad financiera en riesgo
“Que un porcentaje significativo de inquilinos muestre dificultades para afrontar los gastos iniciales de entrada a la vivienda en alquiler, indica una falta de accesibilidad económica que está obligando a los demandantes a endeudarse o depender de ayuda familiar para cubrir los costes básicos de vivienda”, reconoce María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa.
A su juicio, esta situación no solo refleja una desigualdad económica creciente, sino que también “pone en riesgo la estabilidad financiera de los inquilinos, lo cual puede tener repercusiones a largo plazo en el bienestar social”.
Alquileres altos y escasa oferta
Las exigencias tan elevadas por parte del inmobiliarias y propietarios complica y dilata en el tiempo el proceso de búsqueda de una vivienda de alquiler, a lo que se suma el elevado precio de las rentas. Siete de cada diez inquilinos que han conseguido arrendar un inmueble para vivir en él señalan esta cuestión como una dificultad. En segundo lugar, la falta de oferta de vivienda también ha sido una traba para muchos de ellos. Concretamente, el 40% lo cita como dificultad.
El tercer freno son los requisitos de los propietarios, para un 37% de los que pretenden alquilar y en cuarta y quinta posición se colocan el estado de las viviendas y el alto desembolso económico inicial.
En general, estas dificultades se mantienen en los niveles similares a los de 2023. Sin embargo, según fuentes de Fotocasa, sí que se produce un salto significativo con respecto a 2022. En el caso de los altos precios, hace dos años era algo que mencionaban el 77%, siete puntos más que ahora. Del mismo modo, el estado de las viviendas ha sido una barrera para menos inquilinos durante el último año (34%) que en 2022 (46%).